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Cultural

¿Qué es ser un costeño? Una reflexión sobre cómo somos narrados

Una región que ha sido pensada desde su diversidad territorial y caricaturizada desde el interior, sigue construyendo su relato con nuevas voces.

¿Qué es ser un costeño? Una reflexión sobre cómo somos narrados

La riqueza del Caribe colombiano no se explica, se vive y así lo representó ¿Dónde Carajos Está Umaña? Entre sabores, sonidos y relatos que desafían los moldes impuestos. //Foto: Cortesía - Caracol Televisión.

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El ser Caribe es una discusión que podemos calificar como sempiterna, controversial, dinámica, y posiblemente no seremos capaces, como región, de definirnos, porque en Colombia, el ser Caribe está delimitado por la diversidad étnica y geográfica que hay en 132.288 km² de territorio.

Hay tantos pensadores locales y nacionales que se han tomado la ardua tarea de dar respuestas a preguntas que surgen cuando de la Costa se trata. Pero al leer a varios de ellos, me quedo con Juan Gossaín, porque no trata de justificarlo, sino que lo disfruta. Para él, en el Caribe nada es desconcertante y “es tan prodigioso, que aquí la alegría es un dulce que venden en la calle” (Diccionario de la vida, 2019). Lea: Tomás Oviedo, el abogado en ejercicio más longevo de la Región Caribe

Somos una construcción social, cultural y lingüística de prácticas que brotan de la unión de razas, de discursos políticos, de actividades económicas que, con el tiempo, las castas dominantes han tratado de ocultar en la historia de la construcción de esta república.

Se vive una realidad cambiante y dependiente de dinámicas antropológicas pensadas desde el territorio, uno que es activo y determinante, vigoroso y flexible; un espacio estratégico y un soporte simbólico. La tambora no se toca igual, ni se habla ni se baila. Aunque las personas del interior del país nos perciban como un “igual”, entre el cesarense y el cordobés, pasando por magdalenenses, atlanticenses, bolivarenses y sucreños, hay diferencias abismales que puedes entender hasta cuando estas ante una majestuosa y humeante plato de mote de queso, que varía sin perder la magia del buen sazón.

Por años han tratado de comprender qué es lo que Gabriel García Márquez narra en sus obras literarias, lo que Francisco El Hombre o Emiliano Zuleta retrataron en sus melodiosas composiciones, o qué representan tantos otros. Y es que esta región se ha dedicado a pensarse, a construirse y a imaginarse a partir de sus propios referentes, porque para los observadores, el ser caribeño o costeño se convierte en un entretenimiento cargado de humor ambicioso, entrometido y espontáneo. Lea: ¿Quién define cómo son los cuerpos de las mujeres en el Caribe?

Cansados de los estereotipos que salen de la comedia y se convierten en burla -una que rechaza y discrimina-, se levanta una generación más crítica que, con ayuda de las redes sociales, explora el cambio, la evolución, la responsabilidad y hasta los límites de la opinión democratizada. Es un amanecer desde la autopercepción.

¿Quién está narrando el Caribe?

¿Dónde carajos está Umaña? (2012-2013) y Chepe Fortuna (2010-2011) son dramas cargados de esa comedia atrevida y apasionada que, si bien caen en la exageración, son fieles al paradójico territorio -en el que se vende alegría y caballitos por las calles del barrio; donde un hombre se convirtió en caimán, y una ‘ajá’ detona todo tipo de emociones, opiniones y decisiones-. Estas dos producciones son aclamadas por el público, queridas por los caribeños y respetadas por los costeños. No tratan de refinar aquella personalidad colectiva para ser aceptados, son una representación fiel y vivencial. Y sí, la necesidad, la escasez, los conflictos, la violencia, el hambre y la pobreza son protagonistas en la historia, pero no definen lo que somos, aunque cambie la mirada con la que enfrentamos la vida.

