Roberto Alomar, Salón de la Fama de Cooperstown, se convirtió en el personaje más ilustre que visita a Cartagena por estos días.
El puertorriqueño llegó a la tierra que más siente y ama al béisbol en Colombia: La Heroica, la cual se ha rendido ante el gran legado que dejó en el béisbol de las Grandes Ligas, especialmente con el equipo Azulejos de Toronto, donde alcanzó dos anillos de campeonato.
Su presencia, al igual que la de su coterráneo Carlos Baerga, se logró gracias a la gestión de la Fundación Resilientes y el apoyo de la Fundación Tractores, Canapote Siglo XXI y el Ider.
“Estamos en Cartagena para enseñar nuestros conocimientos a los niños y jóvenes. Que sea lo básico y de una manera sencilla. Estamos aquí por ellos”, dijo Alomar tras cumplir con una agenda de clínicas en el estadio Mono Judas Araújo.
Para el expelotero, lo más importante para la formación integral y deportiva de un niño es el apoyo de los padres.
“Mi padre era mi ídolo. Yo jugué pelota por él”, describió Alomar. Explicó que en su familia su papá (Sandy Alomar) y su tío jugaron béisbol y decidió seguirles los pasos.
“En mi casa me enseñaron valores y eso es lo que deben transmitirle los padres a sus hijos”, narró.
Esta es la primera visita que hace Alomar a Cartagena. Se mostró sorprendido por la cantidad de peloteros que encontró en los distintos escenarios.
“Desde que me retiré me dije a mí mismo que ayudaría a los niños y a los jóvenes a jugar pelota y llevarlos por el camino correcto para que logren sus sueños”, señaló.
Alomar se dedica a ir a varios países de Latinoamérica a llevar sus enseñanzas a los niños que sueñan con llegar a las Grandes Ligas. Tiene una empresa de relaciones públicas, también una compañía de bates en Toronto. Además, trabaja como asesor de los Azulejos y con el comisionado de la MLB Rod Manfred.
Roberto Alomar cumplió 30 años de haber debutado en las Grandes Ligas con los Padres de San Diego. Recuerda que su primer hit se lo pegó a nada menos que a Nolan Ryan, uno de los mejores lanzadores de las Mayores en esa época. En 1990 fue traspasado a los Azulejos, equipo canadiense, donde Alomar llegaría a ganar dos anillos de serie Mundial en 1992 y 1993, en forma consecutiva.
Afirma que la ética de trabajo lo llevó hacer grandes cosas en el deporte. “Creer en mis habilidades, trabajar duro todos los días y lo más grande para un pelotero es amar lo que uno hace todos los días. Sigo amando la pelota y por eso fue que pude lograr muchas cosas. A los niños les digo que amen al béisbol y si no estudien”.
El ganador de 10 Guantes de Oro aseguró que “yo nunca jugué para ganar premios ni para halagarme. Yo nací con un talento para jugar béisbol gracias a Dios”.
Sobre lo que le dejó el béisbol para su vida expresó que “para mí, la mayor satisfacción fue disfrutar los partidos todos los días y jugar por 17 años en las Grandes Ligas”.
Hoy será el último día de actividades que cumplan Roberto Alomar y Carlos Baerga en Cartagena. Esas actividades incluyeron también una capacitación a un grupo de entrenadores de los clubes de la ciudad. Estarán hoy a las 3 p. m., en Canapote compartiendo sus enseñanzas con los niños de ese sector de la ciudad.



