¿Qué es el “ballet”?
El ballet es un estilo de baile nacido en la Italia del siglo XV. Un ballet es una obra de teatro que se vale de la música, la mímica y la danza para contar una historia. Tiene su propio lenguaje de señas y movimientos específicos que un bailarín debe realizar con precisión, soltura y agilidad. Uno de los ballets más conocidos es el que nos ocupa hoy: El Cascanueces.
Es importante saber que no hay dos producciones de ballet idénticas. Tienen coreografía, escenografía y bailarines distintos. Algunas cortan y reubican la música a su antojo. Otras, incluso, cambian partes de la historia, como es el caso de la producción de El Cascanueces que Rudolf Nureyev escenificara en 1963 y que es la que se presentará hoy en las salas de Cinecolombia. En ese sentido, el recuento de la trama que sigue no es exactamente lo que usted verá en el escenario, pero sí le servirá como base para apreciar en qué difiere la función.
La historia
El Cascanueces: Ballet Festivo es el resultado de la colaboración entre Marius Petipa (coreógrafo y libretista), Lev Ivanov (coreógrafo), Iván Vsévolozhsky (diseñador y libretista), Pyotr Ilyich Tchaikovsky (compositor) y los bailarines y personal a cargo de su estreno el 6 de diciembre de 1892 en el Teatro Mariinski, entre quienes destacó Antonietta Dell’Era en el papel del Hada de Azúcar (“Hada de las Almendras Confitadas” es su nombre original). Consta de una obertura, dos actos y 15 secciones. Número a número y según el libreto original, su trama es más o menos la siguiente:
Obertura: aquí no ocurre nada, es solo una introducción musical que presenta el tono alegre y fantástico de la obra.
Acto I
1. Escena, decoración e iluminación del árbol de Navidad: Nochebuena en casa de la familia Silberhaus. La protagonista, Clara, una niña pequeña, coloca adornos junto a sus hermanos, Fritz y Marianna. Los padres terminan de prepararse para recibir a los invitados, quienes finalmente llegan.
2. Marcha: los niños bailan una marcha y se deleitan con los regalos que entrega el señor Silberhaus.
3. Galop de los Niños y entrada de los Padres: tras hacer una ronda, los niños se sientan a jugar alrededor del árbol de Navidad a medida que llegan nuevos invitados, quienes también organizan una pequeña danza.
4. Escena de Baile: suena el reloj y un búho aparece sobre él, batiendo las alas. Cuando deja de sonar, llega el padrino Drosselmayer, un relojero de aire misterioso. Tras saludar, distribuye los regalos que ha traído: maravillas mecánicas y muñecos de cuerda. Los niños se encantan con lo que ven, pero el señor Silberhaus pide que los juguetes sean retirados antes de que alguien los rompa.
5. Escena y Danza del Abuelo: para consolar a los niños, Drosselmayer saca el último muñeco que queda: un Cascanueces en forma de soldadito. Clara está encantada con él e inmediatamente lo pone a romper nueces pequeñas. Su hermano Fritz, que es más impetuoso, lo usa para romper nueces grandes y acaba rompiendo el mecanismo del juguete. Acongojada, Clara se lo quita y lo coloca en una cama de muñecas. Por su parte, el señor Silberhaus invita a todos los adultos a bailar. La melodía que escogen es la “Danza del Abuelo”, una tonada alemana muy popular que también aparece en la obra de compositores como Robert Schumann.
6. Escena: Partida de los Invitados. Noche: los invitados se despiden y la familia se va a dormir, salvo por Clara, quien se queda a velar por su Cascanueces. De repente, ella escucha el chillido de ratones deslizándose por la habitación. El reloj suena otra vez y Drosselmayer aparece sobre él, agitando los brazos como alas. La habitación se transforma y todo se vuelve gigante.
7. Escena: La Batalla: Clara se esconde de los ratones, que invaden la habitación en gran número. Todos los juguetes cobran vida y se disponen a defender a la niña. El Cascanueces está entre ellos y es quien los comanda. El Rey Ratón aparece y lidera a sus tropas. Una cruel batalla se desata. El bando del Cascanueces parece derrotado, pero todo se soluciona gracias a Clara: tomando valor, lanza su zapatilla al Rey Ratón, distrayéndolo y permitiendo al Cascanueces dar el golpe final. Los ratones se retiran al ver a su líder muerto.
8. Escena: Un bosque de abetos en invierno: tras acabar con el Rey Ratón, el Cascanueces se transforma en un príncipe y le da las gracias a Clara por su ayuda. El árbol de Navidad se ha transformado en un bosque nevado y él la invita a seguirlo a través de él.
