En 1865, el diácono, matemático y escritor Charles Lutwidge Dodgson, nombre de pluma “Lewis Carroll”, publicó Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas (1865), un libro que salió de sus conversaciones con las hermanas Lorina, Edith y Alice Liddell. Dodgson conoció a las chicas hacia 1856, cuando se volvió amigo de los esposos Henry Liddell, capellán de la Universidad de Christ Church, y Lorina Reeve.
Un 4 de julio de 1862, durante un paseo en bote con las hermanas, Dodgson empezó a idear la historia de los desencuentros de una niña con diversos seres fantásticos en un mundo subterráneo. Alice le pidió que las escribiera y, tres años después, el resultado fue una exitosa novela que hoy día sigue inspirando adaptaciones. A manera de dedicatoria, el autor le puso a la protagonista el mismo nombre de la niña y le dedicó un poema acróstico al final de la secuela, el libro que nos ocupará en este artículo: A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871).
La segunda novela surgió a partir de las lecciones de ajedrez que Dodgson impartía a las hermanas Liddell, así como del material que él había decidido no utilizar en el primer libro. El resultado fue un relato más estructurado y ambicioso que el primero, aunque no tan popular ni entonces ni hoy.

Notas generales de la obra ‘A través del espejo y lo que Alicia encontró allí’
A través del espejo es una obra de carácter episódico y de escasa “trama” como tal. Gran parte de su atractivo reside en las frustraciones de Alicia, los disparates de los otros personajes y el humor de Lewis Carroll, que se centra en sus cosas favoritas: la lógica, las matemáticas, la poesía y el lenguaje. Hay incluso un poema compuesto de pormanteaus y términos sin sentido aparente (llamado “Jabberwocky”). Además, puesto que el libro está escrito originalmente en inglés, algunos de los chistes son intraducibles; por eso, recomiendo leerlo en su lengua original si usted tiene un nivel al menos intermedio. Propiamente, mi interés con ese artículo no es resaltar eso, pues es algo que tiene en común con el primer libro y autoevidente, sino algo que puede pasar más desapercibido: el aire de melancolía y nostalgia que atraviesa la novela.
Historia y estructura de ‘A través del espejo y lo que Alicia encontró allí’
Al igual que El País de las Maravillas, A través del espejo es el relato del sueño de la protagonista. Aquí, Alicia sueña que va a la tierra detrás del espejo de la sala principal de su casa, que resulta ser un mundo dispuesto como un tablero de ajedrez gigante, donde las piezas rojas y blancas tienen partidas amistosas. La niña le comenta a la Reina Roja que a ella le gustaría ostentar el mismo título. La otra responde que puede hacerlo jugando como peón para el bando de las blancas y llegando a la octava casilla para ser coronada. Así, los movimientos de Alicia, y los de las otras piezas, se corresponden más o menos con los de una partida de verdad cuyas jugadas fueron registradas por el mismo Lewis Carroll en el prefacio del libro. Tras un largo recorrido, la niña se convierte en reina al final del octavo capítulo (son 12 en total).
Los capítulos I a III marcan la introducción del libro, los capítulos IV a VIII son el recorrido de Alicia por el tablero y sus sinsabores con toda clase de personajes excéntricos al estilo de El País de las Maravillas y, por último, los capítulos IX a XII muestran la caótica fiesta de coronación de Alicia y su despertar del sueño. Carroll marca el paso entre las casillas a través de tres líneas de asteriscos. Cada vez que Alicia llega al final de su “jugada”, el escenario cambia abruptamente: con un solo frenazo, pasa del vagón de un tren a un bosque o de una la tienda donde estaba parada a un bote de remos en un lago.

Espiral de dudas
Esos cambios súbitos van de la mano con uno de los temas recurrentes más importantes de A través del espejo; a saber, la conciencia de que nuestra percepción está mediada por los sentidos y depende de categorías que, hasta cierto punto, son invento nuestro, lo cual le da un carácter inestable. Sobre este punto, considérese los siguientes ejemplos:
1. La Reina Blanca revela que “ella vive al revés”, que su memoria funciona “en ambos sentidos” y que las cosas que mejor recuerda son “las que ocurren la semana después de la siguiente”. Cuando Alicia le responde que la suya sólo tiene uno, la Reina dice que es “una pobre clase de memoria que sólo funciona hacia atrás”. Esto afecta la forma en que imparte justicia, pues, al modo de la película Minority Report (“Sentencia Previa”, 2002), el castigo viene primero que el juicio y el crimen. Es más: chillar de dolor viene antes que pincharse el dedo.
2. El siguiente ejemplo es más aterrizado y aborda un problema clásico de la Lingüística: “Cuando yo uso una palabra”, dice Humpty Dumpty, “significa lo que yo quiero que signifique, nada más y nada menos”, dando a entender que los sonidos y las letras no tienen un significado intrínseco, sino que dependen de lo que convengan los hablantes o incluso de cada persona.

