Quienes conocimos y quisimos a Mary Gamez tenemos claro que nunca volveremos a estar cerca de una mujer como ella, porque su alma no tenía igual.
Mary falleció hace pocos días, a los 54 años, a causa de una enfermedad crónica que, por más difícil que fuera, nunca le quitó las fuerzas para ayudar a los demás, sobre todo a los niños. Lea: La mágica mañana que vivieron los niños de Palenque
Hace 8 años salió de su natal Caracas, escapando de la difícil situación de Venezuela y llegó al municipio de Arjona, Bolívar. No pasó mucho tiempo para que Mary comenzara a descubrir y enamorarse de esa tierra, convirtiéndose en una bolivarense más.

Esa mujer que en su país de origen encantaba con su personalidad y obras sociales, comenzó a mostrar su espíritu de líder en la tierra del bollo de mazorca y un día se le ocurrió decirle a su esposo Albert Herrera y a su hijo Albert que deseaba hacer una fiesta para niños del barrio donde vivían.
Al principio pensó en los pequeños paisanos suyos, pero con las semanas esa fiesta se convirtió en una fundación a la que bautizó Corporación M&M Eventos Solidarios. El objetivo de Mary era brindar espacios de alegría, magia y esparcimientos a niños venezolanos que atravesaban momentos de dificultad y lo logró no solo con ellos sino con niños de Cartagena y todo Bolívar.
Mary nunca se cansó de pedir donaciones, tocar puertas en otras fundaciones, hacer rifas, préstamos y acercarse a los medios de comunicación. Sabía la importancia de su gestión y comprendía que la unión hacía la fuerza y necesitaba que muchos conocieran la importancia de hacer reír a la infancia.
Trabajaba sin ánimo de lucro y los voluntarios nunca faltaban. No solo fue la líder sino la madre de un enorme grupo de jóvenes que la acompañaban a cada actividad y que ahora lloran su partida.
Mary tenía muchos talentos. Además de reconocer en el rostro de los niños la tristeza, sabía cómo hacerles olvidar sus realidades y llevarlos a un mundo de fantasía donde ellos eran los protagonistas.
También elaboró personajes como payasos y disfraces de diferentes dibujos animados y caricaturas, en especial de Mickey y Minnie Mouse además de Spiderman, lo que le daba un plus especial a cada evento al que asistían. Lea: Familia venezolana regala sonrisas a los niños de Arjona
Desde almuerzos, jornadas recreativas, festivales y hasta cumpleaños, Mary siempre podía estar en celebraciones para niños que lo necesitaran. Con los años y la experiencia comenzó a acercarse a pequeños con enfermedades terminales y de escasos recursos, guardando en el corazón de cada uno de ellos momentos inigualables que se llevaron al cielo.

Mary asistía a clínicas y viviendas donde los menores eran atendidos. Los padres de los pequeños la contactaban para que los visitara y tuvieran un día lleno de diversión. Mary siempre estaba dispuesta, sin importar su estado de salud que en los últimos años se fue deteriorando a causa de una condición hepática.
A mediados del 2023, Mary regresó a su amada Caracas y estando allá con sus familiares organizó un evento recreativo que benefició a algo más de 300 niños. Al principio lo veía difícil por la situación del país, pero terminó siendo todo un éxito. “Ella estaba feliz porque estaba en su tierra, pero también porque pudo hacer la actividad para niños. Fue tan exitosa que las autoridades nos contactaron porque querían tener una alianza con nosotros, pero nos tocó regresar a Colombia, donde teníamos muchos proyectos pendientes”, contó en una ocasión el esposo de Mary.
La partida de Mary ha conmovido a todo Arjona. Sus esposo y su hijo afirman que nunca abandonarán la misión que Mary les dejó y, por el contrario, tratarán de hacerla sonreír en el cielo, donde están seguros que ella se encuentra y yo también lo creo.

Sus restos serán llevados a su país de origen, donde reposarán al lado de uno de sus hijos que murió en medio de un hecho violento que involucró a las autoridades de Venezuela. Mary nunca superó la muerte de su hijo y siempre que hacía feliz a un niño veía en su rostro al pequeño que le dio el título de madre.
No todos los días encontramos a una líder comunitaria que se desprende de sus dolores físicos, sus sufrimientos, problemas personales y sus intereses para llenar de alegría a un grupo de niños.
Antes de fallecer, Mary le pidió a su esposo y a su hijo Albert que, en compañía de sus voluntarios, realizaran todas las actividades que tenían programas. Que se divirtieran y llenaran de dicha a los pequeñines de Arjona y que, si era posible, expandieran las actividades a otras poblaciones porque, como siempre decía ella: “todos los niños merecen sonreír”.
Mary, de aquí al cielo, hasta siempre, querida amiga...