comscore
Cultural

La historia de Rodrigo Sánchez Barroso, el hombre que escuchó a los sordomudos

Rodrigo Sánchez Barroso fue el líder de la inclusión laboral de los sordomudos en Cartagena, convirtiéndolos en maestros de la madera.

La historia de  Rodrigo Sánchez Barroso, el hombre que escuchó a los sordomudos

La historia de Rodrigo Sánchez Barroso, el hombre que escuchó a los sordomudos. //Foto: cortesía.

Compartir

Acaba de partir en Cartagena de Indias Rodrigo Sánchez Barroso (1940-2025), un hombre visionario y emprendedor que, durante más de cinco décadas, dedicó su vida a escuchar y apoyar a personas sordomudas, integrándolas al sector laboral y enseñándoles a forjar con sus propias manos incontables maravillas en madera.

Lo hizo en un momento de la historia del país en que aún no se hablaba de inclusión laboral y mucho menos, de convertir a esos mismos sordomudos en empresarios de sus propios sueños. Él lo logró con la gracia de su espíritu de filántropo y humanista, y su infinita paciencia para escuchar a los desprotegidos.

Al asistir a la misa en cámara ardiente con el ataúd de los restos de Rodrigo Sánchez Barroso, en la iglesia de Manga, el viernes 16 de mayo, me conmovió hasta las lágrimas ver a la bella y noble legión de sus amigos sordomudos llorando su partida, acompañando a su esposa María Cristina y a sus hijos, nietos y bisnietos, y cargando el ataúd del amigo inigualable.

Rodrigo Sánchez Barroso. //Foto: cortesía.
Rodrigo Sánchez Barroso. //Foto: cortesía.

El primer sordomudo

Rodrigo Sánchez Barroso estaba de paso por Bogotá en 1972 y fue a visitar a su hermano Jaime, que tenía un almacén de artículos deportivos en la calle 90 con 15 de la capital. De repente vio cuatro tallas en madera, un crucifijo delicadamente tallado, un marco de madera, un llavero y otra madera pulida con sofisticación. ¿Quién te hizo este trabajo tan maravilloso?, le preguntó Rodrigo a su hermano y él le señaló a un joven delgado que estaba sentado en el vano de una puerta, arreglando un patín para una Asociación de Patinadores. ¿Qué hace un artista como él arreglando patines?, se preguntó él, y Jaime le contó: “Él es sordomudo y nadie le da trabajo”.

¡Pero, por Dios -se dijo Rodrigo-, es un artista! Aprendió el lenguaje de los sordomudos para llegar a Luis Carlos, ese artista de la talla en madera, y le propuso que se viniera con él a Cartagena, y se convirtiera en capacitador de otros sordomudos. Así empezó todo. Y desde aquel instante, los sordomudos en la ciudad empezaron a abastecer un mercado inexplorado en la ciudad. En 53 años de historia, hasta la partida de Rodrigo, impulsor de los ebanistas y carpinteros sordomudos, estos artesanos han llenado a Cartagena de innumerables maravillas, entre ellas el escritorio desde el que ahora escribo.

Los artistas de la madera

Los sordomudos liderados por Rodrigo Sánchez Barroso hicieron los muebles, las sillas y las estanterías del diario El Universal en su sede de la calle San Juan de Dios; tallaron y tornearon los muebles de las oficinas del Concurso Nacional de Belleza, en los años de Teresa Pizarro de Angulo; hicieron las consolas y los espejos de la casa a Josefina de Gómez Naar, se encargaron de los trabajos en madera de hoteles del sector de Bocagrande y edificios de Castillogrande, y trabajos de empresas y residencias de toda la ciudad.

De esa legión de sordomudos, a los que él abrió una oportunidad laboral en la industria de la madera, recordaba a Carlos Martínez, Hugo Recuero, Rodrigo Gutiérrez, Iván Vélez, Jimmy González, Tomás Machado, Guillermo Julio, a quien decían La Llaga; Walter González, entre otros.

No solo integró laboralmente a sordomudos, sino también a muchachos con déficit cognitivo a quienes capacitó con una paciencia infinita y un humanismo sin tregua, replicando a Job.

Al pronunciar estos nombres se le quebraba la voz y se le mojaba el rostro de lágrimas, al recordar a uno de los padres de los muchachos: un señor que le guardaba el salario a su hijo sordomudo para que, cuando él muriera, tuviera suficiente dinero para defenderse. Aquel padre le dijo conmovido a Rodrigo: “¡Gracias, me has regalado un hijo!”, ese hijo al que el padre creía perdido sin ninguna posibilidad laboral.

Empresario exitoso

En 1985 la obra social de Rodrigo Sánchez Barroso fue exitosa y triunfal al representar a Cartagena de Indias en el Concurso Nacional de Habilidades Laborales para Personas con Discapacidad (Abylimpic) en Medellín. En 1985 recibió los máximos honores en el Mundial de Abilympics. En 1994 fue galardonado con el Premio Portafolio.

Empresas y universidades de Cartagena y del resto del país acudieron a su sabiduría. Con su vida escribió un capítulo de oro en la rehabilitación profesional de personas sordas dentro de la industria privada de la madera en Cartagena. Un modelo replicable, pero sin antecedentes en el país o en América Latina, él construyó ese sendero, gracias a su tenacidad y clarividencia.

Rodrigo Sánchez Barroso. //Foto: cortesía.
Rodrigo Sánchez Barroso. //Foto: cortesía.

Retrato

“Era un maravilloso ser humano, buen esposo, padre y tío, buen amigo de sus amigos, gran conversador, estricto, disciplinado y transparente, activo en las causas sociales”, ha expresado María Cristina, la abnegada, valiosa y valiente esposa de Rodrigo, con la que iba a celebrar pronto 60 años de matrimonio, esperando renovar esos votos.

Rodrigo, al que todos cariñosamente le decían El Pelusa, no sucumbió a ninguna borrasca en el tiempo. Hasta el final estuvo planeando nuevos sueños para sus amigos, los sordomudos. Dejó un libro de memorias que publicó en 2022, y dejó libros inéditos sobre su experiencia como empresario. Iba a celebrar 85 años el 24 de junio próximo. Nació el Día de San Juan Bautista, el que predicó en el desierto. Y él fue así: un hombre que sembraba flores en el desierto.

A flor de labios

“He sido un Quijote por convicción”, ha escrito en sus memorias Rodrigo Sánchez Barroso. “Lo he sido, lo soy, y posiblemente seguiré siéndolo”. Y al referirse a todo lo que podemos hacer por los demás, ha expresado: “Ser sordo es desafortunado… hacerse el sordo… es de mala leche. ¡Cuánta gente ni oye ni responde!”.

Sus memorias están dedicadas a su esposa: “María Cristina, que confió en que saldríamos al otro lado de esas aguas tormentosas en que nos vimos inmersos. Ella fue la brújula que marcó el rumbo del barco, para que, junto a los hijos, llegáramos a buen puerto”.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News