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Cultural

Abril, ¿por qué se dice que es el mes de los románticos?

Abril llega con su carga de nostalgia, convertido en fuente de inspiración para artistas que ven en este mes una oportunidad para el desahogo.

Abril, ¿por qué se dice que es el mes de los románticos?

Hombre subiendo en bicicleta por el Puente Román en el amanecer. //Foto: archivo El Universal.

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Es sábado por la mañana. Me levanto de la cama trastabillando en dirección a la cocina, estoy descalza, por eso siento el frío del piso bajo mis pies. Me asomo por la ventana y descubro que ha sido una noche pasada por lluvia. Los niños juegan en la calle, llenan baldes con el agua del cielo y se lanzan chorros unos a otros; se gritan, se pelean y luego siguen jugando hasta que el grito de una mamá les advierte que les va a caer un rayo si no se calzan los pies.

Pienso en mi mamá y corro a buscar un par de chancletas, antes que, debido a mi mala suerte, a un rayo se le dé por caer cerca y mis pies queden pegados al piso para siempre, como solía decir mi madre que yo iba a quedar cada vez que me veía corriendo por la casa descalza.

Ahora vivo sola y, aunque mi madre ya no está para vigilar cada uno de mis pasos, hago todo lo que ella me habría dicho que hiciera en un día lluvioso. Años atrás, cuando aún vivíamos todos en la misma casa, los brisones sacudían con tanta fuerza los árboles que durante la noche no dejaban de llover mangos maduros sobre el techo de la casa. Sonaban como piedras grandes lanzadas con fuerza, y mi pobre madre se estremecía cada vez que el golpe de una fruta le impedía volver a conciliar el sueño.

Aquellas noches de abril, que casi siempre coincidían con los días santos, nos las pasábamos a oscuras, acompañados de la luz tibia de las velas y alguna que otra linterna recargable, porque, para nuestro pesar, cada vez que llovía se iba la luz por arte de magia.

Vuelvo a la cama, pero antes agarro un libro de cuentos de Julio Cortázar y empiezo a leer hasta que el sonido de la brisa me arrulla y me quedo dormida. Lea también: Las cartas secretas de Juan Rulfo a Clara Aparicio, su eterno amor

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Sé que abril ha llegado porque lo siento en el aire, en la forma en la que corre el viento y menea las ramas de los árboles. El aire de abril sopla frío, empujado por las primeras lluvias del año que casi siempre se asoman los primeros días de este mes y dejan a la ciudad en una atmósfera nostálgica. Cartagena de Indias, la ciudad que les ofrece a los turistas sus playas y mucho sol, se convierte de repente en un Caribe nostálgico, que se da permiso de apagarse por unos días, de hacer el sol a un lado y nublarse.

Abril en la música

No es casualidad que poetas, escritores y compositores se aferren a abril como si fuera un suspiro eterno en el calendario. Lo desgastan, lo reinventan, lo elevan al rango de mes del amor, del romance… y del olvido.

En su clásico melancólico, Joaquín Sabina lo dice sin rodeos: “El hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita: ‘¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo pudo sucederme a mí?’. Lo guardaba en el cajón, donde guardo el corazón”.

Mientras tanto, Fito Páez transforma abril a través de la luz: “¡Dios santo, qué bello abril! Sos vos. Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar, para que no tengamos soledad”. Ambos, cada uno en su estilo melódico, retratan el mismo abril que canta Luis Miguel en ‘Tengo todo excepto a ti’, del que recuerda Álex Ubago en ‘Aquel abril’, del que evoca Joan Manuel Serrat en ‘Especialmente en abril’, o el que Pablo Milanés y Reik convierten en canciones pegajosas. Todos se aferran al mismo sentimiento: el amor que llega, que se va… o que regresa justo cuando aparece la nostalgia.

“¿Qué será que no llegas? Este mundo ya es duro y más duro sin ti... Corre, salta, despega. Dale cura a este amor que no sabe morir. No me niegues la risa, tócame con las alas… milagro de abril”, canta Alberto Plaza, con voz esperanzada.

Y es que abril florece. No solo en la música, sino en el mundo. En este mes, el hemisferio norte se ilumina con el color de las flores y el verdor de las hojas de los árboles. Lea también: La historia de Manuel Patrocinio, el poeta más longevo del mundo

Abril tiene esa magia. Esa capacidad de hacernos creer que, con música y poesía, podemos revivir lo que creíamos perdido. Que un instante del pasado puede regresar, aunque sea solo por el tiempo que dura una canción.

Abril, un mes conmemorativo

En el mundo literario abril representa el presagio de tragedias en la vida de los escritores. Autores como Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega se despidieron del mundo este mes. Pero en Cartagena el panorama sigue la misma línea: cuatro artistas apagaron su vida.

El primero de ellos fue Enrique Grau, quien murió el 1 de abril de 2004, a los 83 años. Grau dejó un legado inmenso como pintor, escultor y creador polifacético, con aportes también en el cine y la literatura. El 11 de abril de 1992, la ciudad perdió a Alejandro Obregón, artista de origen catalán que adoptó la nacionalidad colombiana. Falleció a los 71 años.

Obregón es considerado pionero del arte moderno en Colombia, una década después, también un 11 de abril, pero de 2002, murió en Bogotá Héctor Rojas Herazo, a los 80 años y ocho meses. Novelista, poeta y pintor, Rojas Herazo creó un universo literario profundo y simbólico que quedó inmortalizado en novelas como ‘Respirando el verano’, su obra es fundamental para comprender la transformación de la literatura y la poesía colombiana del siglo XX. Lea también: Alamesa: el primer restaurante atendido por personas con neurodiversidad

Finalmente, el 17 de abril de 2014, falleció a los 87 años Gabriel García Márquez. El escritor se fue de este mundo un Jueves Santo, en contra de su voluntad, pues para él no había nada peor que partir ese día de la semana. “Yo creo que el jueves no sirve ni siquiera para morir”, solía decir.

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