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Cultural

Cecilia Silva, una cantadora al pie del mar, en La Boquilla

Cecilia Silva Caraballo, cantadora de bullerengue y cantos ancestrales en La Boquilla, es una formadora de sensibilidades en la Escuela de Tambores.

Cecilia Silva, una cantadora al pie del mar, en La Boquilla

Cecilia Silva canta a orillas del mar Caribe. //Foto: Rafael Bossio.

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La voz sale de sus entrañas, de la madera más profunda del bosque. Es la voz de Cecilia Silva Caraballo que resuena sobre las olas de La Boquilla, con la cadencia de quien desde niña ha estudiado las voces ancestrales del Caribe y el Pacífico colombiano. Es la coordinadora de las Escuelas de Saberes y Derechos Culturales de la Corporación Cultural Cabildo, que propicia enlaces étnicos en los Montes de María. La Corporación Cabildo es dirigida por el músico, gestor e investigador Rafael Ramos Caraballo. La escuela cuenta con 118 niños entre los 6 y los 12 años, y tiene su sede en La Boquilla, carrera 2 del sector Central, a orillas de la playa.

Cecilia enseña a cantar y a bailar a los niños de esta Escuela de Tambores, que cuenta con seis profesores. Los niños aprenden a cantar y bailar y construyen sus propios tambores. La Corporación Cabildo tiene en La Boquilla dos unidades productivas para la autosostenibilidad, enfocadas en la construcción y reparación de tambores, y una unidad gastronómica, artesanal y de modistería con las madres de los niños. De todo este trabajo formativo, productivo y creativo ha surgido el grupo Batámbora, con diez integrantes.

Génesis del canto

Mi madre, Cecilia Caraballo, originaria de Marialabaja, cantaba en el coro de la iglesia. Mi padre, Guillermo Silva, de Bocachica, era abogado, fiscal y juez. Fue el primero en graduarse y dedicó su vida a prestar servicios a toda la comunidad. A mis tíos maternos, en Marialabaja, les fascinaba escuchar música colombiana popular. Aún viven en Bocachica algunas de mis tías. Mi padre era sencillo, humilde, estudioso. Mi madre era de temperamento fuerte, aguerrida y aferrada a las costumbres de su región. De allí vengo yo. Puedo parecer dura, pero soy muy frágil, sensible, solidaria. Somos siete hermanos, muy unidos, todos profesionales. He vuelto a Bocachica y a Marialabaja, siguiendo siempre el camino de los cantos de bullerengue. Estudié Bacteriología. Mi maestra en la música fue Etelvina Maldonado, una mujer muy auténtica, dispuesta siempre, con una alegría desbordante. Me impactó su inteligencia, su humanidad y su capacidad para entregarse a los demás. Ekobios ha sido para mí una escuela y lo ha sido para todos nosotros. Lea también: Cecilia Silva enseña sus cantos a los niños de La Boquilla

Martina Camargo también ha sido mi maestra. Mi primo Rafael Ramos Caraballo ha sido clave en mi formación. Es un músico sensible a la música tradicional. Magdalena Caraballo, la madre de Rafael, a sus 87 años, fue la estrella del Mercado Cultural del Caribe, una mujer extraordinaria, al pie del baile y de las músicas ancestrales. Entre mis maestros también están Petrona Martínez, Magín Díaz, Pabla Flores y Eulalia González.

Cecilia Silva.
Cecilia Silva.

La Boquilla

Somos una sola familia frente al mar de La Boquilla. Todos se apellidan Gómez, Valiente, Ortega. Una playa natural, estratégica y sin espolones. La pesca ha mermado, y los que eran pescadores se han dedicado a la construcción de viviendas, al turismo y a los mega proyectos. Hay beneficio y perjuicio porque el desarrollo es desigual, hay inversión nacional y extranjera, y las ventas son también inescrupulosas. Hay un mestizaje abrupto. Las mujeres de La Boquilla son maestras de la cocina tradicional, artesanías y modistas.

La Escuela de Tambores ha incidido sin duda en nuevos planes de vida para las familias y se ha fortalecido un nuevo liderazgo étnico, una necesidad entre los niños y los jóvenes de profesionalizarse, de estudiar, eso es positivo. Uno de esos niños, ahora graduado de contador, está vinculado al cuerpo de profesores de la Escuela de Tambores. La docencia y la música las he compaginado muy bien. Y mis hijos son esos niños y niñas de la Escuela de Tambores. Creo que los gobiernos no han mirado el destino de los niños de La Boquilla. No ha habido una política pública juiciosa y atenta que proteja a los niños de tantos flagelos como el de la explotación sexual infantil y juvenil, la drogadicción y otras amenazas. Veo en La Boquilla a un territorio fecundo que puede ser potencializado. Falta inversión para esas oportunidades sociales y humanas. Lea también: Cecilia Silva, la cartagenera que cantó en la firma final del acuerdo de paz

Una tierra fértil

He compuesto 16 canciones, algunas de ellas al servicio de la Escuela de Tambores, en las que he comprobado el poder transformador de la música. Las letras buscan ser edificantes, conjugar identidades sobre el territorio. Una de esas canciones es una cumbia fusionada con bullerengue y lumbalú: ‘Tierra fértil’, nació al presenciar escenas en Palenque. Vi a los señores jugando billar, a los niños jugando, a las señoras comadreando, en suma, todo parecía una fiesta íntima tanto en la vida como en el ritual de la muerte. ¿De dónde vengo?, me preguntaba al ir a Palenque y a Marialabaja. Así nació la canción que habla también de la siembra de maíz y caña. Ha sido mi canción bandera. He compuesto además: ‘Aún me acuerdo de ti’ (bolero), ‘Parece que va a llové’ (bullerengue), ‘Mujer de hacha y machete’, ‘De piel a piel’ y ‘Remá, remá’. Mi objetivo es editar este álbum musical que podría llamarse así: ‘Tierra fértil’. La maqueta está en construcción. Rafael Ramos es mi mentor, y nos acompañan Javier Arias y Juan José Pérez, Luis Fandiño.

Escena

Cecilia vio a dos niños que se decían palabras groseras y estaban a punto de darse puñetazos. Les preguntó qué les pasaba. Los abrazó. Los llevó de la mano de la música, y les pidió que se abrazaran. La música, otra vez, fue el antídoto de la esperanza.

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