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Cultural

Basilisa la Bella: el clásico ruso con la icónica Baba Yaga

Este clásico del folclor ruso se distingue por ser una de las apariciones más memorables de la Baba Yaga, la bruja eslava por excelencia.

Basilisa la Bella: el clásico ruso con la icónica Baba Yaga

Basilisa y la Baba Yaga, ilustración de Mikhail Petrov.

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No es mucho lo que se ha publicado sobre el etnógrafo Alexander Afanasyev (1826 -1871), al menos no en una lengua que yo entienda, como para explicar aquí qué es lo que lo llevó a registrar y difundir las historias del folclor ruso como Jakob y Wilhelm Grimm lo hicieron con el germánico, más allá del impulso nacionalista que caracterizaba a mucha de la cultura europea de la época y que también se extendió al país de los zares. Baste con saber que, entre 1855 y 1867, Afanasyev recolectó más de 600 historias a través de antologías y trabajo de campo, para luego publicarlas en un volumen titulado Cuentos Populares Rusos (1859), el cual fue ampliado y corregido en 1873. Una de estas historias es Basilisa la Bella.

Alexander Afanasyev, autor de Cuentos Populares Rusos
Alexander Afanasyev, autor de Cuentos Populares Rusos

Un cuadro familiar

La historia comienza muy al estilo de la “Cendrillon” de Charles Perrault y la “Aschenputtel” de los Grimm. Al principio, la madre de Basilisa muere y le deja una muñeca mágica a la cual debe alimentar para que la aconseje y la proteja. Desconsolado, el padre se casa otra vez, pero la nueva esposa y sus dos hijas resultan abusivas, crueles y envidiosas de Basilisa.

Por las noches, la muchacha acude a la ayuda de la muñeca y así logra sobrellevar sus penurias. Un día, el padre se ausenta por un viaje, y la madrastra aprovecha para mudarse cerca de un bosque donde vive una Baba Yaga, una bruja caníbal. Una vez instaladas, las hermanastras inventan un pretexto para enviar a Basilisa a lo que podría ser su muerte: ir al bosque a pedirle fuego a la Baba Yaga.

Basilisa y la muñeca, ilustración de Mikhail Petrov.
Basilisa y la muñeca, ilustración de Mikhail Petrov.

La muchacha se adentra en la espesura y se encuentra con tres jinetes misteriosos antes de llegar donde la bruja, quien ya conocía a la madrastra y a sus hijas. La Baba Yaga recibe a Basilisa en su casa y la obliga a hacer toda suerte de tareas domésticas si quiere recibir el fuego y salir viva.

Basilisa acude a su muñeca, quien hace casi todo el trabajo y la salva de morir durante los tres días que dura la estancia. Cuando la Baba Yaga pregunta cómo hizo para cumplir con todos los quehaceres, Basilisa responde que fue gracias a “la bendición de [su] madre”. Entonces, la bruja se escandaliza, le da a Basilisa una calavera de ojos resplandecientes y la echa de su casa.

La señora presenta las telas de Basilisa ante el zar, ilustración de Mikhail Petrov.
La señora presenta las telas de Basilisa ante el zar, ilustración de Mikhail Petrov.

La joven regresa sana y salva y piensa en deshacerse del objeto encantado, pero este le pide que lo lleve a casa. Sin ningún tipo de intercesión, la calavera quema vivas a la madrastra y las hermanas durante la noche. Luego, Basilisa entierra el cráneo, abandona la casa y se aloja con una señora mayor bondadosa. Durante ese tiempo, se vuelve experta en el tejido y crea telas tan finas que la señora tiene la idea de presentarlas ante el mismo zar. Basilisa es invitada al palacio, se casa con el monarca y trae a su padre y a la señora a vivir allí, “en cuanto a la muñeca, la llevó en el bolsillo hasta el último día de su vida”.

