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Cultural

Nereo López: una vida de película, contada por Márceles Daconte

El escritor e investigador Eduardo Márceles Daconte presentó, en el Museo de Arte Moderno de Cartagena, su libro “Nereo López, testigo de su tiempo”.

Nereo López: una vida de película, contada por Márceles Daconte

Eduardo Márceles Daconte junto a su biografiado Nereo López. Una de las fotografías de corralejas captadas por Nereo. Y el artista captado por León Darío Peláez.

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No hay una sola foto de Nereo López que no cuente una historia. Eduardo Márceles Daconte acaba de publicar la biografía “Nereo López, testigo de su tiempo” (Pijao Editores, Caza de Libros, 2025), en la que narra la vida de uno de los grandes e influyentes artistas de la fotografía en Colombia y el mundo: Nereo López, nacido en Cartagena, el 1 de septiembre de 1920, en la Calle Segunda de Badillo, y fallecido a sus 94 años en Nueva York, en 2015.

Es un libro fruto de una larga y sostenida vigilia de más de veinte años, y en ella, abarca el arte integral de Nereo, quien además de reportero gráfico, fue actor de la primera película experimental y surrealista filmada en el Caribe en 1954: “La langosta azul”, retratista del Grupo de Barranquilla y los episodios del bar legendario de La Cueva, retratista de todos los momentos vividos en Estocolmo con la entrega del Premio Nobel a Gabriel García Márquez, en 1982, testigo de todas las fiestas populares y folclóricas del Caribe y Colombia, y autor de 14 libros publicados que abarcan la memoria social, cultural, artística y política de la Colombia de 1940 hasta el cierre del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Un reportero sin tregua

Márceles Daconte nos recuerda que Nereo fue siempre, y hasta el final de su vida, “un reportero gráfico ágil y oportuno”. Vivía y soñaba con hacer una nueva fotografía de la gente y del paisaje urbano de Nueva York. Si iba en el metro, tenía su cámara estratégicamente entre las piernas, captando la expresión de los pasajeros. O captando el reflejo de la ciudad dentro y fuera, en las pupilas de los transeúntes, en las vidrieras, en los destellos de luz en el agua.

Las primeras imágenes de Nereo son del puerto petrolero de Barrancabermeja, a sus 27 años, entre 1947 y 1951. El niño desnudo que va junto a su padre en una canoa, huyendo de la guerra bipartidista generada después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, captada en Barrancabermeja en 1948, es conmovedora. La mirada del padre mientras rema y la mirada del niño, recostado en la pierna del padre, son de incertidumbre y desolación. Lea también: El gran Nereo López en su luz secreta: 100 años de su natalicio

Hay otra foto de 1949 en la que también aparece un niño desnudo al que sus padres le han puesto una manta en los hombros, mientras huyen desde Barrancabermeja. De allí, Nereo regresa al Caribe, y realiza fotografías excepcionales de Barranquilla, Cartagena, Sincelejo, el Sinú, La Guajira.

“De aquella época en Barranquilla, El Espectador le publicó fotografías de sucesos importantes que captaron la atención nacional. Uno de ellos fue el mencionado secuestro del hijo del industrial Nicolás Saade. Nereo fue el único fotógrafo que alcanzó a registrar en aquella época la secuencia de imágenes que marcó un hecho que estremeció la ciudad cuando tales crímenes eran tan incipientes en el país y por las cuales obtuvo una bonificación de cien pesos”. De toda esa serie del Caribe, hay instantes reveladores: Cartagena en el Muelle de los Pegasos en 1952, las ruletas callejeras de la ciudad, la gente en los parques, los niños de La Boquilla jugando béisbol, los niños subiendo al Cerro de la Popa, las viejas dulceras del Portal de los Dulces, etc.

‘La langosta azul’

“A finales de 1954, Álvaro Cepeda y Luis Vicens llamaron a Nereo para que se vinculara, en calidad de director de fotografía, a una película experimental basada en una idea de García Márquez, con guion de Cepeda Samudio: ‘La langosta azul’.

Vicens era un catalán radicado en Bogotá. Fundó el primer cine club de Bogotá en compañía del pintor Enrique Grau y del cinéfilo Hernando Salcedo Silva. En una de sus visitas a Barranquilla, Cepeda le contó la idea de hacer una película sobre la historia de un gringo que llega a un caserío de pescadores con una maleta llena de langostas.

Una de ellas es azul, con poder radioactivo, y el misterioso visitante la coloca sobre un estante. En un descuido, sin embargo, un gato vagabundo se la roba y motiva la alarma general hasta que se ofrece una recompensa para quien la encuentre. (...) Al final, un viento huracanado arrasa felizmente con la langosta atómica y suscita el júbilo de todos. Cepeda Samudio era el encargado de la logística de producción. Nereo, a su vez, aportó 600 pesos para comprar la película y prestar el trípode. Ya en vísperas del rodaje, Roberto Bob Prieto, un musicólogo amigo del grupo a quien le había sido asignado el papel de gringo, se rehusó a participar.

‘La langosta azul’ ha pasado a la historia como la primera película con un argumento surrealista e influjo del neorrealismo italiano que se haya realizado en Colombia, y en ella participaron, además de los personajes mencionados, los artistas cartageneros Enrique Grau y Cecilia Porras, el camarógrafo Fernando Guillo Salvat y el pintor Alejandro Obregón, quien acompañó a Cepeda en algunas escenas complementarias que se filmaron a principios de 1955. Pero su debut en esta aventura no ha sido la única incursión en la escena cinematográfica. Lea también: Nereo López y el placer de saber mirar

A través de su fructífera vida, Nereo tuvo una amplia participación en realizaciones cinematográficas en el país como productor, director de fotografía, foto fija e incluso como actor. Recordemos que desde su juventud estuvo vinculado al mundo del cinematógrafo, empezando desde la más humilde posición como portero del Cine Murillo, para luego ascender a administrador del Cine Rialto de Barranquilla.

Artista innovador

Para Márceles Daconte, Nereo profundizó en todas “las etapas de un fotógrafo del siglo XX, y fiel a su espíritu innovador e investigativo, sorprendió a todos con sus experimentos a color, que él bautizó como Transfografías, en las que, sin utilizar el computador, fusionaba imágenes para darles una personalidad diferente. Nereo falleció a los 94 años, el 25 de agosto de 2015, en una clínica de Nueva York, ciudad a la que entregó etapas de su vida de fotógrafo. Sus cenizas reposan en el lecho del río Hudson”.

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