Virginia Vallejo ha vuelto con la publicación de la primera novela de una trilogía “El alucinante país Dorado” (2025), saga sobre el poder brutal de una familia en Candelaria, país parecido a Colombia, entremezclado con las experiencias personales de su autora. Allí aparecen dos personajes: Pedro Montero Trescasitas, fundador del Partido Verde y candidato presidencial, e Isabelle De Luna, la más famosa estrella de televisión de ese país imaginado.

La cartagenera Yuli Sáenz y su nueva creación literaria
Redacción Cultural“La Trilogía de Candelaria y El alucinante País Dorado son productos de mi imaginación. Aunque la protagonista, Isabelle De Luna, es una famosa periodista de televisión, ni soy yo ni su vida la mía”, confiesa.
Virginia Vallejo es la autora del libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar” (Penguin Random House, 2007), que narra su relación sentimental con el jefe del Cartel de Medellín, libro traducido a quince idiomas, y llevado al cine en 2017. Ese año en el Festival de Cine de Venecia, los actores Javier Bardem y Penélope Cruz, presentaron el filme “Loving Pablo”, basado en el libro de Vallejo.
Desde su exilio en Estados Unidos, concedió esta entrevista, de la cual compartimos algunos apartes con los lectores de Facetas, en El Universal.
¿En qué momento decide pasar del relato testimonial sobre su vida a escribir ficciones?
Desde hace casi veinte años, solo el escritor y editor colombiano más traducido después de García Márquez, Cristóbal Pera —editor de Amando a Pablo, odiando a Escobar y también del Nobel—, había leído el manuscrito antes de su publicación. Gabo elogió mi historia como “única”, y también el estilo que había usado para narrarla. Lo que usted llama “ficciones” es una novela con 400 páginas, El alucinante País Dorado, que me tomó tres años de mi vida, y es la primera de la Trilogía de Candelaria narra la saga de tres generaciones de una familia poderosa en un país imaginado y caribeño, inspirado en la historia reciente de Colombia y llamado “Candelaria”. Lea también: Proyecto de ley busca prohibir uso de elementos alusivos a criminales como Pablo Escobar
En este momento, estoy negociando con una editorial de New York la distribución de mi nuevo libro en Latinoamérica, para que puedan comprarlo en librerías los lectores que no están afiliados a Amazon.
¿Cuál cree usted que ha sido su mayor metamorfosis tras vivir una experiencia extrema y dramática, por no decir trágica?
No sé de qué “vida trágica” habla usted… En las listas de celebridades, aparezco entre las cien periodistas más reconocidas del continente. He tenido una vida plena de experiencias únicas, que siguen fascinando a miles de personas en todo el mundo, y a canales de televisión, emisoras, periódicos, revistas y plataformas.
Prueba de ello son las entrevistas que concederé este mes a medios de Colombia, Estados Unidos, Ecuador, Italia y Bulgaria. Tuve que declinar una invitación de Corea del Sur por la imposibilidad de viajar hasta allá.

¿De qué se arrepiente hoy en su vida? ¿Y cómo cree que la vida le ha brindado la oportunidad de restaurarse, ejercer la autocrítica y practicar la compasión, el perdón y la solidaridad?
No tengo por qué pedir perdón ni arrepentirme de nada, porque jamás he dañado a nadie ni cometido ningún crimen. Los periodistas - y los fariseos - deberían preguntar eso a los narco presidentes y los banqueros lavadores. O ex presidentes que tienen las manos manchadas con sangre, como Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos que permitieron a sus generales asesinar miles de “falsos positivos” para presentarlos ante el Departamento de Estado como “guerrilleros dados en combate”, y la Secretaria Clinton incrementara los recursos del Plan Colombia.
Al contrario de todos ellos, tengo las manos limpias y las manos vacías. Arriesgué mi vida para denunciar crímenes históricos que iban a quedar en la impunidad, cooperé con las agencias antidrogas en Europa, y en todos mis testimonios, libros y declaraciones he probado mi profunda compasión por las víctimas. Lea también: El día en que Héctor Lavoe escapó de Pablo Escobar en Medellín
¿Qué fue lo peor y lo inesperado de contar un momento íntimo de su vida que está ligado a un momento terrible de la historia colombiana?
Existen momentos mucho más dolorosos, como la enfermedad y muerte del amor de mi vida, que inspiró uno de los personajes claves en El alucinante País Dorado. No creo que mi vida íntima esté asociada con la historia de Colombia, sino mis señalamientos en los llamados “casos del siglo”, que resultaron en condenas de 40 años a los altos mandos militares del Palacio de Justicia y 23 años a Alberto Santofimio. Terrible fue el atentado contra mi vida en 2009, cuando me dirigía al consulado colombiano en Miami para testificar en ambos casos, y razón principal por la cual Estados Unidos me concede asilo político diez meses después.
¿Qué piensa hoy del amor, la belleza, el lujo, la felicidad, la lealtad y la traición? ¿A qué le tiene miedo hoy?
Cada concepto merece un tratado completo, pero intentaré sintetizarlo desde mi perspectiva personal: el amor, un deseo compartido y una necesidad mutua. La belleza, algo imposible de definir, pero que se reconoce inmediatamente. El lujo, un sueño exquisito y generalmente costoso. La felicidad, el disfrute de la libertad, el amor de la pareja y el cariño de los buenos amigos. La lealtad, resultado de la suma de afecto y respeto. La traición, una honda herida proveniente de alguien cercano y, casi siempre, envidioso. Lo único que temo es perder mi capacidad de seguir escribiendo por culpa de una enfermedad degenerativa, como Alzheimer.
Al mirarse al espejo de sí misma, ¿quién es hoy Virginia Vallejo y cómo quiere que la recuerden los seres más cercanos a su corazón?
¡Como la mejor amiga del mundo, que siempre los hacía reír! Y a mis queridos lectores en todo el mundo, como a una acompañante de viaje por los hermosos caminos planos del Popol Vuh, en búsqueda del destino de la raza humana en un Universo en permanente expansión.