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Fuerte de San Felipe de Barajas: por qué debe llamarse cerro y no castillo

Más que un castillo o un fuerte, San Felipe de Barajas es un cerro fortificado en el histórico Cerro de San Lázaro. Conoce más detalles.

Fuerte de San Felipe de Barajas: por qué debe llamarse cerro y no castillo

El imponente San Felipe de Barajas en Cartagena. //Foto: Archivo.

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España dejó en Cartagena de Indias, más que en cualquier otra ciudad de Hispanoamérica, la herencia de su arquitectura e ingeniería militar.

Así, por ejemplo, hoy admiramos los fuertes de San Fernando y San José, que custodian la entrada del canal de Bocachica. A cada lado de la bahía se levantan las baterías de Santiago, San Francisco de Regis y el Ángel San Rafael, también en Bocachica; las de Punta Abanicos y Varadero, en Barú; así como las de Chamba, Santiago y San Felipe, en Tierrabomba.

Complementando este formidable y único sistema defensivo, fueron construidos —ya en la bahía interior, en el canal de acceso al puerto— los fuertes de El Manzanillo, San Sebastián del Pastelillo y Santa Cruz de Castillogrande (hoy en ruinas).

A ello se suma el recinto amurallado, con sus 22 baluartes, de los cuales se conservan 17, tras el tristemente recordado “murallicidio” de 1917. Los buenos cartageneros nunca olvidaremos a los responsables de aquella infamia: el gobernador Ramón Rodríguez Diago y el alcalde Enrique Grau Vélez, quienes, con la aprobación del Ministerio de Obras Públicas y el beneplácito de la Sociedad de Mejoras Públicas, adjudicaron la demolición —quién lo creyera— a la firma inglesa Pearson & Son Limited.

Pero por su poder de fuego, localización y logística, ya en tierra firme emerge el Fuerte de San Felipe de Barajas, a quien el académico de la historia Don Javier Rodríguez de Ávila en su extensa, maravillosa y bien documentada monografía dedicada al fuerte lo llama: la llave de la ciudad.

Entonces San Felipe de Barajas se constituye en la más grande y monumental fortaleza militar que el genio de España hizo en tierras de América, y es que fuertes como este fueron edificados por la Madre Patria en el Nuevo Continente. Es así como en San Juan (Puerto Rico) contemplamos los fuertes de San Felipe del Morro, San Cristóbal y la Concepción, en La Habana (Cuba) las fortalezas de los Tres Reyes del Morro y La Cabaña; incluso en San Agustín (Florida), que es la ciudad más antigua de Estados Unidos los españoles construyeron el fuerte de San Marcos.

San Felipe de Barajas: es cerro, no castillo. /Foto: Archivo.
San Felipe de Barajas: es cerro, no castillo. /Foto: Archivo.

¿Por qué el Fuerte de San Felipe de Barajas debe considerarse un cerro?

Respetando los conceptos de los historiadores, San Felipe de Barajas, no es ni castillo, ni fuerte. San Felipe es un cerro fortificado, ya que está enclavado en el Cerro de San Lázaro, así llamado por la proximidad del leprocomio en épocas pretéritas.

En propiedad se le llama indistintamente fuerte y castillo. La denominación de castillo es errada. Un verdadero castillo es de dimensiones colosales, tanto que en la Edad Media o Medioevo, se constituían en pequeñas ciudades en tiempos de asedio. Citamos el caso de los castillos de: Neuschwanstein en Alemania, los 11 castillos del valle del río Loira en Francia, el de Almodóvar del Río, en Córdoba, España, y el de Malbrok en Polonia a orillas del río Vístula, que ocupa un área de 210.000 metros cuadrados erigiéndose como el más grande del Mundo.

Quizás se dice Castillo de San Felipe, porque en la parte superior estaban las habitaciones del Castellano. El término Fuerte es más preciso ateniéndonos a los conceptos de la ingeniería militar española de los siglos XVI al XVIII.

Aunque su construcción se planeó en la gobernación de Don Francisco de Murga, fue en 1657 que el Gobernador Don Pedro Zapata de Mendoza inició las obras, gracias a que los prestantes de la ciudad convocados por el gobernador aportaron la suma requerida, y era tanto su interés que él mismo dio de su propio pecunio una suma considerable.

La primera parte de su construcción es la más alta y de forma triangular llamada el bonete, por su parecido al gorro de un obispo, y fue obra del ingeniero holandés Richard Carr.

