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Cultural

Yiyo, el hermano de Gabriel García Márquez que exploró su legado

Eligio Gabriel García Márquez, hermano menor de Gabo, falleció a los 53 años y dejó un estudio sobre los orígenes de ‘Cien años de soledad’.

Yiyo, el hermano de Gabriel García Márquez que exploró su legado

Gabriel García Márquez y su hermano Yiyo: un legado compartido. //Foto: Archivo.

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Se llamaba Eligio Gabriel García Márquez (Sucre, Sucre, 1947 - Bogotá, 2001), le decían Yiyo. Era el hermano menor de Gabriel José García Márquez (Aracataca, 2027 - México, 2014), y se llamaba como él, con la diferencia del segundo nombre. Se llevaban 20 años. “Era como si él, que era mi ahijado, fuera mi propio hijo parido con mi madre”, solía decir riéndose su hermano Jaime.

Yiyo decidió suprimir su segundo nombre y su segundo apellido y firmar: Eligio García. Con ese nombre forjó su destino y su universo periodístico y literario, distante de Macondo.

Nació el 14 de noviembre de 1947 en Sucre (Sucre) y falleció en Bogotá en 2001. A sus 4 años, en 1951, la familia García Márquez se vino a vivir a Cartagena, después del asesinato de Cayetano Gentile Chimento (Santiago Nasar, en la ficción). Vivieron en el sector El Toril, Pie de La Popa, Lo Amador y Manga. En 1966 se matriculó para Física en la Universidad Nacional, y trabajaba en la Librería Buchholz, no parecía estar interesado en la ficción, sino en la ciencia, y escribía columnas de carácter científico para El Espectador.

Se hizo muy amigo de Ernesto Sábato, con quien sostuvo una correspondencia. Su vocación periodística y literaria era compartida con su amigo Roberto Burgos Cantor, quien decía que Yiyo tenía un rigor como investigador y era de los que “encuentra la quinta pata del gato”, según la minuciosa y analítica tesis de Margarita Sorock.

Yiyo se casó en 1972 con Myriam Garzón. En 1974 viajó a París y luego a Londres. Estudió Televisión y fue corresponsal en Europa de periódicos y revistas de América Latina. Regresó a Colombia en 1981. Publicó sus cuentos sobre boxeadores y peloteros cartageneros entre 1971 y 1981. En 1978 publicó su novela ‘Para matar el tiempo’, que evoca su adolescencia y sus primeros amores en Lo Amador, Pie de La Popa y Manga. Entrevistó a los más grandes escritores latinoamericanos en su libro ‘Son así’ (1982), reportaje a nueve escritores. Incluyó a Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Ernesto Sábato, Guillermo Cabrera Infante, a su hermano Gabriel García Márquez, y no alcanzó a entrevistar a Juan Rulfo. En 1986 escribió una intensa crónica sobre ‘La tercera muerte de Santiago Nasar’, a propósito de la filmación de la novela ‘Crónica de una muerte anunciada’, de García Márquez. La crónica reconstruye tres planos de la realidad, el episodio real ocurrido en 1951, la novela de 1981 y la filmación cinematográfica bajo la dirección del italiano Francesco Rossi, entre el 21 de mayo y el 12 de septiembre de 1986.

Mientras dirigía programas de televisión, un documental sobre Hemingway en La Habana, otro sobre Héctor Rojas Herazo, entre otros, seguía escribiendo su segunda novela ‘Virreyes y reinas’. En el año 2000, Yiyo se enfermó mientras avanzaba en su investigación sobre la génesis y creación de ‘Cien años de soledad’, que culminó con la solidaria colaboración de Roberto Burgos Cantor: ‘Tras las claves de Melquíades’, que se publicó tres meses antes de su fallecimiento, el 29 de junio de 2001, a sus 53 años. Fue, sin duda, uno de los mejores escritores del Caribe colombiano y del país. Un extraordinario periodista y magistral narrador urbano. Sus cenizas reposan en la Iglesia de Manga, en Cartagena de Indias.

Eligio Gabriel García Márquez era un gran escritor e investigador. //Fotos: Archivo García Garzón.
Eligio Gabriel García Márquez era un gran escritor e investigador. //Fotos: Archivo García Garzón.

El autor no vivió para ver la reedición de sus cuentos: ‘El campeón de siempre’, que figura en dos antologías editadas en Colombia: ‘Antología del cuento caribeño’ (2003) y ‘Cuentos y relatos de la literatura colombiana’ (2005). No vio la nueva edición de ‘Son así’ (2002), sobre nueve destacados escritores latinoamericanos del siglo XX, ni la recopilación de sus cuentos en ‘Ocaso en el trópico’ (2007).

Margarita Sorock (Nueva York, 1943 - Cartagena, 2021) se consagró a leer todos los textos narrativos de ficción y periodismo del escritor Eligio García Márquez, para escribir su ensayo que culminó en el libro: ‘Eligio García Márquez: Aportes a la nueva narrativa urbana en Colombia’. Terminó en 2008 su Doctorado en Literatura y Lenguaje en Español en la Universidad de la Ciudad de Nueva York con su tesis sobre Eligio García, escritor que situaba su narrativa en Cartagena, ciudad de su crianza.

Su tesis de maestría, del 2003, trataba la ciudad de Cartagena y su representación en ciertas novelas de Manuel Zapata Olivella, Gabriel García Márquez, Roberto Burgos y Eligio García.

Encuentros con Yiyo

Solía venir por las tardes a la sede del diario El Universal, a compartir una taza de café. Era de una nobleza, una sencillez, una sonrisa limpia de sabanero que sabía escuchar, observar y descubrir los pliegues de la realidad de sus semejantes, una criatura sin ínfulas, con timidez escurridiza y tremenda curiosidad por la vida cotidiana.

Venía con sus camisas a cuadros, con un suéter y zapatos livianos, unas babuchas que por aquellos tiempos llamábamos ‘abuelitas’. No le gustaba presentarse jamás como hermano del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, y nunca decía sus dos apellidos. Ganó una Beca del Ministerio de Cultura en 1990 para investigar los orígenes de ‘Cien años de soledad’. El mismo García Márquez se enteró tarde, porque Yiyo con su monumental timidez, fue a México y nunca le dijo al hermano que estaba en esa investigación, que cuando Gabo la leyó quedó sorprendido. El libro es de obligada referencia en la bibliografía sobre ‘Cien años de soledad’.

Yiyo era un lector voraz de la literatura contemporánea, apasionado del cine y del Nuevo Periodismo Norteamericano, devoto de Gay Talese, Tom Wolfe, Truman Capote, y lector apasionado de ‘El cuarteto de Alejandría’, de Lawrence Durrell.

Nos invitaba a caminar desde la sede del diario hasta el Portal de Los Dulces, para encontrar allí el último café del atardecer y las mujeres que vendían bollos de mazorca con queso. Yiyo compraba siempre bollos de mazorca con queso para su desayuno. Se despedía con una sonrisa, un abrazo y la promesa de que al día siguiente seguiríamos conversando sobre periodismo y literatura.

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