El balón dejó de rodar hace tiempo para Antony de Ávila, conocido como “el Pitufo”, figura inolvidable del América de Cali y la Selección Colombia. A sus 62 años, el exdelantero atraviesa un presente muy distante de la gloria deportiva que lo rodeó en los años 80 y 90: hoy cumple una condena por tráfico internacional de drogas en una de las prisiones más temidas de Italia.
Desde el 21 de septiembre de 2021, De Ávila permanece recluido en la cárcel de Poggioreale, en Nápoles, tras haber sido capturado mientras disfrutaba unas vacaciones en el país europeo. Lea: Angelo Stiller, el ‘nuevo Kroos’ que seduce al Real Madrid y a Rüdiger
La justicia italiana lo acusa de colaborar con el clan Buonerba, una organización narcotraficante con operaciones en Nápoles y Génova. La situación se agravó al conocerse que en 2004 ya había sido condenado en ausencia a 12 años de prisión por estos mismos vínculos.
El sistema judicial italiano es especialmente estricto con delitos relacionados con el narcotráfico, y las posibilidades de reducción de pena son mínimas.
Así lo explicó su abogado, Fabrizio de Maio, al diario Extra de Ecuador: “Normalmente, si un hombre es condenado por este delito en Italia, debe cumplir toda la pena en prisión sin posibilidad de beneficios”. Esto significa que De Ávila deberá permanecer tras las rejas, como mínimo, hasta el año 2033.
Problemas de hacinamiento
La prisión de Poggioreale, también conocida como “la cárcel de la Camorra”, es tristemente célebre por sus condiciones inhumanas.
Construida en 1914 para albergar a 1.680 internos, actualmente soporta casi el doble de esa cantidad, generando hacinamiento y un entorno hostil para los detenidos. Varias organizaciones de derechos humanos han denunciado repetidamente las condiciones precarias y los abusos sistemáticos dentro del penal.
Uno de los aspectos más oscuros de esta prisión es la existencia de la llamada “Sala Cero”, una supuesta zona de aislamiento utilizada para torturar a los reclusos, según reportes recogidos por el portal Liberties.
La Fiscalía de Nápoles ha investigado durante años denuncias de secuestro, maltrato físico, coacción y abuso de poder al interior de Poggioreale, sin que se vean cambios sustanciales.
La desesperación reina entre los internos, y según informes recientes, la cárcel ha registrado una tasa alarmante de suicidios. Muchos de los privados de libertad, según Liberties, optan por esta salida trágica como única forma de escapar del sufrimiento constante. Lea: El club inglés que enamora a Marino Hinestroza: ¿futuro en la Premier?
En ese sombrío panorama se encuentra hoy Antony de Ávila, una figura que alguna vez despertó ovaciones, y que ahora lucha por sobrevivir en uno de los entornos más duros del sistema penitenciario europeo.