9. Vals de los copos de nieve: una ventisca se desata, pero poco a poco se va calmando.

Acto II
10. Escena: El palacio mágico del Reino de los Dulces: aparece un fabuloso castillo hecho de toda clase de delicias. El Hada de Azúcar (soberana del Reino de los Dulces), el Príncipe Coqueluche, las hermanas del Príncipe Cascanueces y su cortejo se encuentran en él.
11. Escena: Llegada del Cascanueces y Clara: Clara y el Príncipe son recibidos con gran alegría. El Príncipe relata lo ocurrido y todos celebran a Clara.
12. Divertimentos: varios personajes de dulce divierten a los presentes. Son el Chocolate Español, el Café Árabe, el Té Chino, Bastones de Caramelo rusos, pastoras de Mazapán Danés y mamá Gigogne (personaje cómico que representa la fecundidad) con sus hijos polichinelas, hechos de jengibre.
13. Vals de las Flores: no necesita explicación.
14. Baile a dúo: baile entre el Hada de Azúcar y Coqueluche, con una estructura muy típica; bailan ambos, baila él, baila ella y ambos otra vez.
15. Baile final y Apoteosis: todos celebran y, para cerrar, un grupo de abejas aparece junto a su colmena. Clara se regocija y el Cascanueces sigue contándole sobre las maravillas del Reino de los Dulces. Fin de la obra.
Como puede verse, el primer acto es donde ocurre toda la acción, mientras que el segundo es una larga sucesión de danzas temáticas. Por esto y por la alta presencia de niños bailarines en el plan original (lo que impedía incluir coreografía de mayor complejidad durante gran parte de la obra), El Cascanueces fue un fracaso durante su estreno. No ganó popularidad sino con el paso de los años y especialmente con las producciones de América del Norte, particularmente la de George Balanchine en 1954, que fue la que definitivamente lo convirtió en parte esencial de la temporada navideña de Estados Unidos. En general, las producciones de aquel país son más fieles al libreto original y han conservado el uso de niños o adolescentes en la mayoría de los roles protagónicos. Las producciones europeas, por contraste, se decantan más por usar adultos y convierten a Clara y al Príncipe en una pareja amorosa, siguiendo el concepto de Alexander Gorsky en 1919. La producción de Nureyev, que, como mencioné, es la que se presenta este fin de semana, se va por esta última línea.
El Cascanueces de Nureyev

Será transmitido hacia el mediodía (12:15 p.m.) y va por cuenta de la Opéra Bastille de Francia, que ha reemplazado lo que hasta hace poco fueran las transmisiones del Teatro Bolshoi desde Rusia (muy probablemente por el contexto geopolítico); fue creada por el famoso bailarín Rudolf Nureyev y los roles principales son interpretados por Dorothée Gilbert y Guillaume Diop.
Es apenas natural que cada director haga piezas a su modo, pero los cambios de Nureyev hacen al ballet incoherente y algunos son hasta de mal gusto. En primer lugar, está el solo concepto: Drosselmayer y el Príncipe (que en este montaje pareciera un personaje completamente distinto del Cascanueces) son interpretados por la misma persona, lo que básicamente convierte a la historia en una suerte de fantasía freudiana donde Clara fantasea con su padrino. El hecho de que ella y sus hermanos sean interpretados adultos (aunque el resto de los niños sigan siendo niños) apenas ayuda a disimular la implicación.
En general, es una producción lúgubre: los elementos fantásticos se convierten en un sueño de Clara y un sueño nada más. En lugar de la decoración del árbol, hay habitantes de la calle y vendedores ambulantes afuera de la casa de los Stahlbaum que son alejados por la policía. Clara en ningún momento ayuda en la batalla entre juguetes y ratones. No hay bosque de abetos ni tierra de los dulces, sino que Clara y el Príncipe bailan frente a algo que parece un lote baldío y pintarrajeado y, luego, una representación tétrica de la casa de los Silberhaus, donde la familia y los invitados aparecen como murciélagos con cabezas humanas. Los divertimentos usuales siguen, pero ahora sin un trasfondo que los justifique, el vals de las flores y el dúo (que ahora le corresponde a Clara y el Príncipe) no tienen un ápice de colorido y “sabor”, sino una ambientación beige y dieciochesca. Finalmente, Clara se despierta y el ballet termina con la salida de los invitados y la música callada que le corresponde, en lugar de la apoteosis triunfal que normalmente concluye todo.
