Algunas películas pasan sin dejar huella y parece que la última entrega de la saga de Venom se ha ganado un lugar en esa categoría.

Bucear con papá (o con quien vino en su lugar)
JUAN SEBASTIÁN RAMOSEste 24 de octubre se estrenó en las salas de cine del país la tercera y última película de la trilogía de Venom, dirigida por Kelly Marcel. Con pocas escenas que logran arrancar una risa y un desarrollo argumental que se desploma después del primer acto, esta tercera película de la trilogía se siente desprovista de alma y de la esencia que pudo haber conectado con su audiencia. A pesar de la promesa de un conflicto épico y de los esperados efectos especiales, el resultado final es decepcionante.
La trama se siente apresurada, como si cada escena avanzara sin una dirección clara. El inicio tiene algunos momentos interesantes, lo que genera una mínima expectativa; sin embargo, esa promesa se diluye pronto. Los personajes, que en entregas anteriores lograron una conexión significativa con el público, ahora se presentan como sombras de lo que fueron, carentes de profundidad y motivaciones que justifiquen sus acciones. Las interacciones entre los protagonistas se sienten forzadas y, en momentos clave, la falta de desarrollo emocional provoca que incluso los momentos más intensos pierdan impacto. Le puede interesar: ¡Vive la magia de noviembre! celebraciones imperdibles en Cartagena y Bolívar
Quiero destacar, sin embargo, el carisma del personaje de Eddie Brock, interpretado por Tom Hardy, quien aporta una de las pocas luces en el reparto. Hardy logra insuflarle a su personaje una presencia magnética y peculiar que, sin duda, mejora algunos aspectos de la cinta. Eddie sigue siendo un personaje carismático y peculiar, lo cual aporta algo de frescura en una historia que, de otro modo, carecería de un ancla emocional.
A nivel visual, la película cumple con los estándares de efectos especiales, aunque no introduce nada realmente innovador que la diferencie de otras producciones de superhéroes. La narrativa resulta tan monótona que incluso las secuencias de acción carecen de la intensidad y el dinamismo característico del personaje de Venom. En esta ocasión, el simbionte parece más una excusa visual que una entidad con peso dramático dentro de la historia.
Un detalle que resalta es la casi nula presencia de la película en redes sociales. Mientras que las entregas anteriores generaron opiniones divididas y hasta debates en foros de fanáticos, esta tercera parte ha pasado inadvertida en gran medida. Son pocos los creadores de contenido que le han dedicado algún reel o publicación en redes como Instagram o X. A lo mucho, ha habido menciones escuetas en plataformas como X, lo que refleja un interés bastante limitado de la audiencia y de la comunidad digital.
Para concluir, la película ofrece un entretenimiento fugaz y olvidable, sin llegar a cumplir con las expectativas de los fanáticos del personaje o de quienes esperaban una conclusión épica para esta trilogía. Con una trama superficial y personajes que han perdido su esencia, no logra destacarse en el vasto universo de películas de superhéroes que constantemente buscan sorprender al espectador. Lea también Robot Salvaje: una historia sobre alzar el vuelo y amar sin corazón
La calificación final es un 4.0/10, un reflejo de una historia que, lejos de cautivar, parece destinada al olvido. Sin embargo, el carisma de Eddie Brock sigue siendo uno de los pocos aspectos que rescatan a esta película del total desencanto.
*Estudiante del programa de Comunicación Social de la UTB.