Nadie mejor que Simone Biles en los Juegos Olímpicos París 2024

Pensé que Estados Unidos no me quería”, confiesa la gimnasta más condecorada del mundo en conversación con Alex Cooper, conductora del pódcast ‘Call Her Daddy’.

Deportes12:04 p. m.

El jugador cartagenero que fue al matrimonio de Luis Díaz

JUAN MARTÍNEZ CASTELLAR

12:04 p. m.

Más Podcast

Desde niña se dedicó a vivir sin importar las dificultades de cómo había llegado al mundo, si era fruto de la relación de padres adictos o si sus abuelos la habían adoptado y ahora llama hermanos a sus tíos. Nunca le importó de dónde vino su talento, solo recuerda aquel día, con tan solo seis años, que junto a su hermana llegó a un gimnasio y vio la magia. “Vi a las gimnastas y dije: “yo puedo hacer eso”. Lo hice, los entrenadores me pidieron que repitiera los ejercicios. Ahí comenzó todo”. Lea aquí: Simone Biles supera a Rebeca Andrade y recupera el trono en el all-around olímpico

Simone Biles cuenta una historia de resiliencia, de lucha y sobre todo de rebeldía. Una atleta debe ser, sobre todas las cosas, rebelde para desafiar las leyes de la gravedad, de la física, de la vida misma. Confiar en el aire, en la nada y en lo incierto. Volar sin alas, pero volar al oro. Lea aquí: El abrazo de Luisa Blanco y la estrella Simone Biles

La historia de Simone Biles comienza con una niña sin conciencia de que con su talento podía vencer y ganar. Fue hasta su primer podio, con medalla dorada sobre su cuello, que el espíritu competitivo surgió. Ahí comenzó todo, pero fue en los Juegos Olímpicos de Río 2016 que pisó el escalón de la gloria y adquirió el peso de “cumplir”, así que al llegar a Tokio 2020 y decir “no voy más”, fue un shock para el mundo de los deportes y se convirtió para muchos en la “gran decepción”.

Ella no podía fallarle al público, a las marcas y mucho menos a su país. Pero sabía que a quien no podía darle la espalda era a ella misma, a la primera gimnasta afroamericana en ganar el título mundial individual general, tres años consecutivos (2013, 2014, 2015).

“Después de Río, sentí la presión sobre mis hombros, el reflector de las cámaras y la opinión de todos. Mi familia se ha encargado de que todo sea normal. En esos olímpicos había alcanzado la meta más alta, el oro y solo tenía 19 años”, confesó. Lea aquí: La historia detrás de la periodista que quiere comprar al Real Cartagena

“Para mí, mi vida era normal y mis padres se encargaron de que todo fuera tan real. Fui consciente del significado de la adopción cuando en una reunión de niñas dije “soy adoptada” y todas se escandalizaron, preguntándome por qué lo decía con tanta naturalidad”, expone la “cabra” (The Goat) de la gimnasia. Asegura que sus padres nunca han faltado a sus presentaciones y siempre los ha visto aplaudir cada salto, desde los mortales hasta los más sencillos, desde la grada; por eso, al no tenerlos en Tokio, todo lo que sentía se engrandeció. Lea aquí: Coco Gauff, la campeona afroamericana del US Open que hace historia

Su titulo más grande, impuesto por los seguidores, está respaldado por 11 medallas olímpicas (7 de oro, 2 de plata y 2 de bronce), 30 medallas en Campeonatos del Mundo (23 de oro, 4 de plata y 3 de bronce), récord de medallas de oro en Mundiales (23) y récord de títulos de concurso completo en Mundiales (6) en la competición femenina. Sin lugar a duda, ella es la mejor de todos los tiempos. No dicho por quien escribe sino por Nadia Comaneci, considerada la mejor gimnasta de la historia hasta el jueves 1 de agosto, cuando en París al pisar la pista central con un bastón en la mano y golpear tres veces, dio inicio a la justa más importante y de mayor mérito: “Todos estamos aquí para ver a la maravillosa Simone Biles, por supuesto, tengo nueve medallas olímpicas y ella ocho, pero creo que me va a pasar”.

Así como ha ganado, ha quedado de segunda, tercera y hasta fuera del podio, porque aunque usted no lo quiera creer, ella es una persona de aciertos y errores. Lea aquí: Julieth González, la costeña que hace periodismo deportivo en Alemania

Fue en Río donde conoció el estrés de tener a una atleta respirándole en la nuca. Todo ese huracán de emociones despertó con el talento y la presencia de Rebeca Andrade. Aquella joven que es, actualmente, campeona olímpica y mundial, y sigue mirando a la estadounidense con la misma admiración de quien tiene en frente a su inspiración. Amigas fuera de pista y rivales en barras asimétricas, de equilibrio, suelo y salto de potro.

“No quiero competir con Rebecca. No más. Nunca he tenido una atleta tan cerca. Me puse alerta y sacó al mejor atleta que había en mí. Así que estoy emocionada y orgullosa de competir con ella, pero me hace sentir incómoda. Me gusta esa sensación. Estaba estresada”, comentó después de alzar y morder su sexto oro en París 2024. Lea aquí: Juegos Olímpicos París 2024: Luisa Blanco, la gringa que vive al ritmo de Colombia

Quien iba a pensar que la mujer que fue abusada por su médico durante años, al igual que sus compañeras, que vivió ese escarmiento público a través de un televisado y documentado juicio, a quién se le exigió que tenía que ser voz sin dimensionar lo que estaba pasando, hasta que en Tokio, en competencia y realizando saltos que podían costarle la vida, fue consciente de que estaba mal emocionalmente, destruida su confianza y cuestionado todo lo que era normal. Lea aquí: La historia de la familia antioqueña que le dice “sí” a Cartagena

Valiente es Simone Biles porque valentía es levantar la voz y reconocer que tu cuerpo y mente no están conectados. Ella sintió que muchos en Estados Unidos no la querían más, sintió que el mundo no la respaldó, pero ahí estaba ella, dispuesta a hablar y a saltar, con el peso de la gloria, hacia la redención. Lea aquí: Simone Biles agranda su leyenda y logra tercer medalla dorada en París

En Río conoció la gloría, en Tokio el dolor y en París abrazó su humanidad. “No soy el próximo Usain Bolt o Michael Phelps, soy la primera Simone Biles”.