En La Candelaria, un barrio difícil, en donde se vive en pobreza extrema, Eduardo Carrillo, exfutbolista profesional, comparte todos sus conocimientos con una escuela de fútbol llamada Deportivo Carlos, que reúne a los mejores jugadores de este vecindario y de los barrios aledaños.
Carrillo, quien se desempeñó como volante mixto y es muy recordado y querido por su paso por Real Cartagena, expresó que le gusta enseñar, mostrarles el camino “para que no se pierdan en las drogas, la violencia o el alcohol. El deporte te lleva por la ruta correcta, la del bien, y si por ahí el pelao tiene condiciones bien podría apostarle al fútbol, para mejorar su calidad de vida y la de sus familiares”.
Ellos son niños con mucho talento, así como el de Carrillo o Wílmar Barrios, dos hijos nacidos en La Candelaria que salieron adelante pateando un balón, con carácter y mucha disciplina.
El deporte, que suele construir una mejor sociedad, aparece como una de las principales herramientas de salvación para los habitantes de este populoso barrio de Cartagena, en donde sobrevivir, en ocasiones, resulta muy complicado.
“Esto me apasiona mucho, me encanta enseñar, tenemos 6 categorías, metimos a cinco de ellas en semifinales de la Liga y me gané la 2014, que son niños de 7 años. En total hay unos 90 niños, estoy muy motivado, vamos bien”.
Carrillo asegura que en el 2022 el objetivo es “ser protagonista en la Liga, salvar muchas vidas, porque el lema de escuela es: construyendo sueños salvamos muchas vidas”.
Elías Guardiola Ortega, con 7 años, asegura sin titubeo: “nací para jugar al fútbol. Esa es mi pasión. Juego como volante extremo, desde los cuatro años empecé a jugar y no he parado, esto me divierte. Quiero sacar a mi familia adelante, soy hincha del River Plate, admiro a Jorge Carrascal, es un crack”.
Thiago Andrés Jiménez Gómez. Tiene 7 años, admira a Cristiano Ronaldo y Killyan Mbappé. “Sueño con ser futbolista profesional, esa es mi meta. Me esfuerzo mucho en el Deportivo Carlos para mejorar cada día. Jugar en el PSG sería lo máximo”. Cursa tercero de primaria en el colegio Luis Carlos López.
Keiler Ramos tiene 7 años, juega como volante y ha encontrado en el fútbol una forma para ser feliz. “Quiero llegar a la profesional. Me encanta el PSG, Mbappé es el mejor jugador del mundo. Vivo en La Esperanza, pero me entreno en La Candelaria”, asegura.
