comscore
Cultural

Carmen Alicia Pérez, una poeta sedienta de metáforas

Carmen vino del río Sinú con sus bellos manojos de poemas ardientes de su libro reciente e inquietante sobre la sed.

Carmen Alicia Pérez, una poeta sedienta de metáforas

Carmen Alicia Pérez le rinde tributo a la sed en su obra poética. //Foto: Julio Castaño- El Universal.

Compartir

Al escucharla he recordado momentos en la aldea sin agua en la que los miembros de la tribu esperaban la lluvia para abastecerse de agua para beber, o buscaban las lágrimas del corazón de la tierra, el agua llorada de los aljibes, para almacenarlos en las tinajas. Es Carmen Alicia Pérez (Cereté, Córdoba, 1992), licenciada en Lengua Castellana de la Universidad de Córdoba, especialista en Gerencia de Proyectos, poeta, actriz, dramaturga y gestora cultural. Ganadora del Concurso Internacional de Poesía Manuel Zapata Olivella, Parlamento de Escritores de Cartagena, 2020.

Carmen vino a Cartagena de Indias a participar en el taller de arte escénico dirigido por el consagrado maestro español José Sanchis. Es autora de los poemarios “Silencio en el espejo” (2020), y “Poemas de la sed” (2023), publicado por la Colección Panhispánica de Poesía, con prólogo de Carmen Victoria Muñoz.

Carmen vino del río Sinú con sus bellos manojos de poemas ardientes de su libro reciente e inquietante sobre la sed, algunos de ellos traducidos al italiano, y nos ha contado secretos de su vida y de su obra poética. Le puedo sugerir: William Farah: una vida que parece sacada de una novela

Su padre es Roberto Rafael Pérez Fernández, docente de español, un hombre tranquilo, pacífico, calmado, que, además de leer, escribe clandestinamente sus poemas, y llevaba desde muy niña a Carmen Alicia al Encuentro Internacional de Mujeres Poetas, en Cereté.

Matilde Cecilia Gómez Villamil, su madre, es la ama de casa que heredó el espíritu servicial de su madre, Andrea Porfiria Villamil Petro, la abuela enfermera. La pasión y la escritura poética empezaron muy temprano en Carmen Alicia, quien desde la primaria escribía cartas y cuadernos de poesía... “Pero no encontré estímulos en el colegio”, dice. En la biblioteca de un tío encontró libros que le sedujeron, como “Temor, placer y dolor”, de Jiddu Krishnamurti, que abrió la puerta para descubrir a autores japoneses que le impactaron, como Kitaro Nishida, Yukio Mishima y Yasunari Kawabata.

El corazón de la sed

“Estos ‘Poemas de la sed’ que gravitan sobre las diversas formas de la sed nacieron en 2020 y los culminé en 2023″. Nos detenemos en el poema “El círculo” que surge de una experiencia familiar y comunitaria. También ella ha participado en un video en la recuperación de ese instante que fecunda al poema: las mujeres que, antes de amasar la tierra en forma de círculos, echaban un buche de agua sobre el piso de tierra o rociaban el polvo del verano con pringos de agua de la alberca o el aljibe, para aplacar el polvo, y evitar que las pisadas de los inquilinos o habitantes de la casa se llenaran de polvo o barro. Era como caminar sobre un pavimento de tierra amasado por las manos de las mujeres. Un ritual de hombres y mujeres en casas de palma amarga y bahareque de los pueblos del Sinú y las sabanas de Córdoba, Sucre y el resto del Caribe. Le puedo sugerir: Huellas de Ernesto Cortissoz: una memoria que vuela

Carmen Alicia Pérez le rinde tributo a la sed en su obra poética. //Foto: Julio Castaño- El Universal.
Carmen Alicia Pérez le rinde tributo a la sed en su obra poética. //Foto: Julio Castaño- El Universal.

Lo sorprendente del poema y video de Carmen Alicia es que ha logrado que el ritual complemente y haga más sugestiva la imagen del poema: unos círculos de tierra donde “no existen los finales”.

