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Alcaraz y la estética del vértigo

El español se consagró en el Roland Garros.

Alcaraz y la estética del vértigo

Carlos Alcaraz posa con la Copa de los Mosqueteros, tras imponerse en la final de Roland Garros. EFE/EPA/TERESA SUAREZ

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Desde que Carlos Alcaraz irrumpiera en el circuito, la palabra estética ha planeado sobre su figura, un contrapunto a su antecesor Rafael Nadal, que forjó su leyenda fundada en el sacrificio. Pero el tenista murciano, que a sus 22 años consiguió revalidar su título de Roland Garros y sumar cinco Grand Slam, ha basado su concepción de estética en el vértigo, en vivir al filo del riesgo y moverse bien en el terraplén que separa el fracaso de la gloria.

La obra maestra de ese principio no escrito fue la final de París contra Jannik Sinner, en la que se sobrepuso a dos sets en contra, una desventaja de 5-2 y tres bolas de partido contra el número 1 del mundo, que llevaba 31 sets seguidos victoriosos y 20 triunfos consecutivos en torneos grandes. Te invito a leer: El curioso dato que comparten Carlos Alcaraz y Rafael Nadal en Grand Slams

Carlos Alcaraz posa junto a su familia. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA
Carlos Alcaraz posa junto a su familia. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA

Ni los guionistas de James Bond podían imaginar una situación más crítica de la que escapara su agente secreto para engrandecer su leyenda. Ahí es donde Alcaraz ha encontrado su fuerza, la que arrastra a los fans a gritar “Car-los” “Car-los” para saltar de alegría cuando el héroe sale victorioso de todos las amenazas.“Cuando solventas momentos difíciles, ganar tiene un sentimiento más especial. Si hay que luchar cinco horas y media y llegar al juego de desempate del quinto se hace”, afirmó el campeón murciano que quiere imitar a los grandes de la historia por su capacidad de sobreponerse a las adversidades.

Ahí es donde busca Alcaraz la madera de su leyenda, combinada por una voluntad absoluta de “disfrutar”, la otra palabra que, junto a estética, rodea a su personaje. Un concepto abonado por un documental que no ha sentado bien a todos en el equipo del murciano, en el que asegura que quiere convertirse en el mejor tenista de todos los tiempos, pero que para ello no quiere sacrificar el disfrute.

“Quiero seguir mi camino, hacer las cosas a mi manera. Poner en prioridad el disfrute es la mejor manera. Hay quien piensa que no es posible. La mía es la más importante y quiero hacerlo de esta manera que no está saliendo mal. Estoy contento y orgulloso de estar haciéndolo a mi manera”, aseguró. Un camino propio con el que ya ha conseguido cinco grandes, a la misma edad, día arriba, día abajo, que Nadal sumó esa cifra en Wimbledon en 2008. Te invito a leer: Este fue el inmenso récord que Cristiano Ronaldo consiguió en la Nations League

“Es el destino”, aseguró Alcaraz, que aunque siempre reivindica la figura de su antecesor y asegura inspirarse en su ejemplo, también marca distancias sobre la manera de abordar el deporte que tienen ambos.

“Es una estadística que siempre llevaré conmigo, la de haber ganado mi quinto grande a la misma edad que Rafa, que es mi inspiración”, agregó.

Nadal lo logró también en una final épica en Londres contra Roger Federer, que duró algo menos de cinco horas pero acabó al borde de la noche, en un torneo que echa el telón cuando cae el sol. Si aquel es recordado como uno de los partidos más épicos de la historia, la final de París entre Alcaraz y Sinner entra de lleno en el Olimpo de las batallas y prefigura ya una rivalidad que alimentará las crónicas durante los próximos años.

El español, con cinco Grand Slam, aventaja en dos al italiano, que desde el 12 de agosto de 2024 solo ha perdido tres partidos, los tres contra el murciano, que encadena ya cinco victorias consecutivas frente al transalpino.

Más allá de las cifras, el duelo tiene también un componente estético y el carisma de Alcaraz está tomando la delantera al carácter más frío de Sinner.

La final de Roland Garros de 2025 contribuirá a fijar esa imagen de ambos, la de un italiano potente y robótico que domina cuando el partido está en la zona táctica y que sucumbe cuando ingresa en la locura. Los dos pudieron ganar, pero se impuso aquel que supo gestionar mejor la dificultad. Ganó el que mejor supo vivir en el vértigo.

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