Piedad Bonnett ha tejido, a lo largo de sus obras, un mapa de emociones y pensamientos que nos atraviesan a todos. Poeta, novelista, dramaturga y ensayista, su voz es un eco de la memoria, un reflejo de la fragilidad humana, un susurro que resuena en la conciencia de quienes la leen. Con su más reciente libro, ‘La mujer incierta’, Bonnett se sumerge en las aguas inciertas de la identidad, explora la feminidad, el tiempo, la escritura y el cuerpo como un territorio en disputa.
Un tránsito entre la poesía y la narrativa
Aunque su camino literario comenzó con la poesía, el deseo de escribir narrativa siempre estuvo latente en ella. “Siempre quise ser novelista, incluso quise ser cuentista, que de hecho no lo he podido ser, solo que la poesía es como mi lenguaje más natural”, afirmó. La poesía fue su refugio, la manera más instintiva de comprender el mundo y expresar sus inquietudes.
Sin embargo, la narrativa la llamaba con insistencia, un llamado que terminó por responder cuando ya tenía varios poemarios publicados. “Me había quedado con la nostalgia de la novela”, admite. Así, su tránsito entre géneros no fue una ruptura, sino una evolución natural, una extensión de su voz poética que encontró un nuevo hilo.

La transición no estuvo exenta de desafíos. La novela, sobre todo la biográfica, exige unas características diferentes a la poesía; sin embargo, Piedad supo trasladar la fuerza de sus versos a su narrativa, dotándola de una profundidad lírica que la distingue. Su prosa, conserva la musicalidad de sus poemas, su capacidad para capturar lo efímero, lo intangible. ‘La mujer incierta’ es un claro ejemplo de ello: un libro que se desliza entre lo autobiográfico y lo generacional, entre el recuerdo y la introspección.
La mujer incierta
En su más reciente libro, Bonnett no solo habla de sí misma, sino de una generación entera de mujeres que enfrentaron la transformación social desde los años setenta. “Fuimos una generación que vivió una coyuntura muy importante: la llegada de la píldora, el acceso a la universidad, el matrimonio pasando a un segundo plano… nos concebimos como mujeres que vamos al mercado laboral, pero siempre con un machismo que no termina de irse”. Es un libro que oscila entre lo íntimo y lo colectivo, una conversación con las voces de las mujeres que la precedieron y con aquellas que vendrán después.
Pero Bonnett no idealiza esa transformación. Reconoce las contradicciones, los conflictos internos, las heridas abiertas que deja el paso del tiempo. A lo largo de sus páginas, explora el peso de la educación recibida, la relación con los hombres en el ámbito laboral, la maternidad y la ansiedad, una compañera constante a lo largo de su vida. “Los escritores a veces proyectamos estar muy bien pero en realidad somos muy frágiles, escribimos desde nuestra fragilidad”, confiesa. Y desde esa fragilidad ha construido una obra que conmueve, que sacude y que deja huella.
La estructura del libro refleja esa misma incertidumbre que atraviesa su contenido. No es una narración lineal, sino un mosaico de recuerdos que se entrelazan, como ocurre en la memoria. “Fue un buceo en mi memoria y darle un sentido a esa memoria y ese ejercicio de ir hacia atrás muchas veces es doloroso y oscuro”, contó.

El cuerpo, ese territorio hostil y a la vez tan propio, también ocupa un lugar central en su obra. “El libro empezó como una relación con el cuerpo. Porque es un tema que me ha interesado siempre”, explica. La somatización, las expectativas impuestas, la relación con el espejo, todo está ahí. En un mundo a veces hostil con la mujer, Bonnett se detiene a reflexionar sobre la carga de esas exigencias.
El profundo impacto en sus lectoras
Pero quizás lo más poderoso de su libro es la manera en que resuena en quienes lo leen. Bonnett ha recibido numerosos testimonios de mujeres que han encontrado en sus palabras un reflejo de sus propias experiencias. “Muchas mujeres me dicen por ahí, ‘Esa soy yo también’”. Porque en su historia se entrelazan muchas historias. Porque su incertidumbre es la incertidumbre de muchas. No solo las mujeres encuentran en sus páginas un espejo, también los hombres, los jóvenes y todos aquellos que han sentido el peso de una identidad en disputa.
Con ‘La mujer incierta’, Piedad Bonnett entrega un testimonio que pretende ser honesto, un libro que se desliza entre lo personal y lo universal, entre la duda y la certeza de la escritura como una forma de resistencia. En sus páginas, la literatura se convierte en una herida abierta y en un bálsamo, en un refugio y en una revelación. En un mundo donde ser mujer sigue siendo un acto de valentía, Bonnett recuerda que la incertidumbre, esa que tanto tememos, también es una forma de libertad. La literatura, para ella, no solo es una vocación, sino una manera de dar voz a lo que por tanto tiempo ha permanecido en silencio.