Entre música, frías y conversaciones cargadas de risas, se juega en la cancha de tejo de la Urbanización Contador uno de esos torneos que divierten a los hombres que practican este deporte y que con cada explosión de las mechas, cuando logran darle, brindan por lo conseguido, alzando las botellas y las copas de algún licor.
En medio de ese ambiente "pa machos", brilla la sonrisa de Nilce Arteaga, una cartagenera de pura sepa que por esas cosas del destino conoció el tejo hace diez años y se enamoró de él.
Turmequé, un deporte practicado hace más de 500 años por los Muiscas, una tribu del centro del país, por tradición es conocido como el único deporte inventado en Colombia.
"Sí, por tradición dicen que es para hombres, pero a mi me gusta por el simple hecho que me siento bien jugándolo", le dice Nilce a este medio.
A sus 56 años no se pierde ningún torneo organizado por el club de tejo Marinos de Cartagena, al cual pertenece.
"Algunos pensaron que no aprendería a jugar, pero desde que agarré un tejo se me hizo fácil practicar el deporte", agrega la enamorada del deporte criollo.
Sus dos hijos, ya profesionales, siempre la han apoyado. Arteaga conoció el deporte a través de su compañero y desde entonces se convirtió en toda una maestra a la hora de agarrar y lanzar el tejo hacia la mecha.
"Mis hijos no juegan, pero me apoyan, el tejo es algo que nació conmigo", apunta Nilce.
PALMARÉSNilce Arteaga es toda una institución en el tejo e inspiración para las pocas mujeres que practican este deporte en la Heroica.
Campeona en el torneo de la Universidad de Cartagena, campeona en el del Seguro Social y ganadora del torneo de Marinos de Cartagena, Nilce deja huella no solo en el barro de las canchas y en las mechas que explotan con sus lanzamientos, sino en la memoria de los jugadores que le hacen venia y la aplauden reconociendo su talento.
"Es toda una señora y experta del tejo", expresa Samuel Galindo, practicante de este deporte.
Un deporte en el que se gana respeto a base de buen juego, Nilce deleita domingo a domingo a todos los que la ven tirar el tejo a más de 10 metros, para luego disfrutar del ensordecedor sonido producido por la explosión de la mecha, a la que pocas veces falla Nilce.
