comscore
Cultural

María Fernanda Mantilla, la artista que muestra a Colombia, en miniatura

María Fernanda Mantilla convierte lo cotidiano en arte con miniaturas que evocan memoria, nostalgia y el alma vibrante de Colombia.

María Fernanda Mantilla, la artista que muestra a Colombia, en miniatura

María Fernanda Mantilla, la artista que muestra a Colombia, en miniatura. //Foto: tomada de redes sociales.

Compartir

En el universo de lo diminuto, donde los detalles cuentan historias y las calles caben en la palma de una mano, vive el arte de María Fernanda Mantilla.

Desde Bucaramanga, esta joven artista plástica ha convertido el arte de las miniaturas en una herramienta de memoria, en un acto de resistencia contra el olvido y en una carta de amor a la estética popular colombiana.

Con cada pieza, revive los rincones que marcaron infancias, los puestos ambulantes que dan color a las calles y los pequeños negocios que la modernidad ha ido desplazando. Es una alquimista de la nostalgia, capaz de atrapar el alma de un país en escenas que caben en la yema de los dedos.

María Fernanda Mantilla es una artista plástica bumanguesa de 27 años. //Foto: cortesía.
María Fernanda Mantilla es una artista plástica bumanguesa de 27 años. //Foto: cortesía.

Pequeños mundos, grandes historias

“Siempre me ha fascinado la historia, sobre todo la de nuestro país”, cuenta Mantilla con el entusiasmo de haber encontrado su vocación en lo que parecía un simple ejercicio de clase; fue en la universidad, mientras exploraba nuevas formas de observar la ciudad, cuando surgió su amor por las miniaturas.

“Nos pidieron hacer una obra que mostrara la ciudad desde otro punto de vista, y yo decidí hacerlo en miniatura”. Su decisión no fue casualidad: una cirugía en su mano derecha limitó su capacidad para trabajar en formatos grandes, pero en lugar de verlo como un obstáculo, lo convirtió en una oportunidad “Me di cuenta de que en lo pequeño había una forma distinta de mostrar el arte y de generar curiosidad en la gente”.

Colores de la calle, por: Maria Fernanda Mantilla. //Foto: cortesía.
Colores de la calle, por: Maria Fernanda Mantilla. //Foto: cortesía.

En ese camino de descubrimiento, encontró inspiración en el trabajo de Joshua Smith, un artista australiano que transforma edificios urbanos en detalladas miniaturas. “Cuando vi sus obras, me di cuenta de que era posible capturar la esencia de la ciudad en una escala diminuta, pero con toda la complejidad y la belleza que eso implica”, dice Mantilla.

Su primera serie de miniaturas retrató lo que muchos ven, pero pocos observan: un puesto de empanadas, una carroza de aguacates, una chaza de dulces. “La primera vez que expuse mis miniaturas, me di cuenta de que provocaban algo en la gente. Eran objetos cotidianos, pero al verlos en miniatura, la gente los miraba con más atención, con más cariño. Es como si les recordaran algo que habían olvidado”.

miniaturas por: María Fernanda Mantilla. //Foto: cortesía.
miniaturas por: María Fernanda Mantilla. //Foto: cortesía.

Postales de la memoria

Esa capacidad de despertar nostalgia y emoción colectiva se hizo evidente cuando su obra ‘La Caseta’, inspirada en los quioscos de Postobón que solían ser el punto de encuentro en colegios y universidades, se volvió viral. “De repente, estaba en memes, en publicaciones de gente diciendo ‘¡Mi caseta, mi infancia!’. Me pareció hermoso cómo una obra podía conectar con tantas personas”.

Con el tiempo, su trabajo se convirtió en un homenaje a la memoria urbana colectiva y a los protagonistas anónimos de la calle. “Los vendedores ambulantes, los puesticos de tinto, los carritos de raspado... Son cosas que le dan vida a la ciudad, pero que muchas veces pasan desapercibidas o son marginadas. Para mí, la miniatura es una forma de decir ‘aquí están, esto también es identidad’”.

Su proceso creativo inicia con la observación: cuando viaja, recorre las calles con los ojos atentos, buscando esos rincones y personajes que capturan su atención. “Fui a Cartagena y vi un puesto de cocos que me encantó. Lo hice en miniatura y, un año después, volví y le llevé la obra al señor que lo atendía. Su reacción fue increíble”.

Cada una de sus piezas es un desafío técnico y artístico. “Trabajo con todo tipo de materiales: madera, porcelana, papel, acrílicos, aerógrafo... Incluso ahora tengo una impresora 3D, pero al final, la esencia está en los detalles”. Esos detalles han sido su sello. “Una vez llevé un carrito de raspados y el señor me dijo que le faltaba el pistón de la máquina. Claro, yo no lo había visto, pero él, que trabaja con eso todos los días, se fijó al instante. Esos comentarios me hacen mejorar”.

Un sueño a escala real

Su arte ha crecido al punto de cruzar fronteras. Ha participado en exposiciones en Colombia, México y España, y ha trabajado en proyectos especiales, incluso con Netflix. Pero su sueño va más allá. “Me encantaría tener un museo de miniaturas que mostrara nuestra cultura, nuestras calles, nuestra gente. En México vi un museo así y pensé: ‘¿por qué no en Colombia?’”. Más allá de los premios y reconocimientos, su mayor satisfacción es ver cómo sus obras despiertan emociones. “Es lindo cuando alguien ve una pieza y dice ‘esto es parte de mi historia’. Ahí siento que mi arte cumple su propósito”.

Mientras ese sueño se materializa, sus miniaturas siguen recorriendo el mundo, llevando con ellas la nostalgia, la memoria y el alma de un país que se resiste a olvidar su historia. Porque, en las manos de María Fernanda Mantilla, lo pequeño nunca es insignificante: es, en realidad, inmenso.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News