Se le llamó San Felipe de Barajas porque, en el año en que se iniciaron los trabajos, Felipe IV era el rey de España, y Barajas porque el padre del gobernador fue el último conde con ese título.

Hoy en día, Barajas es una población cercana a Madrid, y el aeropuerto de la capital española lleva su nombre.

Posteriormente se le añadieron las temibles Baterías Colaterales, obra del genio de la ingeniería militar española Don Antonio de Arévalo y Porras, oriundo de Martín Múñoz de la Dehesa (Segovia-España), y, quien murió en nuestra ciudad en 1800 tras dedicar 49 años al servicio de las obras de defensa de Cartagena de Indias.

Las baterías construídas por Arévalo son 7: San Lázaro, La Redención, La Cruz, San Carlos y Los Doce Apóstoles, El Hornabeque y Santa Bárbara. En estas baterías fueron emplazados en total 66 cañones.

La Batería de Santa Bárbara fue construida ex profeso como una trampa: parecía fácil de tomar, pero cuando el enemigo lo lograba, caía bajo el fuego cruzado de La Cruz y La Redención, que lo neutralizaban de inmediato.

La batería de San Carlos y los 12 Apóstoles tenía el poder de fuego más devastador. Arévalo, también dotó al fuerte de rampas de acceso, fosos, puentes levadizos, una plataforma artillada o falsa braga, almenas, aspilleras y una intrincada red de túneles de 600 metros de longitud aproximadamente.

Estos túneles cumplían diferentes funciones. Los hay interbaterías, es decir que conectan unas con otras; y esta red de túneles le permitía a los soldados españoles efectuar salidas por sorpresa al pie del enemigo.

En el interior de uno de ellos hay casamatas donde se guarecían los soldados que esperaban al enemigo para abatirlo a la bayoneta.

Otro de los túneles es una Poterna, o Puerta Menor. Este se eleva desde la rampa del segundo nível, hasta llegar a la Plaza de Armas localizada en la parte superior. Tiene una inclinación pronunciada, de tal manera que en caso de que el enemigo tomase la Plaza de Armas y decidiese bajar al segundo nivel, estos no podían ver el otro lado, mientras que los fusileros españoles apostados allí si podían darse perfecta cuenta de sus movimientos disparando, deshaciéndose de ellos. También hay galerías de contraminas.

Hay un túnel llamado Galería Magistral

En el libro Fortificaciones de Cartagena del eximio historiador Rodolfo Segovia Salas nos dice: “Una Galería Magistral a nivel del mar por todo el perímetro interior del cerro. De ella parten, a ras del piso, hacia el exterior de la colina (no los hay hacia la plaza) terminadas en forma de martillo para acumular barricas de pólvora, que permiten volar a voluntad, bajo pies de tropas de asalto, los frentes de aproximación”.

Los túneles son frescos. Hay ventiladores o rejillas de aire natural, el aire penetra incluso en la parte más profunda de la Galería Magistral.

Las Baterías fueron construidas en niveles o pisos superiores para protegerse unas a otras.

El fuerte se terminó de construir en 1798. Tiene una altura de 40 metros dominando la ciudad desde la Puerta de La Media Luna.La mano de obra utilizada fueron los esclavos africanos.

San Felipe de Barajas ha resistido cinco siglos. Tiene una superficie de 11.600 metros cuadrados, y su construcción costó aproximadamente 13.235 pesos de oro.

No es cierto que uno de sus túneles conecte con la Ciudad Colonial, específicamente con la Catedral de Santa Catalina de Alejandría, y mucho menos con Bocachica.

El Fuerte de San Felipe de Barajas fue escenario de un impresionante espectáculo de luz y sonido, a la altura de los más importantes del mundo. Cartagena fue, además, una de las ciudades pioneras en este tipo de presentaciones, como lo narra Don John Capella, del portal Fotos Antiguas de Cartagena, en su extensa, preciosa y muy sentida crónica.

Yo, sólo haré algunos apuntes. El espectáculo se inauguró en el año 1968, siendo presidente de la República el Dr. Carlos Lleras Restrepo.

San Felipe de Barajas no es castillo ni fuerte, sino un cerro fortificado enclavado en el Cerro de San Lázaro.
San Felipe de Barajas no es castillo ni fuerte, sino un cerro fortificado enclavado en el Cerro de San Lázaro.