Ese cuestionamiento de la percepción misma deriva en un cuestionamiento total de la realidad de la existencia en sí. Cuando Alicia habla con los gemelos Tweedledee y Tweedledum, ellos le muestran al Rey Rojo mientras duerme e insisten que todo lo que están viviendo es el sueño del monarca y ni Alicia, ni nada más, existen de verdad. La niña se horroriza:
-¡Claro que soy real!
-No te harás ni un poquito más real llorando: no hay nada por lo cual llorar.
-Si no fuera real, no debería poder llorar.
-Espero que no creas que esas son lágrimas reales.

Ese momento se queda con Alicia hasta el final de la novela. Cuando despierta, se pregunta a sí misma a quién pertenecía el sueño, si a ella o al Rey Rojo. La narración cierra con ese interrogante antes de la última nota de gracia, un poema que termina con la siguiente afirmación: “La vida, ¿qué es acaso, sino un sueño?”.
Eso nos lleva a la otra gran preocupación de A través del espejo: la fugacidad del tiempo, la vejez y la muerte. La obra está precedida de un poema nostálgico que apela a recordar “la gloria desaparecida del verano”, un mosquito afirma que algunos de los insectos del espejo tienen vidas muy cortas, Alicia entra a un bosque donde es imposible recordar los nombres de las cosas, un poema relata un engaño que acaba con la masacre de un grupo de ostras, Alicia recoge juncos que se marchitan y pierden su fragancia inmediatamente y el Caballero Blanco (personaje que funge como autoparodia de Carroll) da muestras aparentes de senilidad y entona una canción sobre un hombre sumamente viejo.

Coda
El primer libro no acababa desde la perspectiva de la niña, sino desde la de su hermana mayor, que es adulta. Tras escuchar el relato de todo que Alicia soñó, la mujer “se sentó, con los ojos cerrados, y por un momento creyó estar en el País de las Maravillas, aunque sabía que tendría que abrirlos otra vez y todo regresaría a la aburrida realidad”. Este fragmento puede saber un poco a falso, lleno como estaba el País de las Maravillas de seres tan mandones y arbitrarios que hasta Alicia se quejaba de ellos: “Qué extraño es andar haciéndole recados a un conejo”, “Es la fiesta del té más estúpida en la que he estado en toda mi vida”, “¡Vaya regalo de pacotilla!”, “¿Y ustedes a quién le importan? ¡No son más que un mazo de cartas!”, decía ella cada vez que se encontraba con otro personaje desagradable.
El País de las Maravillas no era un lugar de diversión, sino una parodia algo grotesca de los poemas y cuentos moralizantes de la Inglaterra Victoriana, sazonada con chistes de matemáticas, lógica formal (“¡No es lo mismo! ¡Es como decir que ‘veo lo que como’ es lo mismo que ‘como lo que veo’!”) y sátira social (“¡Qué idea, decir que la sentencia viene primero!”). A través del espejo magnifica los elementos que provocan desazón y los complementa con una metáfora que abarca todo el relato.
El viaje de Alicia es el paso a la vida adulta o, por lo menos, el simple hecho de crecer (de hecho, reemplaza a la hija de la Reina Blanca, quien sigue siendo “muy joven para jugar”). Las preocupaciones con las que lidia en sus conversaciones, por muy abstractas que parezcan a veces, se remiten las mismas que cualquier persona se hace a medida que su consciencia va “despertando”: ¿Cuál es el sentido de todo lo que hay en el mundo? ¿Qué tanto orden hay en él realmente? ¿Qué es lo que el futuro me depara? ¿Cómo debo lidiar con la certidumbre de que algún día dejaré de existir?
Bibliografía
Carroll, Lewis. (1865). “Alice’s Adventures in Wonderland”. The Annotated Alice. Edición comentada de Martin Gardner. Editorial Bramhall House.
Carroll, Lewis. (1871). “Through the Looking-Glass and what Alice Found there”. The Annotated Alice. Edición comentada de Martin Gardner. Editorial Bramhall House.