Este tipo de reinterpretaciones de El Cascanueces eran especialmente comunes en la Unión Soviética, como lo señala la investigadora Lizzie Johnson. Ahí fue donde creció Nureyev y eso explica muchas de las idiosincrasias de su adaptación. A pesar de que la intención de criticar la hipocresía y la rigidez de la vida burguesa es comprensible, el ángulo psicoanalítico de estas producciones, centrado en una niña y un hombre mucho mayor, en nada aporta a los asomos de crítica social. Tratar de hacer un mensaje contundente a través de un ballet que fue creado sin mayores pretensiones, por lo demás, probablemente requeriría una reestructuración mucho más radical tanto del libreto como de la música.
Otros Cascanueces
Como alternativas, ofrezco a los lectores dos opciones, disponibles en Youtube. En primer, la producción de George Balanchine, que es probablemente la más cercana a las idiosincrasias del concepto original, dado que él había hecho parte del elenco del Teatro Mariinski cuando era estudiante y la versión de Petipa seguía en pie. Este montaje, además, restaura algunos elementos del cuento original en el que está basado El Cascanueces, del cual hablaremos más abajo:
La segunda opción es el montaje del Ballet de San Francisco, a cargo de Helgi Tomasson. Al igual que Nureyev, esta versión hace más prominente a la figura de Drosselmeyer, con la diferencia de que aquí en ningún momento se confunde con el Príncipe y, en su lugar, se limita a ser el guía de Clara a lo largo de una aventura fantástica, sin quitarle protagonismo o agencia en los momentos importantes:
A mi juicio, ambas son buenas opciones para tener un primer acercamiento al Cascanueces y más aptas para pasar una mañana o una tarde en familia.
Si solo quiere disfrutar la música, la grabación de Antal Doráti con la Orquesta Sinfónica de Mineápolis es una de las mejores opciones:
A estas alturas, quizás algunos de ustedes se estén preguntando de dónde salen los ratones y si acaso Drosselmayer sabe algo del Cascanueces que traía. Todas las respuestas están en la historia que dio su origen al ballet: “El Cascanueces y el Rey de los Ratones”, creada por E.T.A. Hoffmann y adaptada por Alexandre Dumas.
Hoffmann (y Dumas)

Ernst Theodor Amadeus “E. T. A.” Hoffmann (1776-1822) fue un prolífico escritor de cuentos prusiano. Aunque no es tan conocido por estos lares como los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen o Charles Perrault, sus historias se encuentran entre las más recordadas de la literatura del siglo XIX y han inspirado de todo un poco: obras de teatro, óperas, películas, comics. El origen del famoso ballet fue “El Cascanueces y el Rey de los Ratones” (1816).
El cuento fue escrito originalmente en alemán y publicado en la antología Historias para niños (que incluía los trabajos de varios autores). Más tarde, fue reimpreso en el primer volumen de Los hermanos de San Serapión (1819-1821, colección dedicada exclusivamente a la obra de Hoffmann). Consta de 14 capítulos y la mayor parte transcurre durante la época navideña en la casa de una acomodada e importante familia, los Stahlbaum. La protagonista del cuento es Marie, una niña de 7 años que está emocionada por los regalos que el Niño Dios traerá la noche del 24 de diciembre, así como los acostumbrados divertimentos de su padrino: Christian Elias Drosselmeier. Valga anotar que el Rey Ratón aquí tiene siete cabezas, en referencia a un fenómeno poco visto en la naturaleza conocido como un “Rey de Ratas”, que consiste en que varias ratas no pueden separarse porque sus colas quedan enlazadas.
La historia, en general, es idéntica a la del ballet hasta el momento en que Marie lanza su zapato. El Rey Ratón no es derrotado ahí mismo, pero sí se retira. Mientras se repone, la pequeña choca con la vitrina donde estaban colocados los juguetes, se corta el codo y cae desmayada. Permanece en cama varios y días y trata de contar lo ocurrido a su familia, pero nadie le cree. El padrino Drosselmeir finge ser como les demás adultos, pero, por supuesto, luego revela que él sabe todo sobre la historia del cascanueces y se la cuenta a Marie, se trata del llamado “Cuento de la nuez Krakatuk”.
Según Drosselmeier, había un reino donde el rey tenía problemas con la señora Mauserinks, una ratona de la nobleza, y su familia, quienes se habían aprovechado de la bondad de la reina y comido todo el tocino y la grasa de las salchichas que iban a ser entregadas al monarca. El rey escogió el castigo más desproporcionado y llamó a Drosselmeier para que colocara trampas en todo el castillo y, uno a uno, los parientes de Mauserinks fueron muriendo. Furiosa, ella se vengó mordiendo a la hija de los reyes, la princesa Pirlipat, y la transformó en ser deforme y monstruoso.
