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Martha Amor Olaya explora la fragilidad humana en su nueva obra

Tras su participación en la Filbo, Facetas entrevistó a la escritora sobre su novela Cuando no soy Luz soy Luna, un libro que no busca redimir al lector, sino confrontarlo

Martha Amor Olaya explora la fragilidad humana en su nueva obra

Martha Amor Olaya, escritora cartagenera. //Foto: Cortesía.

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La cartagenera Martha Amor Olaya sorprendió en 2024 con la presentación de su novela Cuando no soy Luz, soy Luna, una obra que ha recorrido ocho ciudades del país y ha conmovido a los lectores por su mirada honesta y poética sobre la salud mental, los vínculos familiares y la fragilidad humana.

Tras su participación en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), la escritora conversó con Facetas sobre su libro. Lea: Cartagenera Martha Amor presenta su novela en Filbo 2025

- Martha, el título de tu libro es evocador ¿Qué simboliza?

La luna es engañosa: no brilla por sí misma, pero ahí está, brillando cada noche. En la vida, esa es la constante: transitamos entre lo que somos y lo que fingimos. Entre lo que mostramos y lo que escondemos. La luna, además, se asocia con lo cíclico, lo que vuelve, lo que se descompone y regresa, como las emociones mal resueltas. Es el reverso de la productividad solar. Es la interrupción. Me interesa más esa zona: la sombra, lo no dicho, lo que no alumbra, pero arrastra.

- A lo largo del texto encontramos múltiples voces ¿Cómo lograste tejer estas “caras” en una narrativa coherente?

Fui acumulando miradas. La novela no busca ser coherente, sino verdadera. La verdad, casi siempre, es múltiple y contradictoria. Hay una obsesión por darle orden a lo caótico, pero las emociones no funcionan así. Son piezas desordenadas de un archivo roto. El libro expone como se vive la vida: con cicatrices que se abren cuando uno menos lo espera. Lea: La Garita: ¿Qué hay detrás del libro de Martha Amor sobre Cartagena?

- Hay temas de salud mental en tu obra ¿Qué importancia crees que tiene hablar de esto de forma tan abierta?

Mucha, pero con cuidado. Lo que más me incomoda de esta era es el fetiche del diagnóstico. Todo el mundo se nombra ansioso, depresivo, narcisista… como si usar el lenguaje de la psiquiatría fuese una forma de pertenencia. Y no. La salud mental no es una estética ni una identidad; es una lucha silenciosa. No escribí la novela para explicar un trastorno, ni para brindar alivio sino para que doliera, y nos acercáramos con respeto a ese dolor. Hay noches que no se curan con mindfulness ni con mantras de Instagram, los padecimientos de salud mental son tenaces.

- La familia aparece como un territorio ambiguo. ¿Cómo tu novela invita a reflexionar sobre ella?

La familia es el primer territorio donde aprendemos a callar. O a sobrevivir. En la novela, la familia es una mezcla de cuidado y fractura, me interesa señalar la herencia emocional que deja. De ahí venimos, y eso explica muchas de nuestras fugas.

- Has retratado también la experiencia migrante, ¿qué le dices a quienes migran?

No tengo un mensaje para quien migra. Ellos ya lo han escuchado todo. Mi mirada está en los que desprecian al otro. La novela no quiere consolar al desplazado, quiere incomodar al cómodo. Porque la xenofobia es odio, es ignorancia, es arrogancia, es miedo al espejo. Todos tenemos alguna historia de exilio en la sangre.

- El amor, que debería ser luz, en tu libro a veces es sombra ¿Qué reflexión del amor emerge de allí?

Que el amor romántico es el cuento mejor contado y peor vivido. No predico el amor propio como un eslogan de autoayuda, sino como una urgencia. Amarse no es mirarse al espejo y repetir “yo puedo”, es aprender a decir “no”, a irse a tiempo, a no rogar. Y eso, en una sociedad que aplaude la entrega total, sigue siendo escandaloso.

La escritora cartagenera Martha Amor Olaya aborda salud mental, amor y diversidad

- En tu libro hay fragmentos de espiritualidad. ¿Qué papel juega lo místico y lo cultural en la construcción de tus personajes?

Lo místico es eso que se aparece. No lo planeé, pero ahí está: en los símbolos, en los silencios, en lo que no se explica. Hay una dimensión espiritual en el dolor, aunque no lo queramos ver. Y también una herencia cultural que se filtra, aunque uno no la nombre. Los personajes no “practican” la espiritualidad: la encarnan, la padecen, la heredan. Como nos pasa a todos. Lea: Periodista cartagenera lanza libro de cuentos sobre el amor contemporáneo

- Abordas la diversidad sexual y el desafío de vivir auténticamente en sociedades que todavía juzgan. ¿Qué quisiste transmitir?

Quise mostrar la brutalidad de tener que justificar quién se es. En sociedades donde ser diferente todavía se paga con exclusión, con burlas, con muerte, hablar de diversidad no es una concesión progresista. El personaje no está pidiendo aceptación; está sobreviviendo. Y eso debería bastarnos para dejar de opinar sobre cómo ama o cómo habita alguien su cuerpo.

Martha Amor Olaya, escritora cartagenera. //Foto: Cortesía.
Martha Amor Olaya, escritora cartagenera. //Foto: Cortesía.

- La muerte aparece como transformación. ¿Cómo cambió la novela tu concepción de la muerte?

Escribir fue mi forma de negociar con ella. Me interesa entender qué se rompe y qué se revela cuando alguien se va o se queda demasiado. La novela no dice que la muerte sea bella sino inevitable. Y que lo más sensato que podemos hacer es aceptar que llegará para borrarnos.

- ¿Qué encontrarán de transformador en tu libro?

Mi libro no es una guía espiritual, ni un bálsamo. Es un espejo sucio. A veces lo que vemos en él incomoda y el ejercicio de incomodarnos es el primer paso para reflexionar a profundidad. Lea: Nuevas obras literarias del Caribe: ‘Todos tienen el mismo nombre’ y ‘La Garita’

- Vivimos en una época saturada de información. ¿Qué papel crees que debe jugar la literatura para conectarnos mejor?

La literatura puede poner palabras donde solo hay ruido. Puede raspar donde duele. Leer no es “conectarse con uno mismo” como lo plantea el marketing emocional. Es, a veces, abrir una herida que ya creías cerrada. Mi novela no busca complacer, sino que alguien, en la mitad de una página, pueda ver el mundo sin endulzar sus tragedias.

- Finalmente, si pudieras resumir en una frase por qué cada persona debería leer tu novela, ¿qué les dirías?

Porque hay noches que solo la Luna -y no el optimismo- puede iluminar.

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