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Cultural

Dorothy Johnson: la enfermera que contó la historia de Cartagena en fotos

Dorothy Johnson de Espinosa (1925-2006) llegó como enfermera de la Andian, se casó en Cartagena y fue la ferviente directora de la Fototeca Histórica.

Dorothy Johnson: la enfermera que contó la historia de Cartagena en fotos

Lamachina, 1910. //Foto: cortesía.

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Se cumplen cien años de Dorothy Johnson de Espinosa (1925-2006), que vino en 1948 a Cartagena como enfermera del hospital de la Andian y se quedó entre nosotros. Se casó con el médico Gonzalo Espinosa París y años más tarde, se convirtió en la ferviente directora de la Fototeca Histórica de Cartagena, con más de diez mil fotografías de la ciudad de finales del siglo XIX hasta el año de su partida, 2006.

La génesis de la fototeca fue descrita por la historiadora María Teresa Ripoll en el libro “Fototeca Histórica Cartagena de Indias: Patrimonio y memorias de todos”, publicado por la Universidad Tecnológica de Bolívar en 2016. Lea también: Simón Bolívar visto por Marie Arana: retrato de un genio

Cuenta María Teresa que las grandes iniciativas se gestan muchas veces de hechos aparentemente pequeños y fortuitos. En 1978 el archivista e investigador Moisés Álvarez Marín encontró un pequeño álbum de tapas negras que guardaba el tesoro de doce fotografías antiguas de la ciudad, mientras hacía el inventario del Museo Histórico de Cartagena, en el Palacio de la Inquisición, junto al historiador Eduardo Lemaitre Román. Lea también: Simón Bolívar visto por Marie Arana: retrato de un genio

Se trataba de fotos aéreas captadas en 1928, desde los aviones de la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo, SCADTA. Las fotos fueron la fascinación de un grupo de jóvenes aficionados a la historia que se reunían en la biblioteca del Palacio de la Inquisición y conformarían, junto a Moisés, el Centro Histórico de Cartagena.

En una de esas fotos de 1928, hay una panorámica aérea desde la península de Bocagrande hacia la cúpula de San Pedro, una vista aérea de Chambacú, aún sin viviendas; una panorámica del Camellón de los Mártires, el mercado público de Getsemaní y el Centro amurallado, y una vista aérea de la Bahía de las Ánimas y el muelle de los Pegasos, con sus barcazas cargadas de víveres; otra vista del Hospital de Bellavista y las casas de los médicos y enfermeras de la Andian.

Dorothy Johnson de Espinosa, en 1984, junto a Moisés Álvarez Marín. Arriba, una foto de 1910 de La Machina. //Foto: cortesía.
Dorothy Johnson de Espinosa, en 1984, junto a Moisés Álvarez Marín. Arriba, una foto de 1910 de La Machina. //Foto: cortesía.

En aquellos años, Sícalo Pinaud, que integraba ese grupo, reprodujo la estupenda colección del fotógrafo Luis Felipe Jaspe (1846-1918), que detallaba aspectos de Cartagena en sus instantes de auge y decadencia en el siglo XIX. Entre esas imágenes, precisa María Teresa, estaba el recién inaugurado Mercado Público de Cartagena (1904-1978), el Parque del Centenario, la celebración del primer centenario de la Independencia de Cartagena, entre otros episodios históricos. Lea también: Gustavo Tatis, el Caribe y sus crónicas: invitado especial al Día del Periodista en la UTB

Con los dos archivos, el de SCADTA y el archivo Jaspe, arrancó la Fototeca Histórica de Cartagena, con el entusiasmo y el liderazgo de Dorothy Johnson de Espinosa, quien desempolvó los álbumes familiares de toda Cartagena, desde sus barriadas, para armar el inmenso y monumental rompecabezas de nuestra memoria a lo largo de más de dos siglos.

Nostalgia que se mueve

Cuando vino por primera vez a la ciudad, el 9 de abril de 1948, Dorothy Johnson era una muchacha encantada por la belleza de Cartagena. Retrató a la ciudad desde el aire. Una de las fotos más antiguas de la Fototeca es de 1894 y capta los funerales de Rafael Núñez (1825-1894), en su recorrido hacia la Ermita de El Cabrero. El paisaje que rodea la casa de Núñez y Soledad Román es un denso horizonte de palmeras.

Una de las fotos que más me ha llamado la atención es una de 1930 de la Avenida Blas de Lezo después de un aguacero, en la que los transeúntes se ven obligados a colocar piedras para poder evadir el cerco de la inundación que les impide cruzar la calle, cerca al muelle de La Bodeguita. Cualquier parecido con 2025 es coincidencia. Lea también: Gustavo Tatis lanza ‘Dejen entrar a Wilson’ en Filbo 2025

Hay fotos reveladoras de lo que ha sido Cartagena en más de dos siglos. Hay una de 1905 en la que aparece el joven poeta Luis Carlos López, de pie, con sombrero, mostachos y vestido de frac, con otros dos jóvenes también de pie, viendo jugar cartas a Daniel Lemaitre Tono, sonriente mirando sus cartas, ante otros tres jóvenes sentados y no identificados.

Una foto de 1917 en la que Robert B. Cunninghame Graham (1852-1936), flaco, vestido de blanco, es agasajado por Camila Walters en su hotel. Cunninghame vino a Cartagena en 1917 encomendado por el gobierno británico para indagar sobre la ganadería en Colombia, para un posible suministro para los ejércitos aliados. De ese viaje escribió un libro extraordinario: “Cartagena y las riberas del Sinú”, que publicó en Londres en 1920. Era amigo personal de Joseph Conrad.

Una fotografía de 1915 muestra los talleres del ferrocarril en el barrio Espinal. Otra de 1920 capta el instante en que el tren sale de la Estación Central, una edificación republicana con barandales de madera, en el lugar donde está hoy el Banco Popular, pasa por la Capitanía del puerto y al fondo, se ve la Torre del Reloj. En otra foto de 1920 se ve el tramo de la carrilera desde la Machina (hoy Base Naval). En otra foto, las muchachas cartageneras de 1930 se vistieron como francesas para recibir a Guillermo Valencia.

Otra foto conmovedora es de 1925, hace un siglo, y sirvió de portada para el libro. Es la foto de un muchacho vestido de dril blanco y sombrero canotier que mira pasar los trenes desde la muralla de la Torre del Reloj. Por estos días, el muchacho despertó de su letargo gracias a la inteligencia artificial, y se levantó inquieto y concentrado en el paisaje del ferrocarril al fondo, y el tren volvió a pasar por la memoria viva del tiempo. Lea también: ¡Dejen entrar a Wilson! La novela que denuncia la discriminación racial

Sin proponérselo, Dorothy continuó el legado de los hermanos Luis Felipe y Generoso Jaspe, para quienes la fotografía fue siempre un vehículo de investigación. Ella no estaba satisfecha si no completaba la información de una foto: ¿Quién es ese muchacho que mira pasar los trenes? ¿Quién es esa muchacha de ojos taciturnos que exhibe su larga cabellera hasta la cintura en una foto dorada de 1920?

Logró Dorothy con su vigilia sin tregua ser la guardiana de una memoria local y apasionarse en la obstinada y titánica tarea de descifrar episodios minúsculos y mayúsculos de la dispersa memoria colectiva, como quien va tras un tesoro sumergido y encontrar luego de tantos años de búsquedas delirantes el dato preciso para contar una historia.

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