Luz y sonido en San Felipe De Barajas

Fue un regalo de la firma Phillips Colombiana, filial de la empresa neerlandesa de tecnología Koninklijke Phillips N.V.

La compañía, presidida por el señor Pedro L. Schuurmans, invirtió más de dos millones de pesos, mientras que un millón adicional fue aportado por la Empresa Colombiana de Turismo, gerenciada por el cartagenero Rodolfo Martínez Tono.

Los equipos donados incluían 12 torres de altavoces con sonido Dolby Stereo, encargadas de reproducir las pistas contenidas en dos discos de vinilo (LP), además de 1.236 reflectores y una extensa red eléctrica de 18.000 metros de cable, que permitía proyectar sobre el fuerte distintos efectos de color.

La introducción musical fue obra del compositor británico Edwin Thomas “Ted” Astley, mientras que el guion, escrito por Emile de Harven, se basó en la investigación histórica del doctor Eduardo Lemaitre Román.

El espectáculo comenzaba con un juego de luces sobre la estatua de Don Blas de Lezo y, a partir de allí, se narraba la historia de San Felipe de Barajas, Cartagena y Colombia.

La producción estuvo a cargo de la N.V. Phillips Gloeilampenfabrieken de Eindhoven, Holanda.

Sin embargo, para desdicha de los cartageneros, toda esta belleza cultural e histórica del espectáculo de Luz y Sonido se perdió, ahogada por voces que se levantaron —incluso desde la Academia de Historia—, que impugnaron el guion por no ajustarse estrictamente a las recomendaciones del comité integrado por los doctores Eduardo Lemaitre, Donaldo Bossa Herazo, Gregorio Espinosa, Gabriel Porras Troconis y Ramón de Zubiría.

No me corresponde juzgar lo ocurrido. Solo puedo dar testimonio de la acogida y el entusiasmo que generaba Luz y Sonido, pues en 1971 trabajaba en el Hotel Caribe como gerente de la agencia de viajes Granturismo Ltda., propiedad de Don Armando de Mulder Bonello, ciudadano holandés, siendo Don Rodrigo Ibáñez Camacho el gerente regional.

Don Rodrigo me encomendó promover las excursiones por la ciudad, entre ellas Luz y Sonido. Los recorridos se realizaban en hasta tres busetas llenas de turistas, guiadas por Don Rafael Ortiz (mi abuelo, q. e. p. d.) y Don Guillermo Pájaro (q. e. p. d.).

Desde El Universal, hago un llamado a los entes distritales y culturales para rescatar esta valiosa joya. Emprendo desde ya esta cruzada, cuyo propósito es devolver Luz y Sonido a Phillips, porque si en su momento existieron agravios hacia la empresa, es hora de los desagravios.

En el año 2012, el Fuerte de San Felipe de Barajas fue epicentro de la Cumbre de las Américas. No puedo cerrar esta crónica sin mencionar a Don Carlos Crismatt Esquivia, el verdadero salvador del Fuerte de San Felipe de Barajas. Me apoyo en el académico Dr. Javier Rodríguez de Ávila, quien lo describe así:

“Un criollo, nieto de un austríaco apellidado Christma, nacido en 1889 un 24 de febrero en la calle Tumbamuertos, adherido a sus libros, con su entrega salvó al fuerte del desastre y la demolición cuando perdió su calidad militar. Frente a la falta de conciencia ciudadana, el paso del tiempo y la indolencia de los gobernantes, asumió con voluntad y conocimiento la tarea de conservar aquellos restos que parecían incomprensibles para la historia. Desde los primeros años del siglo XX, su empeño convenció a la clase dirigente de emprender acciones que permitieron recuperar las ruinas y dar forma al fuerte que hoy conocemos.”

Don Carlos, autodidacta incansable —a quien se recuerda en su oficina leyendo con una lupa en su vejez—, organizó aquel gran rompecabezas de piedras sueltas (anastilosis) en una empresa monumental, que combinó arqueología e intuición, desmontando, excavando y reconstruyendo con escasos recursos, pero con un fervor y juicio admirables.

Gracias a este paladín, el Fuerte de San Felipe de Barajas sigue asombrando a nacionales y extranjeros, y es hoy el monumento más visitado de Cartagena y el que más recursos aporta a la Escuela Taller de Cartagena de Indias, encargada de administrar las fortificaciones de la ciudad.

San Felipe de Barajas fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1984.

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