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Cultural

El último deseo de Carmencita Lemaitre: quién custodia sus muñecas

La cartagenera Carmen Lemaitre Torres falleció a los 105 años. Su vida y sus muñecas, que cuidó con amor, hoy son parte de su legado.

El último deseo de Carmencita Lemaitre: quién custodia sus muñecas

Carmencita Lemaitre, una vida tejida entre arte, música y sabores. //Fotos: Cortesía.

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A Carmen Lemaitre, o Carmencita como la llamaban con cariño, le bastaron 105 años para demostrar que la vida, cuando se vive con arte y pasión, se convierte en legado. Hoy su nombre se pronuncia con sonrisas y gratitud, por cada enseñanza y ejemplo que dejó, incluso en los momentos más sencillos. Lea: Adiós a Carmencita Lemaitre, guardiana de las muñecas centenarias

Cuando tres de sus hijos José, Gina y Patricia hablan de ella, no escatiman en calificativos para describir a una mujer que convertía lo cotidiano en enseñanza y cuya creatividad siempre estaba a flor de piel. “Ella siempre fue muy elegante y tenía gran aprecio por las cosas finas. Tenía un gusto especial para decorar y para hacer vestidos. La costura le fascinaba”, recuerda Patricia, la menor de sus hijas.

Y todos coinciden en lo mismo: las muñecas y la música fueron dos de sus grandes pasiones. La primera nació en 1991, cuando un día cualquiera decidió confeccionar vestidos para muñecas de 70 centímetros de altura. “La afición por las muñecas comenzó en Miami, donde viví muchos años con mi esposo José Cesáreo Arrieta. Allá, desde agosto, abren las ventas al por mayor de decoración y adornos de Navidad. Un día entré a un almacén enorme y vi unas muñecas hermosas junto a arbolitos pequeños; se me ocurrió usarlas para decorar las vitrinas de la joyería. Pero eran muñecas pequeñas, chinas, y cuando se dañaron, mi hija Marzia me mandó otras para que las arreglara. Noté que el material no valía la pena, así que empecé a vestirlas, y pronto mis hijas comenzaron a traerme muñecas que encontraban en los mercados de pulgas de París o Nueva York”, contó Carmencita a Rosana Lombana en 2021, durante una entrevista publicada por la Casa Museo Rafael Núñez.

Carmencita Lemaitre y el legado de sus muñecas. //Foto: Cortesía.
Carmencita Lemaitre y el legado de sus muñecas. //Foto: Cortesía.

Era una labor de horas, días e incluso meses. Cada muñeca no sólo evocaba la forma en que se vestían doncellas y reinas en la época colonial, sino que también reflejaba el cuidado obsesivo por el detalle: pollerines de tul, armazones de percal y varillas metálicas, encajes, mangas abullonadas, bordados y pequeñas gemas. “Pierdo horas de sueño, por las noches me desvelo pensando en cómo voy a hacer esta muñeca”, confesó entre risas en esa misma entrevista.

Para Carmencita Lemaitre, cada creación era parte de sí misma, por lo que nunca pensó en venderlas ni desprenderse de ellas. “No quiso regalar ninguna de sus muñecas. Bueno, regaló una, me acuerdo, a un doctor que la atendió. Luego apareció una señora amiga que le llevó el dinero para comprarla, y como era muy querida, se la cedió”, relata Gina, otra de sus hijas.

Su otra gran pasión fue la música. Sus hijos recuerdan que era aficionada a la música clásica y que cada viernes se reunía con un grupo de amigas para escuchar conciertos en compañía de un buen té. Le gustaba trabajar en sus muñecas mientras de fondo sonaban Bach, Vivaldi, Mozart, Chopin o Beethoven. “Se metió a la universidad a los 80 años a estudiar música. Era la más vieja, no le cobraban por lo vieja que era (risas). Amaba la música clásica y luego se dedicó a dar clases tras tomar cursos de historia de la música. Sus amigas venían a la casa, rodeadas de muñecas, a disfrutar de los conciertos”, cuenta Patricia.

