El rey del sóftbol femenino de Colombia llega al cielo como grande.
Omar Franceschi es el artista del sóftbol femenino. Un maestro, reconocido en el mundo, que enseñó a jugar a todas las niñas de Bolívar.
Y Dios cuando llegó al cielo le hizo la venia porque fue un grande. Lea aquí: ¡Vamos, sí se puede!: Real Cartagena va por tres puntos ante Fortaleza
¡Qué dolor para ellas!, esas softbolistas que enarbolaron la bandera de Bolívar y alzaron con lágrimas en los ojos las medallas de oro en muchos Juegos Nacionales.
El fue su mentor, quien las enseñó a triunfar, a ser grandes.
Golpe al mentón. Lloran sus hijas. El las enseño a todas a jugar, a mostrarse para ser grandes en este deporte, insignia de Bolívar.
Llora Chavela Pérez, pues él la enseño a ser la mejor del país y a ganar esa medalla de oro en los Juegos Nacionales de 1996 para eclipsar el dominio de Antioquia y Ana María Jailler.
Lloran Luz Leivis Leivis Pérez, la flaca explosiva; Zunilda Mendoza, Patricia Buj, Bertha Bravo, Bertha Gómez, Claudia León y toda esa constelación de estrellas, forjadas por Omar.
Llora todas esas niñas que Omar las enseñó a jugar buena pelota.
Lloran todas esas jugadoras de los corregimientos que hoy son las mejores del país por Omar.
“El sóftbol es mi vida y ellas son mis hijas”, decía Franceschi con esa sencillez y amor por el deporte que lo dio a conocer como el mejor entrenador del sóftbol de Bolívar.
Omar eclipsó la hegemonía del sóftbol de Antioquia. Y ese día que lo hizo en el 1996 en Bucaramanga lloró. Nadie lo había hecho, por eso es el rey, aunque los institutos lo ignoraron y lo olvidaron. Paz en su tumba.