Kevin Müller, portero del Heidenheim, sufrió un golpe en la cabeza durante el partido que disputó su equipo con el Bochum (0-0) y tuvo que abandonar el terreno de juego aparentemente inconsciente y en camilla.
En el minuto 50 del partido, chocó en el aire con Ibrahima Sissoko mientras intentaba despejar un balón. El impacto fue muy severo, quedó inconsciente en el césped y tuvo que recibir atención médica inmediata. Te invito a leer: Futbolista chocó con un rival, no se levantó y murió de camino al hospital
Su compañero Tim Siersleben prestó los primeros auxilios a Müller e intentó sacar su lengua mientras llegaban las asistencias médicas.
Entre todos formaron un corro para proteger la intimidad del portero del Heiddenheim, que tras once minutos de asistencia abandonó el terreno de juego con un collarín, en camilla y entre los aplausos del público que acudió al estadio Voith-Arena.
Los golpes en la cabeza en el fútbol
Los datos recientes confirman un aumento significativo en los golpes en la cabeza en el fútbol, tanto por cabezazos intencionados como por colisiones accidentales, lo que plantea preocupaciones sobre sus efectos a largo plazo. A continuación, resumo la evidencia basada en estudios recientes:
Evidencia de aumento de golpes en la cabeza:
Estudio del Hospital Clínic y la UB (2024): Publicado en The Lancet Neurology, analizó 120 vídeos de partidos de cuatro mundiales (1974, 1990, 2006, 2022). Resultados:
En 1974 y 1990 se registraron 4.478 golpes en la cabeza, mientras que en 2006 y 2022 la cifra aumentó a 5.355.
Los golpes incluyen cabezazos al balón y colisiones entre jugadores (como codazos). El 33% de las colisiones requirieron atención médica, y en cinco casos los jugadores fueron retirados del campo. Te invito a leer: La vida de Milton García corre peligro, el especialista que necesita
Se estima que un futbolista profesional da unos 2.000 cabezazos en una carrera de 20 años, y en 10 años tiene un 50% de probabilidad de sufrir una conmoción cerebral por un impacto.
Frecuencia por partido: Según el mismo estudio, los golpes en la cabeza han pasado de 17 por partido en 1974 (uno cada dos partidos) a 50 en Qatar 2022 (más de 1,5 por partido). Esto refleja un juego más físico y agresivo.
Otros estudios:
Un análisis de 2018 del Albert Einstein College of Medicine encontró que un futbolista promedio puede cabecear el balón 6-12 veces por partido competitivo, con balones que alcanzan altas velocidades.
En partidos profesionales, se estima que cada 20 encuentros un jugador sufre algún tipo de lesión en la cabeza, siendo las colisiones jugador-jugador la causa principal, por encima de los contactos con el balón.
Consecuencias y riesgos:
Enfermedades neurodegenerativas: Estudios asocian los golpes repetitivos en la cabeza con un mayor riesgo de desarrollar:
Demencia y Alzheimer: Un estudio sueco (2024) encontró que los futbolistas de élite tienen 1,5 veces más riesgo de demencia que la población general (8,9% vs. 6,2%). Un estudio escocés de 2019 eleva este riesgo a 3,5 veces y hasta 5 veces para Alzheimer.
Parkinson y ELA: Investigaciones del Hospital Clínic vinculan los impactos con trastornos como el trastorno del sueño REM, un precursor del Parkinson.
Encefalopatía Traumática Crónica (ETC): Esta enfermedad, común en deportes de contacto, está relacionada con golpes repetitivos y se ha diagnosticado en exfutbolistas, como Jeff Astle.
Conmociones cerebrales: Los traumatismos craneoencefálicos representan el 15% de las lesiones en el fútbol profesional. Las colisiones entre jugadores son la causa más común de conmociones graves, mientras que los cabezazos reiterados contribuyen a daños acumulativos.
Factores que explican el aumento:
Evolución del juego: El fútbol moderno es más físico, con mayor intensidad, velocidad y competitividad, lo que incrementa las colisiones.
Balones modernos: Aunque son más ligeros, alcanzan mayores velocidades, lo que aumenta la fuerza de impacto en la cabeza. Esto puede causar que el cerebro “rebote” dentro del cráneo, generando microtraumas.
Falta de regulación en categorías inferiores: A pesar de restricciones en países como EE.UU., Reino Unido y Escocia (que prohíben cabezazos a menores de 12 años), en muchas regiones los niños siguen cabeceando sin limitaciones.