Fidel Leottau presentía que aquel sería el último viaje de su amigo Rafael Ithier, de 99 años, director de El Gran Combo de Puerto Rico, a Cartagena. La visita estaba agendada para el 31 de diciembre del 2025, en el Hotel Las Américas.
Al encontrar a Fidel sentado en la puerta de su bar, en el Portal de los Dulces, le pregunté por qué su amistad con Rafael Ithier había durado tanto. Su respuesta fue sencilla y reveladora: “Él ha durado tanto por la ley del cuerpo, y nuestra amistad ha durado porque desde que nos conocimos somos como primos. Hablamos tres y cuatro veces por semana. Ha venido a Cartagena más de quince veces; ha estado aquí conmigo, ha compartido ratos conmigo. Vino en septiembre, el día que cumplía años, y asistió a una presentación en la Plaza de Toros. Y ahora viene el 31 de diciembre al Hotel Las Américas, aunque no se sabe si podrá venir por la edad que tiene. ‘Si los médicos lo dejan, viene; si los médicos me dejan, voy’, me dijo”.
Rafael tiene mejor cabeza que yo, recuerda de todo. Lo conocí gracias a Luis Fernando Martínez. Cuando ellos se encuentran, se ponen a hablar y amanecen charlando de música. Luis Fernando le pregunta y él le contesta. Esos son dos tipos que tienen una cabeza impresionante. De Rafael Ithier hemos hablado estos días tanto con Fidel Leottau como con Luis Fernando Martínez, sin intuir que se nos iría, y también con César Pagano, quien logró una magistral entrevista para su libro “El imperio de la salsa”. César me ha permitido contar aspectos claves de esa intensa y luminosa conversación con el maestro Ithier. Lea: Fallece Rafael Ithier, fundador de El Gran Combo de Puerto Rico
Pero antes vuelvo a Fidel Leottau, que ahora está sentado otra vez en la puerta de su bar, el 6 de diciembre, con la noticia de la muerte de su amigo. Y entre las fotos que comparten sus amigos, como Juan Correa, aparece una muy conmovedora en donde aparece Rafael Ithier entrando al bar de Fidel con los brazos abiertos. También Luis Fernando Martínez me ha compartido un par de imágenes en la que está Ithier junto a Sofronín Martínez, y otra, en la que Fidel Leottau celebra junto a Ithier.

Rafael Ithier había delegado la dirección de su legendaria orquesta en 2010 al pianista Willie Sotelo, luego de ser operado de un cáncer en la garganta. Estaba muy agotado, pero con una lucidez abrumadora y un sentido del ritmo en cada movimiento y en cada una de sus palabras.
Rafael Ithier nació el 29 de agosto de 1926 en Río Piedras, San Juan, Puerto Rico. El primer recuerdo musical que tenía era a sus seis años, escuchando cantar a su tío Santiago Ithier, quien trabajó con el legendario músico Rafael Hernández, y luego, decidió irse a Nueva York, en donde creó el Trío Borinquen, y allí siguió cantando e interpretando la música de Puerto Rico, con su intensas tonalidades que hicieron felices los días de su infancia. Más tarde escuchó el Cuarteto Victoria de 1931, del que formó parte su tío Salvador Ithier, y los cuartetos Marcano y Mayarí, el Trío Matamoros, entre otros.
Rafael empezó tocando la guitarra a sus dieciséis años en el grupo El Hawaiano y su gran maestro fue Faustino Henríquez, Tito Fa, quien lo obligó a tocar el bajo. Y después tocó con el grupo Tahoné. No hay álbumes grabados de su paso por esos grupos. La hermana de Rafael estudiaba piano y él empezó a interesarse en ese instrumento, dejando soltar sus manos en el teclado, sin tener ningún entrenamiento.
La intuición y la pasión por la música lo llevaron a estudiar un poco de solfeo. Se unió al Combo de Rafael Cortijo cuando ya esa agrupación tenía siete años de trayectoria. Tito Fa se fue a Nueva York. Y Rafael fue reclutado para pagar el servicio militar en el Ejército de los Estados Unidos. Dentro del Ejército participó en la organización de la orquesta Los Borinquenians Mambo Boys. El 28 de enero de 1954 se licenció en el Ejército de los Estados Unidos. Se fue a Nueva York con 350 dólares, y estuvo tres meses en el Paladium de la 53 y Broadway.

Regresó en 1955 a Puerto Rico y se detuvo en la Parada 18 en la estación de radio donde tocaba Rafael Cortijo, a quien llamaban Cortijito porque era muy flaquito, estaba con un grupo de muchachos y se fue con ellos. Consideraba a Cortijo como un amigo con grandes inquietudes, un creador y gran percusionista que empezó tocando laticas que convertía en pequeños tambores hasta volverse un virtuoso tocando congas. Los dos se criaron juntos en la parada 21 en Saturce. Era jueves, y todos se fueron al cabaret La Riviera, en donde había un grupo tocando. Cortijo le preguntó a Ithier si esa noche de jueves tocaría con él. Todo el mundo empezó a ir al cabaret los jueves a escuchar a Cortijo y a los grandes músicos de Puerto Rico que empezaron a desfilar por allí. Una noche llegó Miguelito Valdés y los retó a que cantaran, y cantaron desde lastres hasta las cinco de la madrugada. Miguelito quedó deslumbrado con Cortijo y la fama se regó como pólvora.
Vino un italiano enterado de estos músicos talentosos y filmó la película Calypso, en la que aparecen Cortijo y su combo, con Rafael Ithier. Para él, Cortijo, con quien participó en su Combo durante siete años, fue el pionero y el apasionado defensor de la bomba, la plena y los ritmos de Puerto Rico, que Ithier reconoce haber asimilado y aprendido gracias a Cortijo. De los siete años con Cortijo, Ithier compartió cinco con Ismael Rivera, al que consideraba un guarachero absoluto.
Para Ithier, el cantante más completo que ha existido es Miguelito Valdés, bolerista excepcional, con una dicción casi perfecta, quien además tocaba la guitarra muy bien. Al recorrer el recuento de Pagano, me emociona saber que la Unesco ha declarado el Son cubano como Patrimonio Inmaterial Cultural, y en el Museo Internacional de la Salsa de Nueva York se anuncia la creación de una sala especializada a El Gran Combo de Puerto Rico y al excelso e inmenso aporte de Rafael Ithier. Lea: Alarma por la salud de Papo Rosario, recordado exintegrante del Gran Combo
En la enorme pantalla del bar de Fidel Leottau ahora suenan en concierto las canciones del amigo ausente: No hay cama pa’tanta gente, Un verano en Nueva York, Timbalero, Aguacero, Te regalo el corazón, entre otras. Este apenas es el comienzo de la vida intensa y fecunda de uno de los músicos mas grandes que ha dado la historia de la salsa. Rafael Ithier vivió para la música.