El rey y la reina pidieron a Drosselmeier que buscara la solución y, tras años de investigar, él llegó a la conclusión de que el modo de romper el hechizo era este: un chico que nunca se hubiera afeitado ni usado botas debía romper con sus propios dientes una nuez Krakatuk, conocida por su extrema dureza, entregar la parte blanda de la nuez a la princesa con los ojos cerrados y dar siete pasos hacia atrás si caer.
Drosselmeier buscó y buscó, bajo pena de muerte si fallaba, y descubrió que tenía todos los elementos a su disposición: la nuez estaba en poder de su hermano y el chico que buscaba era su sobrino. El niño hizo todo lo que debía y la princesa recuperó su forma, pero al séptimo paso, la señora Mauserinks se interpuso en su camino y lo hizo caer, muriendo ella en el accidente. Fue así como el chico quedó transformado en Cascanueces y como el futuro Rey Ratón se llenó de odio contra él. Aunque el sobrino Drosselmier había quedado prometido a la princesa si lograba curar a la princesa, ella lo rechazó al ver su nueva figura. Ahora el modo de romper el hechizo era conseguir las siete coronas de las cabezas del Rey Ratón y una muchacha que estuviera dispuesto a aceptarlo a pesar de su apariencia, de manera similar a La Bella y la Bestia.
Armada de conocimiento, Marie empieza a tratar distinto al Cascanueces, a hablar con él de cuando en cuando y a tratar de defenderlo del Rey Ratón, quien le pide sus muñecos de dulce a cambio de dejar en paz al sobrino de Drosselmeier. Las historias aparentemente descabelladas de Marie en torno a los juguetes dañados hacen enfurecer a su familia, pero, finalmente, el Cascanueces logra derrotar al Rey Ratón, poniendo fin a la calamidad doméstica. En agradecimiento por sus cuidados y su ayuda, el Cascanueces la lleva a conocer la Tierra de las Muñecas, donde se accede a través de la manga del abrigo del señor Stahlbaum, colgado en el ropero (posible inspiración para el portal en el ropero de Las Crónicas de Narnia). La Tierra de la Muñecas es un lugar maravilloso, habitado por toda clase de juguetes y lleno de edificios hechos de dulces.
El tiempo pasa y Marie se confiesa un día a sí misma que ella no habría sido como la Princesa Pirlipat y habría aceptado al Cascanueces tal y como era. Entonces, el hechizo se rompe y Drosselmeier aparece con su sobrino, quien afirma que ahora es rey en la Tierra de las Muñecas y desea hacerla su prometida. Marie acepta muy feliz y el narrador cuenta lo siguiente: “Supuestamente, Marie aún es reina de una tierra donde se ven fulgurantes bosques navideños por doquier, así como castillos de mazapán trasluciente – en suma, las cosas más espléndidas y maravillosas, siempre que tengas ojos dispuestos a verlas”.
Más tarde, Alexandre Dumas, padre (el autor de Los Tres Mosqueteros y El Conde de Montecristo), hizo su propia adaptación de la historia, según él cuenta, por la insistencia de los niños de una fiesta navideña a la que había llevado a su hija. La tituló simplemente “Historia de un cascanueces” (1844). A ratos, Dumas relata los hechos con sus propias palabras; otras veces, simplemente traduce del alemán; otras aún, agrega detalles adicionales, como algunos apartes sobre cómo Drosselmeier perdió su ojo y su cabello, o las princesas hermanas del Cascanueces. Fue con base en esta versión que Petipa, Vsévolozhsky, Ivanov, Tchaikovsky y demás hicieron el ballet.

Obras consultadas
- Dumas, Alexandre. (1844). “Histoire d’un casse-noisette”. Project Gutenberg [Sitio Web]. Recuperado el 9 de diciembre de 2025, en https://www.gutenberg.org/cache/epub/5104/pg5104-images.html
- Hoffmann, Ernst Theodor Amadeus. “The Nutcracker and the Mouse King”. The Nutcracker and The Mouse King, The Story of the Nutcracker [Trad. Joachim Eugroschel]. Penguin Random House.
- John, Lizzie. (2019) “Defecting to the Land of Sweets: Baryshnikov’s Nutcracker as Anti-Soviet Statement”. Penn History Review: Journal of Undergraduate Historians. (102-119). Recuperado el 9 de diciembre de 2025, https://repository.upenn.edu/server/api/core/bitstreams/7a55fe3e-0544-4344-97f9-53a9c7e34573/content
- “The Nutcracker”. (s.f.). The Marius Petipa Society [Sitio Web]. Recuperado el 9 de diciembre de 2025, en https://petipasociety.com/the-nutcracker/
- Wiley, Roland John. (1985). Tchaikovsky’s Ballets: Swan Lake, Sleeping Beauty, Nutcracker. Claredon Press.

