En Mampuján, corregimiento de Marialabaja, en Bolívar, habita una comunidad de sobrevivientes de los múltiples desplazamientos que provocó el conflicto armado en los Montes de María, y que desde un museo nos enseñan el poder del trabajo colectivo y de la construcción de memorias desde el arte y los fogones tradicionales. Lea: Las Tejedoras de Mampuján y su arte para sanar
I. El fogón de la memoria
Empiezo por decir que amo comer, pero, sobre todo, amo cocinar y compartir lo que cocino. Siento que a través de la cocina se comparten sentimientos, emociones y se construyen recuerdos. Los olores y sonidos que emanan del caldero mientras se cocinan los alimentos tienen la capacidad de transportarnos a distintos momentos de nuestras vidas y a pensar en algunas personas.
Y aunque de alguna forma sabía de la importancia del fogón y la comida en la construcción de recuerdos individuales y colectivos, fue hasta 2022, cuando acompañaba el proceso curatorial del Museo de Arte y Memoria de Mampuján, que tuve la certeza de que el gusto y curiosidad por las cocinas tradicionales se convertirían en herramientas fundamentales en la activación de las memorias que quedarían plasmadas en ese espacio museal comunitario. En cada una de las jornadas de ese trabajo, alrededor del fogón que se montaba junto al quiosco de las Tejedoras de Mampuján, Juana Alicia, Janiris, Delfa, Gledys, Laudith, la pastora Alexa y la Tella, no solo cocinaban, ellas iban construyendo a través de cada preparación las memorias del Mampuján de los recuerdos. Mientras en los fogones se iban cocinando el arroz con coco, el arroz de frijolito o el arroz “subío”, se fritaba el pescado o se iba guisando la asadura en zumo de coco, ellas contaban la historia de esas preparaciones, nos explicaban el origen de cada uno de esos productos y recetas, recordaban a sus madres, abuelas, tías, vecinas y todas esas mujeres conocedoras y portadoras de la tradición, que les transmitieron los conocimientos y memorias del fogón.

Cuando la comida estaba servida, todos nos sentábamos en el quiosco formando una especie de círculo, y cada cucharada que se saboreaba parecía convertirse en un activador de la memoria. Ese era el momento en que los hombres de la comunidad que tuvieron la fortuna de crecer en el Viejo Mampuján empezaban a compartir sus recuerdos. Hablaban de la generosidad de esa tierra que les brindaba todo tipo de alimentos, de las faenas de siembra, de la caza de animales de monte, pero, sobre todo, recordaban los lazos de solidaridad de un pueblo en el que nadie se iba a dormir con hambre. Así fue como cucharada a cucharada y como si se tratara de la preparación de una receta heredada de las abuelas, se fue construyendo el guion de ese museo.

II. La memoria del fogón
El proceso de activación de las memorias alrededor del fogón fue iniciado por Juana Alicia Ruiz, quien desde hace algún tiempo se ha dado a la tarea de recorrer los Montes de María, hablar con la gente, recolectar alimentos y cocinar con mujeres mayores para recuperar preparaciones y platos tradicionales de este territorio.
Juana es nutricionista de profesión, lideresa de las Tejedoras y una gestora cultural y social inigualable, es una mujer a la que le cabe el mundo en la cabeza y con una generosidad que la hace viajar con pescado, ñame espino y otros ingredientes de la región, para que quienes tenemos la fortuna de ser parte de sus afectos no nos quedemos antojados, ni muriendo de nostalgia, después de ver fotos y videos de las comidas que prepara en el “chorro” o en cualquier lugar donde pueda montar el fogón.

A Juana y al proyecto de recuperación de las cocinas tradicionales, se fueron uniendo algunas de sus compañeras Tejedoras de Mampuján y otras mujeres de la comunidad, quienes nutrieron con recuerdos y recetas, las memorias de un fogón y un caldero que tuvieron un nuevo hervor en un espacio museográfico del Museo de Arte y Memoria de Mampuján y dieron origen al menú que se ofrece en su restaurante, Sabor y tradición. Hoy, cuando la ciudad de Cartagena de Indias y nuestro país buscan posicionarse como un destino para el turismo gastronómico, experiencias comunitarias como las de Mampuján podrían contribuir en la ampliación de la oferta y enriquecerían aún más el caldero de la región.
Juana, Tella, Alexa, Janiris, Gledys, Laudith y Delfa, que sus manos sigan convirtiendo en arte, retazos de tela y cualquier alimento que pase por ellas.