El Museo Histórico de Cartagena, fundado en 1924, se ubica en el corazón del centro amurallado, dentro del Palacio de la Inquisición. En sus espacios, de gran riqueza arquitectónica colonial, confluyen no solo los oscuros episodios de la Inquisición, sino también la historia del origen y trazado de la ciudad, la construcción de sus murallas, sus catedrales y monumentos, así como el proceso de Independencia y la formación de la sociedad colombiana, desde el siglo XIX hasta el XX.
Uno de los grandes tesoros del museo es una réplica de las primeras llaves utilizadas por la ciudad en tiempos de la Colonia. También se conserva el Acta de Independencia de Cartagena, fechada el 11 de noviembre de 1811, una campana fundida por Pedro Romero y un lienzo sobre la Independencia, pintado por Cecilia Porras.
El director del Museo Histórico de Cartagena (MUHCA) es Moisés Álvarez Marín, artífice del Archivo Histórico de Cartagena, quien impulsó un giro en el enfoque del antiguo museo, que hasta entonces giraba exclusivamente en torno al Palacio de la Inquisición, dejando de lado los periodos posteriores a la Colonia: la Independencia y la República. Lea también: 5 museos del Centro Histórico de Cartagena: valores, días y horarios
Formado en archivística en España, Moisés es un historiador riguroso y entregado, un excepcional divulgador de la historia local y un auténtico guardián de la memoria de Cartagena de Indias.

Casa Museo Núñez
La casa que hoy se llama Casa Museo Núñez era del padre de Soledad Román: Manuel Román y Picón. Le compró a su compadre Juan Capella en 1850 los terrenos que abarcaban el antiguo revellín de la Tenaza y un poco más allá de la casa. Manuel Román y Picón se la dejó a Soledad en su testamento, era el quinto de sus bienes forjado en piedra, madera y azotea. Y Soledad Román, en los treinta años de soledad de viudez, empezó a vender las tierras para comer, dice su sobrino, y terminó regalando un terreno a la Arquidiócesis de Cartagena, según escritura 234 del 29 de marzo de 1915, Notaría 1 de Cartagena, para mantener la Ermita de El Cabrero, edificada por Soledad en 1888. La donación incluía cinco casas, cuatro de ellas en El Cabrero y otra en el Callejón de Gastelbondo.
Soledad no solo era la dueña de la casa sino de una lengua enorme de tierra sembrada de cocoteros, pero a medida que se acercaba la muerte, ella se iba despojando de todo. En la Casa Museo Núñez, donde viviera Rafael Núñez, cuatro veces presidente de Colombia, junto a su esposa, Soledad Román, se conserva intacto el dormitorio nupcial, su escritorio, objetos personales. Un tesoro que guarda este museo es el cabello de Rafael Núñez, bordado en un pañuelo de lino sobre el escudo republicano, donado por las monjas benedictinas. El de Soledad Román está en un fino estuche. Los dos cabellos están en una urna. Lea también: Cartagena tendrá el primer museo submarino de Colombia con el proyecto MuMar
Museo del Oro
El Museo del Oro Zenú (MOZ) en Cartagena, frente al Parque de Bolívar, posee un valioso acopio de piezas milenarias, acompañados de textos ilustrativos y audiovisuales. El museo recuperó el aljibe de su patio y enriqueció su colección al celebrarse un siglo del Banco de la República. Entre las maravillas que están guardadas allí destaca la destreza de las mujeres en la comunidad de los zenúes, y la exhibición de remotos instrumentos de viento, flautas, ocarinas y fotutos, que forman parte de la ritualidad cultural de los zenúes, ha explicado Jaime Bonet.
El museo es un baluarte que salvaguarda la riqueza prehispánica y la belleza inigualable de cada pieza que nos permite asomarnos a los rostros del tiempo. Los remates de los bastones de los caciques, los rostros de los antiguos zenúes, el culto a los jaguares y los caimanes, los objetos de la vida cotidiana, las vasijas con sus geometrías cosmogónicas, las líneas misteriosas entre la vida, el sueño y la muerte. Un museo para viajar en el tiempo de las culturas milenarias de la región Caribe y Colombia. Los zenúes enterraban a sus muertos con sus ornamentos rituales de oro. Pedro de Heredia quedó enmudecido de euforia y codicia cuando descubrió que en las tumbas de los zenúes había oro, y se convirtió en uno de los primeros saqueadores del oro de la región para la corona española.

Museo de Arte Moderno
El Museo de Arte Moderno de Cartagena ‘Enrique Grau’ (MAMC) fue fundado por el artista Enrique Grau, con la complicidad de Alejandro Obregón y el apoyo de Miguel Sebastián Guerrero, su primer director. En 2022 celebró medio siglo en su sede de la Plaza Pedro Claver. El museo es la memoria artística de Cartagena. La sede actual era una antigua bodega de sal de la Colonia. Es dirigido en la actualidad por el artista y curador Eduardo Hernández. Allí se destaca una colección significativa de arte cartagenero, colombiano y latinoamericano en su colección permanente. Mucho antes de que se reabriera en esta sede, el Museo era como una casa en el aire, una ilusión errante por diversos espacios de la ciudad. Estuvo en el Palacio de la Inquisición como Galería de Arte Moderno, ha precisado la historiadora Isabel Cristina Ramírez.
El crítico y gestor cultural cubano José Gómez Sicre seleccionó una colección de arte latinoamericano donada por la OEA, cuyo propósito era que formara parte de la colección del naciente museo. Esta colección tuvo guardianes como Yolanda Pupo de Mogollón, Enrique Grau y Alejandro Obregón. El MAMC tiene la Sala Enrique Grau, Cecilia Porras, Hernando Lemaitre y Sala Alfredo Guerrero.
Museo Naval del Caribe
El Museo Naval del Caribe, además de ser testigo de las gestas navales en Cartagena, resguarda entre sus tesoros diseños de antiguos barcos y relatos de historias forjadas en el mar. Cuenta con una sala infantil dedicada al Galeón San José y un auditorio multifuncional donde se realizan conferencias y exposiciones culturales.
Una recreación interactiva de los primeros barcos que arribaron a Cartagena podría despertar en la ciudadanía una conexión intensa y revitalizadora con el pasado. Sin embargo, esa memoria también está marcada por el dolor: la imagen de una galera cargada de africanos esclavizados nos remite al fondo de los sufrimientos ancestrales.