El Hyrox se ha convertido en tendencia dentro del mundo del fitness competitivo. Desde su irrupción en el panorama internacional hace poco más de un año, ha captado la atención de miles de atletas que han decidido probar esta modalidad, incluso dejando de lado prácticas más consolidadas como el CrossFit. La pregunta que surge es inevitable: ¿es mejor el Hyrox? ¿Qué lo hace diferente? ¿Por qué tantos deportistas están haciendo el cambio?
Como en todo análisis comparativo en el ámbito deportivo, la respuesta depende de múltiples factores: el perfil del atleta, los objetivos de entrenamiento y el contexto de aplicación. Así lo explica Mario Muñoz, doctor en Medicina del Deporte y director pedagógico de Fit Generation, quien subraya que la comparación directa puede ser reduccionista. “No son disciplinas excluyentes. Si te piden que elijas, posiblemente exista un interés comercial más que científico”, advierte.
Desde el punto de vista del rendimiento, Muñoz aclara que el paso de atletas de élite del CrossFit al Hyrox no implica necesariamente una superioridad. “Puede deberse a una interpretación adecuada de las señales del cuerpo y una reorientación hacia áreas donde aún pueden rendir al máximo”, comenta. CrossFit, por su parte, plantea un enfoque integral basado en diez capacidades físicas fundamentales, desde la fuerza hasta la precisión, buscando una progresión lenta pero sostenida a través de entrenamientos variados y adaptativos. Lea: Torneo Esmeralda de Golf: buenos golpes y solidaridad
Hyrox, en cambio, propone una estructura fija de competición: ocho kilómetros de carrera intercalados con ocho estaciones de ejercicios de fuerza y resistencia. A diferencia del CrossFit, no se emplean barras olímpicas ni movimientos gimnásticos en suspensión, y el uso de implementos como pesas rusas es limitado. Esto define una propuesta más estandarizada y específica, con un alto componente de resistencia aeróbica y cargas moderadas.

Uno de los elementos clave que marca la diferencia es la técnica requerida. El CrossFit incluye movimientos complejos como el snatch (arrancada olímpica) o el muscle up, que exigen un alto grado de coordinación, movilidad y dominio técnico. Estas características pueden suponer tanto un incentivo como una barrera de entrada. Hyrox, en contraste, presenta patrones de movimiento más accesibles y menos especializados, lo que facilita su adopción por un público más amplio.
Desde la perspectiva fisiológica, también existen diferencias notables. La estructura del Hyrox lleva al atleta a sostener esfuerzos prolongados en un umbral aeróbico elevado. Como detalla Muñoz, “una participante se enfrenta a 50 metros de empuje de trineo tras dos kilómetros de carrera y una prueba de skierg, con más de la mitad de la competición aún por delante”. Esto plantea un reto de resistencia de larga duración más cercano al modelo del training endurance que al de potencia máxima.
Por el contrario, las competiciones de CrossFit, que se desarrollan a lo largo de dos o tres días con múltiples eventos, exigen una versatilidad extrema. No basta con ser potente o rápido: los atletas más exitosos suelen tener antecedentes en halterofilia y muestran una capacidad aeróbica sólida para su masa muscular. El perfil del campeón es el de un generalista con picos de especialización, capaz de adaptarse a estímulos diversos en poco tiempo. Lea: La Federación Colombiana de Fútbol (FCF) lamenta la partida de Jorge Bolaño
Así, más que enfrentar al Hyrox con el CrossFit, el análisis invita a entenderlos como expresiones distintas del fitness competitivo. Ambos formatos tienen valor, dependiendo del objetivo, la historia deportiva del atleta y su tolerancia a la complejidad técnica. La evolución del Hyrox no representa una amenaza, sino una ampliación del ecosistema del entrenamiento funcional y una respuesta más accesible para quienes buscan rendimiento sin sacrificar simplicidad.