Si usted va leer esta historia, rece el padre nuestro con un avemaría. La maldición de Real Cartagena puede ser una realidad.
El equipo heroico es un club con gran hinchada, de grandes contrataciones, pero siempre se le atraviesa algo en el camino cuando se trata del ascenso. Ya son 13 años en segunda división, pues una sentencia en el año 2012 lo está agobiando.
“Si me pagan, quito la brujería”, fue el mensaje con propiedad de Digno González, un paraguayo que jugó en el Real Cartagena y que salió con problemas de la institución. Según él, las directivas del equipo heroico, en ese entonces, le quedaron debiendo meses de sueldo, por esto puso el supuesto maleficio. Te invito a leer: Torneo BetPlay: Juan José Ramírez no va más con el Real Cartagena
“En este tiempo mi señora estaba embarazada y necesitaba dinero, nunca me cumplieron. Decidí hacer algo, hice una maldición para el equipo, si me pagan, elimino todo lo malo que está pasando en el club”, sentenció González, que todavía está activo en el fútbol profesional.
Esas mala energías parece que están haciendo meca en Cartagena, Real, después de su descenso, no ha podido llegar a una final de la B. Ni con Teófilo Gutiérrez, Cristian Marrugo, entre otras figuras, el anhelo del regreso a primera no ha sido posible.
“Que le paguen a Digno Gonzáles, necesitamos ascender”, escribió un hincha auriverde en redes sociales, quien parece resignado y creyendo en las palabras del paraguayo. Te invito a leer: Entrevista: Martín Cardetti niega los problemas con Juan José Ramírez
En este 2025 se repitió la historia, ya que se cambió de técnico y se trajeron refuerzos, pero el objetivo tampoco se cumplió. Jaguares de Montería fue el mejor del semestre y está a punto de ascender a la máxima categoría. Real, mientras tanto, se prepara para el segundo torneo, en donde arranca con expectativa, pero con el miedo de volver a fallar. El técnico es el Chapulín Cardetti, que con su astucia quiere gambetear esa maldición, esa que no es digna, pero que hace daño. Dios que acompañe al equipo y lo aleje, los más pronto posible, de un fantasma llamado descenso. En el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, amén.