Uno de los acontecimientos de mi vida como periodista fue entrevistar en Cartagena, al escritor italiano Umberto Eco (1932 - 2016), quien vino a la ciudad a la Comisión de Sabios, presidida por el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. El novelista, filósofo y semiólogo, autor de la célebre novela ‘El nombre de la rosa’, se negó a conceder entrevistas en la semana que estuvo en la ciudad, y fue el autor de ‘Cien años de soledad’, quien convenció a Umberto Eco que nos la concediera.
Un encuentro con Umberto Eco en Cartagena
Compartiré algunas de las respuestas que me dio Umberto Eco cuando le pregunté, ¿cuál consideraba la mayor torpeza humana en el siglo XX?
“En todos los siglos ha habido torpezas tremendas. Es difícil comprender la relación entre el mal, la conciencia y la moral, y su vinculación inmediata con otros actos. Todos sabemos que mientras transcurre nuestra vida, hay un niño en África, en Guinea, que no tiene un plato de arroz. Lo que ha cambiado entre el mal de ahora y el de siempre, es la esterilización del mal. Hay una distancia entre el acto moral y el efecto. En el pasado, el crimen dependía de mi espada, se perpetraba en el cuerpo; ahora ya no ves la sangre del otro. El holocausto depende de un botón, de accionar un botón. La proporción de crímenes en los últimos dos siglos, es de una magnitud monstruosa. Lo más típico es el holocausto de los judíos, el holocausto de Hiroshima. En la antigua Roma, eso era directo, inmediato, visible. Y lo que no llegamos a comprender ahora es la relación que tienen ciertos actos aparentemente aislados, como comprar una bolsa, comprar un título, en situaciones sanguinarias y feroces. Lo más fácil es sentirse virtuoso, porque hablamos del mal sin realizarlo; pero sin comprender de qué maneras contribuimos a esa esterilización del mal. Yo creo que uno de los peligros de este siglo, una de sus torpezas, es hacer el mal de una manera sanitaria, esterilizada; y cómo esa relación entre la conciencia y la moral, frente a ese mal, no nos cambia”.
Volviendo a su infancia, ¿cuáles eran sus juegos de niño?
- Tuve una infancia bélica, rodeada de armas de fuego, cañones, fusiles, soldados, militares de juguete. Fue una infancia plena de armas; pero soy un pacifista que no quiere ver armas. Es una paradoja.
El hecho más fantástico que ha ocurrido en mi vida ocurrió en Galicia. Recibí la invitación a conocer el Planetario, y el director me tenía reservada una sorpresa. Mientras giraba el planetario..., aparecieron las estrellas. Vislumbré una fecha: el 5 de enero de 1932, la fecha de mi nacimiento en Alessandria. La sensación de ver la primera noche de mi nacimiento fue estremecedora”.