En plenos cuadrangulares semifinales del Torneo Águila, en los que se debe estar hablando de victorias del Real Cartagena que nos acerquen a la A, la prensa no solo registra malos resultados deportivos sino insultos, intentos de agresión y amago de paro.
Solo se suma un punto de seis posibles, tras la derrota 1-0 en Barranquilla ante Chicó y lo peor es el distanciamiento marcado entre sus directivos y jugadores.
El camerino por poco se convierte en un ring de boxeo, la calentura estuvo a punto de pasar a mayores, en un hecho bochornoso que no habla para nada bien de un equipo que ha pregonado la frase “juntos por el ascenso”.
El florero de Llorente es el famoso paro de los jugadores anunciado por Acolfutpro para el próximo 2 y 3 de noviembre.
Una vez terminado el juego, el presidente de Real Cartagena, Rodrigo Rendón, bajó al camerino a preguntarle a los jugadores si en verdad se irían a paro en estos momentos cuando el equipo se estaba jugando el ascenso y estaba al día en el pago de sus salarios. Entonces, se armó la ‘grande’.
Jhon Lozano, defensa centro de Real, increpó a Rendón y según el directivo intentó agredirlo a él y Alex Rendón, gerente del equipo.
“Me intentó golpear delante de mi hijo y un sobrino, yo les hablé en buena tónica, pregunté simplemente si iban o no a jugar porque ya se iba a armar el viaje a Bogotá para enfrentar el martes a Fortaleza”, dijo Rendón.
Pero Lozano en una entrevista a los Dueños del Balón de RCN desmintió todo.
“No era el momento para hacer reclamos que tuvieran que ver con el paro, me calenté un poco, soy un hombre de carácter dentro y afuera de la cancha, pero nunca intenté agredir al señor Rendón”, sostuvo.
Agregó que “Siempre he estado comprometido con el equipo. No era el momento ni la forma para llegar al camerino y decir que habíamos perdido por estar pendientes del paro”.
El jugador fue citado a descargos y de momento fue separado del grupo.
El club, a través de un comunicado afirmó que: “Durante los últimos 11 meses todas las fuerzas vivas de la ciudad han trabajado arduamente para brindarle las garantías a los jugadores, con el propósito que permanezcan enfocados en la consecución del ascenso. Un cese de actividades en plena etapa final del torneo estropearía todo el esfuerzo del club”.
Mientras que directivos y jugadores se pelean en la recta final, la afición es la que paga los platos rotos, pues es la que sufre con el calvario de tener al equipo en la B, un torneo de poca monta, en el que nada raro tiene que sigamos entre 5 y 10 años más.
