“Camelo” es la palabra que utiliza Julio Cortázar en su traducción del llamado Ballon-Hoax de Edgar Allan Poe (1809-1849); “El camelo del globo”, lo llama. Es una palabra que ha sido desplazada por el término inglés fake news, pero eso es precisamente a lo que se refiere, según la Real Academia Española: a una noticia falsa. Y efectivamente, Poe fue el creador no de uno, sino de varios artificios destinados a tomarle el pelo al público.

Los camelos
Seis fueron los engaños tramados por el autor bostoniano. Cada uno fue enviado a un diario o publicación periódica, a veces bajo su nombre, a veces bajo seudónimo, a veces a sabiendas del editor, a veces se publicaba una fe de erratas al poco rato. En resumidas cuentas y en orden cronológico:
• La incomparable aventura de un tal Hans Pfall (1835): enviado al Southern Literary Messenger, una publicación mensual de Richmond. Es la supuesta carta de donde se relata la aventura de un hombre holandés que llega en globo a la luna y descubre que hay vida ahí. El camelo fue opacado por otro fraude muy exitoso y similar publicado a lo largo de seis artículos en el periódico The Sun de New York, que ha pasado a la historia como “The Great Moon Hoax” (“El Gran Camelo Lunar”). Lea también: Uno de los lados menos conocidos de Borges: el relato policial
• La Narración de Arthur Gordon Pym (1838): el recuento del supuesto viaje del epónimo por muchos países hasta llegar al Polo Sur. La publicación iba precedida de un prólogo donde “Pym” afirmaba que había pedido a Poe que redactara y publicara las dos primeras partes como ficción porque su viaje le parecía muy inverosímil para ser creído, pero que en cuanto “observó” que algunos preguntaban por la veracidad del relato, decidió “asumir” la autoría públicamente y “escribir” el resto. La narración se interrumpe porque “Pym” murió antes de terminarla. Publicada parcialmente en el Southern Literary Messenger y luego como libro.
• El diario de Julius Rodman (1840): similar al anterior, pero detallando un falso viaje por las montañas rocallosas en 1792, anterior a todas las expediciones conocidas a la zona. Publicado, pero no terminado, en la Burton’s Gentleman’s Magazine de Philadelphia.
• El llamado Camelo del globo (1844): publicado en The Sun. El más exitoso de los engaños de Poe; es el supuesto diario de un afortunado viaje en globo que logró atravesar el Atlántico en tres días. Incluye una descripción y explicación del supuesto mecanismo (consistente con la aerodinámica de la época), suplementado con nombres de personas reales, como Thomas Monck Mason, quien ya había viajado en globo desde Irlanda a Alemania. Poe contaría más tarde en una carta que las oficinas de The Sun estuvieron abarrotadas de curiosos desde la mañana hasta las 2:00 p.m. y que, para su “extrema diversión”, los más crédulos pertenecían a los círculos intelectuales.
• La verdad sobre el caso del señor Valdemar (1845): sobre un paciente con tuberculosis cuya muerte definitiva se retrasa cuando es “mesmerizado” (hipnotizado). Publicado en The Broadway Journal y The American Review: A Whig Journal, ambos en New York. Poe apela a la credulidad del público con un narrador que presenta la supuesta muerte de Valdemar como si fuera un caso muy comentado en días recientes. El médico Robert Hanham Collyer afirmó públicamente haber logrado un resultado parecido (por supuesto, todo era un fraude). La historia causó revuelo entre el público y muchos amigos del autor le escribieron preguntándole si algo de cierto tenía, pero él respondió sin pretensiones: “‘Camelo’ es precisamente la palabra adecuada”.
• Von Kempelen y su descubrimiento (1850): sobre el arresto de un científico europeo, quien habría descubierto un modo de transformar el plomo en oro. Publicado con la intención explícita de desalentar a los viajeros que se dirigían a California, impulsados por la fiebre del oro, pues el “artículo” especula que el valor del ese metal estaba destinado a caer gracias al hallazgo. Publicado en el periódico Flag of our Union de Boston.
Novedades por doquier
De acuerdo con el investigador John Tresch, la primera mitad del siglo XIX fue una época agitada en términos de adelantos científicos para Europa y Estados Unidos. Habían llegado las máquinas a vapor, los trenes, las lámparas eléctricas, el daguerrotipo, la máquina de escribir, el telégrafo, el estudio de la relación entre la electricidad y el magnetismo, la anestesia, el estetoscopio y muchos otros inventos y descubrimientos. Lea también: Renovarán cuarto de Edgar Allan Poe

