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Cultural

Si la vida te da mandarinas: análisis del K-drama más visto hasta ahora

Un drama que conmueve al reflejar las heridas y culpas que todos llevamos en nuestra propia historia familiar.

Si la vida te da mandarinas: análisis del K-drama más visto hasta ahora

El K-drama "Si la vida te da mandarinas" le ha dado la vuelta al mundo. // Netflix.

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Imagina tener la oportunidad de ver, desde el inicio hasta el final, la historia de tu madre: comprender no solo su vida, sino también sus batallas silenciosas, sus renuncias, sus miedos. Llorar con cada una de sus heridas, esas que nunca te contó, y luego verla llorar por el dolor que le causaste al juzgarla sin entender que ella, como tú, también está viviendo por primera vez.

Imagen del K-drama "Si la vida te da mandarinas". // Netflix
Imagen del K-drama "Si la vida te da mandarinas". // Netflix

Esa es una de las muchas reflexiones que deja el drama coreano -también conocido como K-drama- Si la vida te da mandarinas, una historia que nos recuerda que, a veces, crecer también implica aprender a mirar a nuestros padres como los hijos que alguna vez fueron.

Esta historia logra que cualquier persona -una madre, una mujer, una hija, un esposo, alguien rico o pobre- se identifique con la narrativa. No solo presenta una trama envolvente, sino que alcanza el equilibrio perfecto al abordar temas complejos desde la sencillez de la vida.

Este drama se estrenó el 7 de marzo de 2025 y no solo tocó fibras profundas en sus millones de espectadores, sino que también se convirtió en un fenómeno global, liderando durante semanas el top 10 de series no habladas en inglés en Netflix. Su impacto fue tal, que en la edición número 61 de los Baeksang Arts Awards, celebrada el 5 de mayo en Corea del Sur, obtuvo cuatro de las ocho nominaciones a las que aspiraba, incluyendo el codiciado premio a “Mejor drama del año”.

Es algo extraño. Los padres se obsesionan con lo que no pudieron dar. Y los niños en lo que no pudieron conseguir”.

 Si la vida te da mandarinas

Ser mujer

Ae-sun es la protagonista de esta trama ambientada en la Isla Jeju, a quien acompañamos desde el inicio de su vida hasta el final. La vemos sufrir a temprana edad la pérdida de su madre y lloramos al ver truncarse poco a poco su sueño de ser una gran poeta, todo, mientras enfrenta a una sociedad machista que le corta las alas. Lea también: Virginia Vallejo cuenta su vida desde el exilio: “He tenido una vida plena”

“En Jeju es mejor ser una vaca que una mujer”, repite Ae-Sun con una mezcla de resignación y tristeza, como si esas palabras se le hubieran tatuado en el alma. La frase suena dura, pero cobra sentido en un contexto donde la vaca representa la explotación, el encierro y la reducción a un objeto de consumo. Lo desgarrador es que ser un animal explotado es al menos útil a los ojos de los demás y parece preferible a ser una mujer cuya existencia es constantemente minimizada.

Ae Sun, protagonista de Si la vida te da mandarinas. // Captura del K-drama
Ae Sun, protagonista de Si la vida te da mandarinas. // Captura del K-drama

Pero la frase de Ae-Sun no se queda en lo individual, es un eco de una herida colectiva: la de tantas mujeres cuyos sueños se han marchitado sólo por haber nacido mujeres. Su historia nos confronta con preguntas desafiantes: ¿Por qué ser mujer sigue significando cargar con más barreras, más silencios, más sacrificios? ¿Hasta cuándo seguiremos repitiendo patrones que sofocan lo que podría florecer?

Ser madre

Esta historia encuentra una forma distinta de confrontarnos. Su título, Si la vida te da mandarinas, retoma el viejo refrán “si la vida te da limones, haz limonada”, pero aquí no hay promesas de limonada ni finales felices. Hay mandarinas, como las de Jeju, dulces, pero marcadas por la rutina, por una vida sin grandes oportunidades, donde todo sigue igual aunque duela. No es optimismo, es resignación con perfume a fruta: la vida no mejora, pero continúa.

Este drama, protagonizado por Park Bo Gum en el papel de Yang Gwan-Sik junto a IU como Oh Ae-Sun, dos de los actores más destacados de Corea del Sur, no se limita a abordar la complejidad de los estereotipos de género, también profundiza con delicadeza y crudeza en la profundidad de ser madre, un rol tan idealizado como incomprendido. La maternidad no siempre está cargada de certezas ni de sonrisas. A veces, ser madre también es renunciar, equivocarse, romperse y seguir.

Imagen de la protagonista del K-drama y sus hijos. // Imagen tomada del Instagram dlwlrma (Iu)
Imagen de la protagonista del K-drama y sus hijos. // Imagen tomada del Instagram dlwlrma (Iu)

Nos sumergimos tan profundamente en la vida de Ae-Sun. Sus virtudes, sus defectos, sus momentos de rebeldía adolescente y su gran amor con Gwan-Sik, que cuando llega el momento en que se convierte en madre, la entendemos sin juzgarla. Sabemos por qué pone toda su fe en su hija, por qué insiste, por qué se equivoca. Conocemos su historia, sus vacíos, sus miedos. Y por eso, le perdonamos. Lea también: Virginia Vallejo cuenta su vida desde el exilio: “He tenido una vida plena”

Entonces surgen preguntas dolorosas: ¿hacemos eso con nuestras propias madres? ¿Las miramos con la misma compasión, con el mismo entendimiento? ¿O seguimos juzgando desde la expectativa olvidando sus caminos difíciles? Si la vida te da mandarinas nos invita, sin decirlo, a volver la mirada hacia ellas con más ternura.

Ser hija

A estas alturas, los pañuelos ya no bastaban. Pero lo más profundo aún estaba por llegar. Conocer no solo lo que estos padres hicieron, sino también lo que sin querer tatuaron en sus hijos: inseguridades, presiones, tristezas.

Ae Sun y Gwan Sik. // Netflix
Ae Sun y Gwan Sik. // Netflix

“Me tragué sus sueños y desplegué mis alas, abrazando el sueño de mi madre como una semilla en mi corazón”. Cuando Ae-Sun tuvo a su hija, entendió a su madre; y cuando su hija tuvo a su nieta, comprendió a Ae-Sun. Muchos hijos cargan con la presión de ser “buenos” para no decepcionar. Como escribió Frank Kafka en su “Carta al padre”, ser hijo a veces significa sentirse débil e indigno.

La hija mayor de nuestra protagonista vivió esa culpa y rebeldía, mientras que su hermano menor buscaba atención ante la notable preferencia por su hermana. Aunque lograron sanar, el drama nos invita a reflexionar: ¿qué sueños o cargas de nuestros padres cargamos sin saberlo?, ¿por qué el simple hecho de nacer, en ocasiones, no es suficiente para ser aceptado y amado?.

  • Puede que llueva a cántaros como si fuera a barrerlo todo. Pero una vez que el sol vuelve a brillar, la vida resurge, pase lo que pase.
 Si la vida te da mandarinas
Ae Sun y Gwan Sik. // Imagen tomada del Instagram dlwlrma (Iu)
Ae Sun y Gwan Sik. // Imagen tomada del Instagram dlwlrma (Iu)

Ser mujer, ser madre, ser hija puede ser abrumador. A veces, la vida misma parece digna de un K-drama y justamente eso es lo que Si la vida te da mandarinas logra mostrar con una belleza desgarradora que aunque no siempre hay limonada, siempre puede haber ternura, memoria, y fuerza en las mandarinas que nos da la vida.

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