Por los puertos del Caribe, entraron las músicas del mundo, y por ella misma viajaron como semillas voladoras, nuestras secretas e íntimas músicas de la aldea hacia el mundo. Los barcos de vapor que venían del Misisipi y surcaban el río Magdalena conjugarían con el tiempo experiencias comerciales y musicales, complicidades humanas y sociales. Los capitanes llevaban consigo sus músicas ancestrales y en algunas travesías viajaron con ellos orquestas de jazz a bordo.
Los viajes entre las dos orillas era un viaje de ida y vuelta en la que se trenzarían rutas sonoras y rítmicas, entre Estados Unidos y el Caribe. Los primeros músicos del Caribe que llegaron a los Estados Unidos y abrieron esas compuertas fueron Ángel María Camacho y Cano, Ladislao (Lalo) Orozco y Adolfo Mejía. Algunos tripulantes de Estados Unidos no regresarían y se quedarían entre nosotros, bajo la luz del mar y del río Magdalena como muchos tripulantes del Caribe también se quedaron bajo la luz y el resplandor del Misisipi.
Esta metáfora encarnada está documentada y comprobada. Mucha agua ha corrido en el tiempo para que hoy Cartagena de Indias, ciudad que realizó el primer festival de jazz en los años noventa del siglo XX, consolide en 2024, su gran Festival Voces del Jazz y del Caribe, bajo la dirección de Manuel Lozano Pineda. Y que una centuria después de crearse la primera banda de jazz en Cartagena, tengamos estrellas nacionales en el ámbito mundial como Justo Almario, Francisco Zumaqué, Antonio Arnedo, Jorge Fadul, Álvaro Cárdenas, para citar algunas de ellas. Lea también: “Ha sido el mejor FestiJazz de la historia”: gobernador Yamil Arana

El origen del jazz de Cartagena
Las raíces del origen se remontan a la construcción del Canal de Panamá y a la presencia numerosa de trabajadores de Estados Unidos y del Caribe colombiano. Clubes sociales de Panamá, Cuba y Colombia, contratan bandas de jazz procedentes de los Estados Unidos. Músicos cartageneros como Betsabé Caraballo Olascuaga, trabajaron en Panamá, y a su vez, panameños en Cartagena y Barranquilla.
El investigador musical Enrique Luis Muñoz Vélez encontró en la edición del 27 de octubre de 1921 del periódico Diario de la Costa, dos noticias que revelan esta profunda relación que sostenía Cartagena de Indias con los Estados Unidos. Los dos hallazgos son pesquisas prodigiosas para su magistral investigación que culminó con la edición de su libro “Jazz en Colombia, 234 páginas. Desde los alegres años 20 hasta nuestros días”, publicado en septiembre de 2007 por la editorial La Iguana Ciega, de Barranquilla.
El primer hallazgo del 14 de octubre, en el diario cartagenero, es el anuncio de que el Almacén J.V. Mogollón editaba partituras de foxtrot. Editar partituras en Cartagena era ya una apertura a otras sonoridades del mundo. Muchos músicos locales que no tenían la posibilidad de viajar a Estados Unidos, solicitaban al almacén el acceso a esas partituras y a los formatos musicales vigentes. Lea también: Hernán Zajar, el diseñador condecorado en el FestiJazz de Mompox
Uno de esos músicos favorecidos más tarde con ese acceso fue el joven Lucho Bermúdez, quien fuera protegido por el empresario y mecenas José Vicente Mogollón. La segunda noticia del 10 de noviembre de 1921 es el arribo al puerto de Cartagena, del vapor Columbia de la compañía naviera The New Orleans & South American Steamship Co., y ese mismo día viajaría a Colón (Panamá) y luego a New Orleans. Precisa Muñoz Vélez que el empresario y músico cartagenero Nick de Zubiría Stevenson era el representante de la casa naviera. Su interés no solo era comercial sino musical. Y esa relación es un indicio iluminador. El Almacén J.V. Mogollón editaba y vendía partituras de foxtrot, one step, two step y ragtime, música de Estados Unidos, ligadas al jazz, tal como lo confirma el investigador Muñoz Vélez.

Es curioso que en Cartagena de Indias se llamara jazz en aquel entonces al banjo y a la batería que se vendía en el almacén de José Vicente Mogollón. En ese almacén adquirieron sus trompetas Pacho Galán y Antonio María Peñaloza. En su rastreo comprobó que algunos músicos de la Orquesta Panamá Jazz Band se bajaron en 1923 del barco, y se quedaron entre nosotros, entre Cartagena y Barranquilla. Ese mismo año, 1923, es la fecha de creación de la primera banda de jazz de Cartagena: la Jazz Band Lorduy.
En la foto rescatada por Muñoz Vélez en su libro aparecen los músicos cartageneros pioneros del jazz: Roberto Delgado (banjo), Leonidas Lorduy (batería), Adolfo Mejía (pianista y director), el célebre Adolfo Mejía que lograría la hazaña de incluir la cumbia en el formato sinfónico en su clásica obra “Pequeña suite” (1938); Gabriel Peña (clarinete), José Aureliano Tejada (saxofón), Vicente Carlos Iglesias (cantante), José Luis Lorduy (banjo), José Pianeta Pitalúa (trombón de pistón), Francisco Lorduy (contrabajo y fundador de la orquesta) y Gabriel Whitner (violín). La creación de la Jazz Band Lorduy en Cartagena y la Jazz Band de Anastasio Bolívar, en Bogotá, no eran acontecimiento aislado, en el circuito cultural regional y nacional.
De Sincelejo a New Orleans
Mientras escribo esta crónica, recibo la llamada del músico de jazz colombiano Justo Almario, quien vive en los Estados Unidos desde los años sesenta del siglo veinte, y me cuenta que cuando era niño en su Sincelejo natal, sin agua y sin luz, iba a escuchar y ver a los músicos de viento en los fandangos. Era impresionante ver y oír las trompetas y los bombardinos, y ver a todo el pueblo bailando.
El fandango se iniciaba con solos instrumentales, en ese arte compartido de la improvisación que hermana al jazz con el porro. Cuando Justo Almario fue a Nueva Orleans, invitado junto a Mongo Santamaría, en seis días de conciertos en los clubes de la ciudad, se sorprendió una mañana al oír una banda en la calle que sonaba semejante a los músicos de bandas de su ciudad natal. Era como si estuviera en el fandango de su infancia.