Con un aire de serenidad al amanecer y la niebla todavía recostada sobre el horizonte, Rory McIlroy dio el primer golpe de práctica junto a Shane Lowry en el legendario campo de Oakmont, donde este jueves inicia la edición 125 del Abierto de Estados Unidos.
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Agencia EfePero esa calma matutina solo anticipa la tormenta: Oakmont, uno de los escenarios más temidos del golf mundial, será el verdadero protagonista del torneo. Lea: Mundial de Clubes: Atlético de Madrid entrenó en Los Ángeles para su debut
Pese al favoritismo de Scottie Scheffler, quien llega embalado tras conquistar tres títulos en cinco semanas, y el envión emocional de McIlroy como flamante campeón del Masters, el reto mayor será el campo mismo. “Oakmont es implacable”, advirtió John Bodenhamer, director de campeonatos de la USGA. Con roughs de cinco pulgadas, bunkers complicados y greens traicioneros, el recorrido se mantiene fiel a su esencia: castigar cada error y exigir cada centímetro de talento.
La USGA ha llevado su torneo insignia a Oakmont en diez ocasiones, más que a ningún otro campo, y el historial lo confirma: solo 27 de los 1.385 jugadores que lo han enfrentado en majors terminaron bajo par. Dustin Johnson, campeón en 2016, ostenta el récord con 276 golpes, mientras que figuras como Jon Rahm ya saben lo que significa batallar contra este monstruo natural: “Va a ser una buena prueba, una de las representaciones más fieles de lo que es un US Open”, dijo el español.
Scheffler, actual número uno del mundo, es uno de los pocos que puede lidiar con semejante exigencia. Su fortaleza no radica solo en su potencia, sino en su inteligencia para entender ángulos y saber dónde fallar.
“No hay muchas áreas donde puedas fallar”, confesó, reconociendo que en Oakmont, incluso un ligero error puede significar no llegar al green desde el rough.
El torneo contará también con leyendas vivas de la historia del campo. Desde el triunfo de Jack Nicklaus en 1962 hasta las victorias de Cabrera y Els, Oakmont ha sido territorio de campeones con fuerza y temple.
Ahora, el reto es para una nueva generación, que deberá demostrar si está a la altura de la brutalidad del trazado diseñado en 1903.
La USGA insiste en que su mantra es “difícil pero justo”, y el objetivo no es proteger el par, sino poner a prueba cada palo en la bolsa y, sobre todo, la fortaleza mental de los golfistas. Lea: El eliminado Real Cartagena tampoco pudo contra Tigres
En Oakmont, como dijo Bodenhamer, no se gana solo con talento: se necesita resistencia, precisión y nervios de acero. El reto está lanzado.