Cada muñeca es memoria viva de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.
Cada muñeca es memoria viva de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.

La cocina fue otro de sus grandes talentos. Carmencita no solo tenía un don para convertir cada plato en una experiencia inolvidable, sino que también inspiró a muchos de sus familiares, entre ellos el destacado chef Nicolás de Zubiría, quien le rindió homenaje con un libro de 194 páginas titulado ‘La cocina de mi abuela Carmencita’. “Mi mamá era una cocinera extraordinaria, pero extraordinaria. Una cocinera increíble”, subraya Patricia con orgullo.

En cada muñeca vive un pedazo de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.
En cada muñeca vive un pedazo de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.

La vida y legado de una mujer admirable

Carmencita era risueña, vivaz, dueña de un humor exquisito y de una capacidad única para comprender todo a su alrededor. A sus 105 años sorprendía por su destreza con las nuevas tecnologías. “Mi mamá se conectaba a YouTube, Instagram, se comunicaba con todas nosotras a través de WhatsApp, porque imagínate: Gina vive en Bogotá, Rosina en Estados Unidos, Carmenza en Francia y yo en México. Imagínate cómo era su mente”, recuerda Patricia.

Gina aprovecha para recordar uno de los comentarios que su madre hizo después de navegar por Instagram. “Me preocupa lo que vi en Instagram de mi bisnieta, ¿será que le digo a la mamá?”, contó entre risas.

Las muñecas son parte del legado de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.
Las muñecas son parte del legado de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.

Aunque una de sus nietas, Karen, le resolvía algunas dudas sobre el manejo de las plataformas digitales, la mayoría de las veces Carmencita era una autodidacta. “Mi abuela fue una gran cabeza de familia. Fue la que nos unió toda la vida. Fue el modelo de mujer con perrenque a seguir y una mujer que evolucionó con cada generación que vivió”, destacó.

Y es que sí, sus hijas coinciden en que tuvieron a una mamá tan resiliente como auténtica. “Resiliencia, fortaleza, creatividad, dedicación y pasión, esas fueron sus grandes enseñanzas. Se gozó mucho su vida. Quien la conoció admiró siempre su carácter y fortaleza”, finaliza Gina con una sonrisa. Además del amor por su familia, Carmencita contó siempre con el apoyo fiel de sus colaboradoras. Hoy, su ausencia en su casa en Bocagrande es también un símbolo de gratitud. Dilia y Ruby, sus últimas colaboradoras, la recuerdan en silencio y con una sonrisa.

Las muñecas que Comfenalco protege hoy

Carmencita Lemaitre se fue con la tarea cumplida. Antes de partir, decidió donar sus queridas y atesoradas muñecas a Comfenalco Cartagena, una determinación que, según recuerdan sus hijas Patricia y Gina, no le tomó mucho tiempo. “Ella quería que el pueblo cartagenero y todos los que visitan Comfenalco pudieran ver e inspirarse en su obra, disfrutar de cosas bonitas. Es un regalo que ella le hace a Cartagena”, explicó Patricia.

Cada muñeca resguarda un fragmento del alma de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.
Cada muñeca resguarda un fragmento del alma de Carmencita Lemaitre. //Foto: Cortesía.

La colección, integrada por 38 muñecas creadas por Carmencita, representa no solo un legado artístico, sino también un viaje a través de culturas, formas y colores que marcaron su vida y obra. “En un acto de generosidad, Carmencita Lemaitre entrega estas piezas para que sean preservadas y formen parte del patrimonio cultural de la región”, destacó Comfenalco en un comunicado.

La Caja también anunció una agenda cultural que incluirá exposiciones, muestras artísticas y talleres de creación, donde niños, jóvenes y adultos podrán acercarse al universo de las muñecas. Estas piezas, además, serán incorporadas en la escenografía de los programas de ballet y artes plásticas de la institución, fortaleciendo los procesos de formación y acercando la cultura a todo tipo de público.

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