También eran tiempos de especulaciones sobre lugares desconocidos, como el centro de la tierra y la superficie lunar, de replantear la primacía de ciertos dogmas religiosos en la ciencia (como la idea del “diseño inteligente”); o de disciplinas médicas ahora descartadas, como la frenología y el mesmerismo. Por último, surgió una nueva ola de artículos, reportes y libros científicos de divulgación masiva.
Era natural que algunos quisieran aprovecharse del ánimo que provocaban tantas novedades juntas en unas pocas décadas para ganar dinero, burlarse de una sociedad demasiado crédula o barometrar la recepción de sus propias teorías. A su tiempo, Edgar Allan Poe fue todos estos. De hecho, publicó sus propias especulaciones científicas hacia el final de su vida en un texto llamado Eureka (1848), un largo discurso especulativo que, a pesar de todo, se anticipó por puro pálpito a la Teoría del Big Bang y al descubrimiento de la expansión y contracción del universo. Además, publicó algunos textos en contra de los camelos de otros, como el caso de un famoso autómata que supuestamente podía jugar ajedrez (en efecto, todo era un truco).

Es, sí, contradictorio que un hombre que tenía interés en la ciencia y en presentar la verdad al público también se viera en la necesidad de engañar. La explicación, a mi modo de ver, era doble:
1) Poe vivió en la pobreza durante casi toda su vida, pero también era consciente de que un artículo que generara gran atención a un medio podía representarle ingresos no cuantiosos, pero sí vitales. De hecho, una de sus quejas respecto del “Gran Camelo Lunar” fue que sentía que los dueños de The Sun se habían hecho ricos plagiando el concepto de Hans Pfall. Lea también: Cuarenta años sin Julio Cortázar: recuento de su legado en la literatura
2) John Tresch y David Ketterer afirman que hacer camelos era uno de los modos en que Poe se pronunciaba sobre las ideas en boga del mundo científico e inclinaba la curiosidad del público en una u otra dirección. A mi modo de ver, es igual de innegable que tenía gran confianza en su capacidad para engañar y disfrutaba de hacerlo, algo que se adivina de sus propios comentarios. Su curiosidad y su interés por la ciencia en nada excluían a lo que él mismo llamo el “demonio de la perversidad”, la voluntad de hacer lo que no se debe precisamente porque no se debe.
Obras consultadas
Poe, Edgar Allan. (1835). “The unparalleled adventure of one Hans Pfall”. The Fall of the House of Usher and other stories. Vintage Books: London.
Poe, Edgar Allan. (1838). “The narrative of Arthur Gordon Pym”. The Fall of the House of Usher and other stories. Vintage Books: London.
Poe, Edgar Allan. (1844). “The Balloon-Hoax”. The Fall of the House of Usher and other stories. Vintage Books: London.
Poe, Edgar Allan. (1845). “The facts of the case of M. Valdemar”. The Fall of the House of Usher and other stories. Vintage Books: London.
Poe, Edgar Allan. (1850). “Von Kempelen and his discovery”. The Fall of the House of Usher and other stories. Vintage Books: London.
Flatow, Ira & Tresch, John. (2021). “How Edgar Allan Poe Exposed Scientific Hoaxes—And Perpetrated Them”. Science Friday. Recuperado el 29 de marzo de 2025, en https://www.sciencefriday.com/segments/edgar-allan-poe-science/
Ketterer, David. (1971). “Poe’s usage of the hoax and the unity of Hans Pfall”. Criticism, 13 (4). pp. 377-385. Wayne State University Press.
Kofman, Ava. (s.f.). “The ‘Extraordinary Case’ of Poe’s Valdemar”. Method. Recuperado el 29 de marzo de 2025, en http://www.methodquarterly.com/2015/06/the-extraordinary-case-of-poes-valdemar/
Tresch, John. (2021). The Reason for the Darkness of the Night: Edgar Allan Poe and the Forging of American Science. Farrar, Straus and Giroux: New York.
The Museum of Hoaxes. “Hoaxes of Edgar Allan Poe”. Recuperado el 29 de marzo de 2025, en https://hoaxes.org/archive/permalink/edgar_allan_poe