Cansados de estar expuestos y definidos por los estereotipos impuestos, las nuevas generaciones utilizan las redes sociales para compartir la historia y la cultura que es enseñada por los abuelos. Si bien hay clases sociales con singularidades definidas y que son y han sido disociadas por la misma sociedad, se levantan voces líderes como José Luis Simanca que desde su amor por educar expone una historia cargada de inverosimilitudes. Administrador de empresas por decisión, pero un narrador por vocación. Viaja por los departamentos de esta región para disfrutarla y compartirla. Tampoco quiere justificarla, desea simplemente compartirla. Lea: ¿Por qué el 2 de febrero se celebra a Shakira y la cumbia?

Es consciente de que se puede evolucionar y retroceder y la serie Medusa de Netflix (2025), por ejemplo, así lo representa. Asegura que fue construida con una mirada simplista y que responde a estereotipos tradicionales de quien no conoce ni han experimentado el Caribe en su totalidad y desde su complejidad. “Es diferente cuando un costeño se representa a sí mismo porque hay fidelidad en esa imagen que proyecta. Ha vivido el Caribe y ha crecido en una parte de esta región. Hay validez en su interpretación”.

José Luis Simanca es Primo E’Costa en redes sociales. //Foto: cortesía.
José Luis Simanca es Primo E’Costa en redes sociales. //Foto: cortesía.

Para el narrador, Medusa no cae en el completo desconocimiento porque hay elementos que hacen parte de nuestra historia, pero la construcción, tanto del guion como de los personajes, era intencionalmente hiperbólica. Lea: Cumbia Queen, la cantadora barranquillera que rompe con lo tradicional

Si bien hay elementos de la cultura social y popular similares entre las producciones antes mencionadas -como la enloquecedora bulla, la ‘mamadera de gallo’, el infaltable sonar del acordeón, los sombreros vueltiaos como pieza protagónica de vestir, abundantes onomatopeyas que opacan la eficiencia y la variedad de nuestro lenguaje, la comida como método de conquista y redención-, una es tildada de burla, las otras no terminan de cruzar la delgada línea de la comedia. Producciones diferentes, geográfica y socioeconómicamente hablando.

“Creo que lo que ha cambiado con los años es nuestra crítica ante las representaciones. Estamos reclamando espacios de diversidad, exigiendo estudios de cómo se conforma nuestra región. El sombrero vueltiao no es solo para el vallenato, sino que hay un abanico musical que lo implementa como la cumbia, el bullerengue, las gaitas de la sabana. El costeño no pasa con el sombrero puesto”, asegura el hombre de 31 años que en el ciberespacio se conoce como Primo E’Costa. Lea: Primo E’ Costa: contar la cotidianidad de la gente

Una de las críticas más firmes que este creador de contenido tiene es la necesidad de ser exhibidos siempre alegres, en medio de jolgorio, no se puede sentir sin exagerar. La tristeza no va acompañada de un vallenato melancólico, la rabia o la decepción no es sinónimo de violencia, el desconocimiento no va de la mano con la pobreza, aunque la falta de riquezas está asociada con el analfabetismo de esta región.

“Nuestra historia está bajo una carga generacional y social que desconoce parte de su historia porque no se enseña, no se mira desde las diferentes perspectivas, no hay inquietud literaria, la cual nos permite tener argumentos ante nuestras posturas. Es posible que la mayoría de las personas en el Caribe descubran la literatura a través de la música, que es una construcción social, simbólica, y aunque hay un sincretismo histórico y faltan precisiones que expliquen algunos de nuestros comportamientos ancestrales, nuestra posición frente al mar nos permite ser de muchas culturas y muchas naciones. En el Caribe cohabita lo grandioso, pero también lo triste y lo doloroso”, reflexiona.

La representación del Caribe sigue siendo enigmática, pero también generosa, porque vuelca todas las miradas hacia nuestro paradisíaco territorio y despierta una insaciable curiosidad por lo que ni nosotros logramos dar nombre o calificación. Lea: Son San Music: el grupo musical que deja en alto el nombre de San Pablo Norte

“La vida es generosa al permitirme conocer la riqueza del Caribe”, finaliza. La narración de este hombre al contar su Caribe es tan envolvente y vivencial que te traslada al patio de una gran casa, rodeado de familia y amigos, sentado en una mecedora mientras ofrecen café y cada quien esquiva el calor como le plazca.

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