Una historia de madres e hijas

Aunque se escriba con con mayúscula, la Baba Yaga no es un personaje específico, sino un arquetipo del folclor ruso. Siempre aparece como una bruja. Se desplaza en un gran mortero con un pestillo igual de gigante que le sirve de timón y usa una escoba para borrar el rastro que deja. Come en exceso y es caníbal, pero es flaquísima. Sus poderes van desde la fuerza sobrehumana hasta el control de las horas del día, como en esta historia, donde cada jinete es uno de sus sirvientes y representa el Alba, el Sol y la Noche. La naturaleza de su rol es bastante maleable: muchas veces es un obstáculo, a veces es una solución; muchas veces es una villana, a veces es fuente invaluable de conocimiento. A veces, como en “Basilisa la Bella”, es todo eso.

Basilisa en casa de Baba Yaga, ilustración de Mikhail Petrov
Basilisa en casa de Baba Yaga, ilustración de Mikhail Petrov

La estancia en casa de la Baba Yaga y la muerte de la madrastra y sus hijas están marcadas por el miedo, la incertidumbre y la ambigüedad.

A pesar de que dispensa una cantidad casi imposible de tareas, la Baba Yaga no miente y honra sus promesas cuando observa que Basilisa parece haber cumplido con todo. Cuando le pide conversación a la joven, también la invita a ser discreta para evitar problemas (“No todas las preguntas son provechosas para quien las hace”).

Por último, está la calavera brillante y parlante: ¿acaso la bruja le dio a Basilisa aquel objeto para liberarla, o todo fue una coincidencia?

De acuerdo con la investigadora Sibelan Forrester, algunas de las historias donde aparece Baba Yaga destacan porque “ponen a prueba las virtudes campesinas [rusas]: el conocimiento de habilidades agropecuarias, el cuidado del hogar, la persistencia, la amabilidad, la generosidad y la capacidad para el trabajo duro”.

En ocasiones, la bruja se aparece en la vida de las muchachas con “madres ausentes”, iniciándolas en los peligros y las exigencias del mundo. La investigadora María Tatar concuerda en este punto y sugiere además que “Basilisa” es una historia sobre el “empoderamiento de la hija a través de la madre”, en la medida que la protagonista logra salir adelante gracias a tres figuras que acaban fungiendo como madres sustitutas: la muñeca, la Baba Yaga y la señora que la acoge al final.

No hay que demeritar tampoco el papel de la misma Basilisa, pues ella logra sobrevivir gracias a que cumple con su deber al alimentar a la muñeca y sabe guardar el secreto de su éxito ante su madrastra y la Baba Yaga. Como bien lo señalan Forrester y Tatar, ella menciona la “bendición” y solamente la bendición, no da detalles. Además, el arte del tejido es algo que aprende sola y llega a ser consciente de su propio talento.

Cuando la señora llega con la noticia de que nadie más ha sabido coser camisas para el zar, Basilisa dice en tono triunfal: “Ya sabía yo que esa labor llegaría a mis manos”.

Habiendo dicho todo esto, los invito a leer el cuento en la traducción de Luis Alberto de Cuenca y Prado y con las ilustraciones originales creadas por Ivan Bilibin: [Enlace: https://www.reinodecordelia.es/wordpress/wp-content/uploads/2018/02/Primeras-páginas-Basilisa-la-Bella.pdf ]

Obras consultadas

“Basilisa la Bella” de Alexander Afanasyev en Cuentos Populares Rusos (1859, 1873), traducción de Luis Alberto de Cuenca y Prado. En https://www.reinodecordelia.es/wordpress/wp-content/uploads/2018/02/Primeras-páginas-Basilisa-la-Bella.pdf

Baba Yaga, the Wild Witch of the East in Russian Fairy Tales (2013) de Sibelan Forrester, publicado por la University Press of Mississippi.

Anotaciones para “Vasilisa the Fair” en The Annotated Classic Fairy Tales (2002) de Maria Tatar, publicado por W. W. Norton & Company, Inc.

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