Visitación Herazo fue una mujer luchadora, de temple, que nunca se arrugó ante la adversidad.
Hoy lamentamos con profunda tristeza su fallecimiento. Era la madre del exgrandes ligas Édgar Rentería, de Edison y Ever.
“Doña Visi” tuvo un vientre privilegiado, parió a Édgar Rentería -único colombiano héroe de dos Series Mundiales de Béisbol- y MVP en el 2010. Y eso es mucho qué decir.
Visitación nació en Yucal (Bolívar). Tenía 91 años.
Ella sola crió a sus ocho hijos, en una época dura. Lo tocó hacer de todo, planchar, haciendo rifas, vendiendo cerdo, bollos, así crió y levantó a sus hijos, con un don único, de humildad y sencillez.
Visitación siempre vivió en Montecristo, un barrio especial, donde se levantaron toda esa pléyade de grandes peloteros que enarbolaron la bandera del Atlántico en los años 90, como Adolfo Núñez, Jesús Ortega, Néstor Pérez, Nelson Pozuelo, Oswaldo Salinas y ahí también vivieron alquilados Roque Román, Henry Garcés, entre otros.
Con el majestuoso Tomás Arrieta, como símbolo del barrio, que sirvió de aya para que Edison -primero- y luego Édgar Rentería se convirtieran en los peloteros del momento en la época en Colombia, ahí Visitación jugó un papel especial. Con su alimentación y esa ternura única para que Édgar fuera hoy el más grande peloteros colombiano de la historia.
“Mi mamá es un ejemplo de berraquera, hizo ella sola todo para criarnos y ser personas de bien. Todo lo que he logrado se lo debo a ella y a Edinson, que siempre me ha apoyado”, dijo Édgar en 1997 cuando ganó la primera Serie Mundial con los Marlins de la Florida.
Cuando Édgar le pegó ese hit caliente por encima de la segunda base, en el undécimo inning, al pitcher Charles Nagy para fletar al plato a Craig Counsell y dejar tendidos en el campo 3-2 a los Indios para darle el primer título de la Serie Mundial a Miami, “Doña Visi” se desmayó en las gradas del estadio Pro Pleyer, pero fue de felicidad, porque nadie se asustó. El estadio bramaba de euforia colectiva. Sandra -la esposa de Edinson- no se inmutó, la revivió con palmadas llenas de alegría.
Édgar fue su hijo querido, bendecido por esa varita mágica que Dios concede a los grandes, porque 13 años después, en 2010, también definió la Serie Mundial de 20210, para darle el título a los Gigantes de San Francisco. Pero no solo eso, ganó un trofeo único, el Premio MVP, histórico, el de Jugador Más Valioso de la Serie Mundial. Palabras mayores, nadie lo ha logrado.
“Doña Visi” llegará al cielo alegre porque hizo todo lo que debe hacer una madre humilde para levantar y criar a sus hijos y tuvo todo lo que en vida deben darle los buenos hijos a sus madre.
Triste están los Rentería-Herazo, triste está Montecristo, triste está Barranquilla, triste está Colombia, triste está la familia del deporte.