En los 33 poemas del libro, la sed se ramifica en senderos impredecibles hacia cadencias de bella y honda sutileza oriental, que trasciende la aridez, el oasis, la sed del cuerpo y del alma, el amor, el deseo y las querencias, y la otra sed mística en el “fondo de la eterna luz” en el poema “San Juan de la Cruz”, en el que la poeta se pregunta: “¿Será que somos esclavos de saciar la sed de presencias y ausencias? ¿O vivir como Sísifo, con la ilusión de haber alcanzado lo deseado y retroceder justo al borde de la meta?”. O la otra sed de índole social, justicia y equidad que nos revela en el clamor de denuncia en su poema: “¡Un pueblo tiene sed!”, en la que, además de nombrar las hambrunas, los desarraigos, los desastres y los desangres políticos, “la patria al revés”, cuestiona la falsa historia de una nación “petrificada en estatuas de próceres violentos, que siguen hurtando el pedestal de los indígenas exiliados”.

Hay otra sed innombrada, la del poema “Sed de río”, en el que la poeta, viviendo cerca del río Sinú, “no se sentía de río”. Y su cuerpo sensual y eróticamente empezaba a descubrir la “sed de beberse el río”, cuando al recorrerlo en un planchón en medio de una tormenta... Allí “su pez gigante” se le “escabullía entre las piernas”.

Ese mismo cuerpo en otra dimensión e instante del poema “No despiertes a la loba” ha vivido una metamorfosis y se siente una loba que conoce “perfectamente cómo sangran las heridas”, y recomienda no despertarla porque puede provocar un sismo “o un pez gigante puede emerger en la orilla/ No despiertes a la loba, o te enseñaré sus dientes afilados”. Le puedo sugerir: Crónica sobre mi mamá: Yolanda Guerra, la sonrisa que sostiene al mundo

En el poema “Música del hombre”, alude al mapa polifónico del cuerpo como “una música de huesos que se rozan”, descubre las músicas antiguas que habitan en “cada cuerpo sediento que se profana en otro”, y nos descubre la “gama de sonidos que configuran la música del hombre/ en medio de esa melodía compleja y antiquísima, la poesía germina”.

Carmen Alicia Pérez, al entrar en el espíritu del tiempo en su poema “Memoria de las cosas viejas”, ve la vejez de las cosas y de los sueños antiguos, y se pregunta con desoladora intuición: “¿De qué está hecha una cama sino de la madera que termina en ataúd?”.

La poesía es un camino espiritual

La poesía es para ella un camino espiritual. Me confiesa que relee la obra poética del alemán Hölderlin, el rumano Lucian Blaga, el brasileño Ledo Ivo, los argentinos Jorge Luis Borges y Roberto Juarroz, del mexicano Octavio Paz y de los colombianos Raúl Gómez Jattin, Piedad Bonnett, Lucía Estrada, Rómulo Bustos. “En la poesía de hoy confluyen varias generaciones y tendencias que se mezclan y cada vez hay más riesgos”. Le puedo sugerir: Viajeros y forasteros que se quedaron en Cartagena de Indias

Ha escrito un tercer poemario que está inédito: “Árboles de piedra”, traducido al italiano, un homenaje a la abuela paterna, Carmen Alicia Fernández, una mujer silenciosa que tuvo 16 partos y murió a sus 50 años. Recuerda en uno de sus poemas a su abuelo Ismael Pérez Arrieta, que tuvo 32 hijos, era un hombre alto y con una fuerza descomunal que vestía de blanco y tenía en su cuerpo marcados los niños en cruz que lo protegían de que una bala entrara a su piel. Lo del poemario de los árboles es una metáfora de la estirpe y del árbol genealógico, con las mujeres de la familia que cosían pedaleando en su máquina Singer, hilo a hilo, esa frágil urdimbre de la vida para conjurar la muerte.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News