“Y el Oscar es para… Fernanda Torres por Ainda estou aquí”. Eso es justo lo que espero escuchar el próximo 2 de marzo durante la transmisión de los Premios Óscar. Sin duda, la actriz brasileña Fernanda Torres nos ha brindado la interpretación más conmovedora, contenida y precisa del año entre las nominadas a Mejor Actriz. Claro, debo confesar que aún me falta ver la actuación de otra de las nominadas, Mikey Madison en Anora. Lea: Anora: el film que desafía los cuentos de hadas
‘Ainda estou aquí' es dirigida por Walter Salles, quien ya es un referente del cine mundial por dos de sus películas anteriores: Central do Brasil y Diarios de motocicleta. La primera estuvo nominada a dos Premios Óscar y casi gana el de Película Extranjera, pero compitió en esa ocasión con la italiana La vida es bella. “Robertooo” gritaba Sophia Loren al anunciar el premio y todo el auditorio vio como Benigni saltaba de butaca en butaca hasta el escenario, mientras Brasil veía como el Oscar para Salles saltaba de sus manos. Esa misma noche Fernanda Montenegro, la protagonista de Estación central de Brasil, estaba nominada a mejor actriz, un hito más que merecido por su poderosa interpretación. Sin embargo, perdió frente a Gwyneth Paltrow por Shakespeare in love, un triunfo que, sin desmerecer el trabajo e innegable talento de Paltrow, con el tiempo la opinión pública lo ha atribuido a la persuasiva campaña de relaciones públicas que tuvo la película. Sin embargo, 26 años después, Fernanda Torres, hija de Montenegro, está nominada en la misma categoría que su madre y también por una película dirigida por Walter Salles.

‘Ainda estou aquí' está basada en las memorias de Marcelo Rubens sobre la desaparición de su padre, el diputado Rubens Paiva, durante la dictadura que vivó Brasil entre 1964 y 1985. La historia narra cómo su madre, Eunice Paiva, asumió todas las riendas de la casa a la par que buscaba con determinación esclarecer la verdad sobre la desaparición de su esposo. Si la historia nos suena conocida, lamentablemente no es casualidad. Las desapariciones forzadas han sido parte de la realidad de América Latina a lo largo de diferentes contextos sociopolíticos. Por ello, tanto las historias narradas por sus víctimas como las profundas secuelas que han dejado estas desapariciones en la región han sido abordadas en diferentes propuestas cinematográficas del continente.
Walter Salles aborda el tema desde la contención y la sutileza. Cada aspecto del metraje presenta contrastes sutiles que crean una atmósfera en constante tensión pero que estallan desde el silencio, el dolor y la resiliencia. Por ejemplo, la fotografía pasa de luminosa a oscura y opaca tras la desaparición de Rubens. O el ritmo de planos subjetivos y en constante movimiento frenético pasa a tomas con planos estáticos y prolongados. Pero quizás el aspecto narrativo de mayor coherencia y protagonismo dentro de este esquema es la actuación de Fernanda Torres, quien con su interpretación evita cualquier lugar común al que una historia tan dolorosa como esta podría llevarla, dándonos una actuación que expresa el dolor, la angustia y la resistencia desde pequeños gestos, miradas y acciones puntuales que nutren al personaje de entereza. La escena donde Eunice Paiva, interpretada por Fernanda Torres, se niega a aparecer en una foto con su familia mostrándose triste es claro ejemplo de ello. Ahí Eunice sonríe y hace sonreír a sus hijos contrariando la instrucción del editor del periódico que publicaría la fotografía, porque aquella sonrisa, aunque no deseada, es la sonrisa de la resistencia.
‘Ainda estou aquí' es la película latinoamericana con mayor proyección internacional del 2024. Ganadora del premio a mejor guion en el Festival de Cine de Venecia, del Globo de Oro a la mejor actriz de drama para Fernanda Torres y nominada a 3 premios Oscar, incluida la categoría de mejor película, perteneciendo a ese selecto grupo de filmes de habla no inglesa que han logrado esa distinción, como en su momento lo hicieron El tigre y el dragón o Roma y este año también, la producción francesa hablada en español, Emilia Pérez de Jacques Audiard.

Es injusta pero inevitable la comparación entre ‘Ainda estou aquí' y el filme dirigido por Jacques Audiard. Injusta porque cada equipo hizo la película que pensó y quiso hacer, pero pertinente porque, aunque desde ángulos distintos y abordando contextos históricos diferentes, ambas películas hablan sobre las desapariciones forzadas en América Latina. Emilia Pérez lo hace evitando un tono naturalista a través de la opulencia de una historia tan particular como poco probable y el uso de recursos visuales, musicales, coreográficos y simbólicos que no han logrado conectar con la mayor parte del público, cuyas opiniones en redes sociales coinciden en decir que la película trata el tema de manera superficial. Por su parte, ‘Ainda estou aquí' aborda la problemática desde el punto de vista de las víctimas y haciendo uso de una representación realista (pero no por eso menos imaginativa) del relato. En ese sentido, la película de Salles es más conservadora en sus formas, pero, en la ejecución honesta y precisa de esas formas, logra conectar emocionalmente con la audiencia.
En mi opinión, ambas posibilidades de narración y representación son necesarias en la cinematografía, ya que la capacidad del cine de construir mundos con leyes propias en el manejo del tiempo y el espacio, la representación simbólica y el abordaje a través de los códigos de diferentes géneros narrativos, nos permite abordar una problemática desde distintas perspectivas. De este modo, el cine también se convierte en un medio para procesar el dolor a través de diversas lógicas.
‘Ainda estou aqui’ o ‘Aún estoy aquí', en español, también es una frase en primera persona del singular en presente, que funciona como una declaración y a la vez esclarece una duda. En la película brasileña, ‘Aún estoy aquí' podría ser una frase dicha por el personaje de Rubens Paiva en un escenario onírico, o tal vez evocada con añoranza por Eunice Paiva. O tal vez es una declaración de Eunice para mostrar su firmeza frente a la injusticia y la desinformación. O también puede ser una declaración de la humanidad misma, que pese a sus desencuentros y traiciones mantiene personas capaces de levantar la mirada y ser resilientes a la adversidad, declarando su lugar en el mundo y su derecho a la verdad, no dispuestos a no estar.