Cartagena amaneció con un clima a lo Medellín, con cierto frío. El astro Rey no brilló, como suele hacerlo en La Heroica.
Pero también los cartageneros amanecieron Modo Selección. Sí. Este equipo que tiene ilusionado a los colombianos en todo el mundo.
Los colombianos llenan en cualquier parte del mundo el estadio para ver a su Selección y extasiarse con la magia de James Rodríguez y la velocidad del guajiro Lucho Díaz o de John Córdoba.
La selección Colombia definitivamente es una pasión a lo largo de todo el país.
Y Cartagena no es la excepción. Los diferentes barrios de la ciudad se vistieron de amarillo, azul y Rojo para apoyar a su equipo amado, que esta vez salió a la cancha con nueva indumentaria, de camiseta blanca total, pero eso sí con los cores de la bandera: amarillo, azul y rojo.
Ni un solo estadero o tienda de la ciudad se quedó sin abrir temprano para esta gran fiesta. Sí porque cuando la Selección juega es una fiesta y las frías -no sé por qué- no se hacen esperar. Te puede interesar: Por esto, Selección Colombia causó conmoción al norte de Barranquilla

Después de aquella sufrida derrota ante Bolivia, los hinchas cartageneros se agolparon en cada establecimiento, estadero, tienda o en sus casas con la ilusión de ver ganar y golear a su Selección ante una pálida selección chilena, que naufraga en el sótano de las Eliminatorias.

Ellas, las mujeres, también se sumaron a esta fiesta, todas vestidas con la antigua camiseta de Colombia. “La camiseta blanca no ha salido al mercado, pero parece que está buena para el salseo”, una risueña seguido de James.

En la redacción de El Universal el apoyo es total a la Selección. “Eche pa’ el patio”, solía decir el periodista de economía Hermes Figueroa cuando Colombia estuvo a punto de abrir el marcador.
El júbilo del primer gol de Davinson Sánchez se escuchó en toda la ciudad. El abrió el marcador, un 1-0 justiciero. Entonces, la Colombia de James y su banda se agrandó en la cancha y un vaho de goleada parecía iluminar el aire.
Fiesta en Bruselas

El gobernador Yamil Arana se unió a la fiesta y montó en la cancha del barrio Bruselas una pantalla gigante. Todo el barrio, sin distingos de clase, se unió a esta fiesta.

Y ese es el fútbol, no conoce clase social; todos se unen en un abrazo fraternal cuando la selección hace un gol. Y se evidenció con el cabezazo de Davinson.
En el primer tiempo, Colombia mereció concluir con un 2-0. Pero el silbato venezolano Jesús Valenzuela, en apoyo del juez de línea, decretó el fuera de lugar.
La tarde ya comenzaba a declinar. Cartagena está fresca, no hay sol. En el Metropolitano es a otro precio.
Comenzó el segundo tiempo y arriba los corazones.
Lucho, presente
Y tenía que llegar el gol del guajiro Luis Díaz, merecido.
Y cómo alegró ese gol a la gente. Minuto 6, Lucho lo festejó a rabiar, así como toda Cartagena. En cada barrio se sintió el estallido de felicidad.
Un 2-0 que emociona y que deja en el olvido la derrota ante Bolivia. Entérate: Cambio de horario para el próximo partido de la Selección Colombia

Colombia, con 19 puntos en el refrigerador, camina a paso seguro hacia la clasificación del Mundial 2026.
La Selección seguía paseando a Chile -muy diferente al partido ante los bolivianos- y la gente se emocionaba con su juego, en sana paz, como suele ser, con civismo, educación y respeto.
Carrascal, a la cancha
Una alegría infinita se sintió en toda ciudad al ver en la cancha al cartagenero Jorge Carrascal, quien entró al minuto 77 por John Arias. “Vamos mi hermano”, se escuchaba.
Y llegó tercero al minuto 82. John Durán, tenía que ser, el pelao de 20 años, escribía su nombre como goleador con la Tricolor.
Un 3-0 dilapidario y con aroma para el cuarto. James, con nuevo look no marcó, pero genero fútbol y Colombia ganó como grande. Al minuto 86 fue sustituido por Juan Fernando Quintero y la hinchada en el Metro lo despidió con una emotiva ovación. James es James, generó fútbol, hizo asistencia, se comió la cancha. Su exquisitez sigue intacta; también tiene fanaticada propia.
Y llegaría el cuarto, al minuto 90+3, de Luis Sinisterra, que el VAR justificó porque el árbitro lo negó al principio.
Una goleada cantada, un triunfo perfecto, la Tricolor es eso, fiesta, por eso inspira pasión, una pasión que se sintió en todos los barrios de La Heroica y que todo el país enarboló con el corazón.