En la ciudad de Granada (España), Eduardo Bossa se consagró como un gran luthier a nivel internacional. Una guitarra, hecha con sus manos y en su taller, fue seleccionada como la segunda mejor en el VII Concurso Internacional de Construcción de Guitarras ‘Antonio Marín Montero’.

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El Universal“Desde que salí de mi casa sentía que llevaba la gran guitarra, un poderoso instrumento, me sentía grande, imponente, pero cuando llegué al concurso, que empecé a ver las demás guitarras y la autonomía con la que se movían, me sentí pequeño”, reconoce Eduardo Bossa. Lea también: La conmovedora historia de un sobreviviente de los Andes y su padre

Aunque nunca desconfió de sus capacidades ni de las de su guitarra, Eduardo se sintió como David ante Goliat. Pero ya sabemos cómo termina la historia, desmintiéndole al mundo aquel pensamiento, que ser pequeño o sencillo no es compatible con grandeza ni poderío.
Fueron tres días en los que no respiró hasta que su guitarra fue tocada por la artista invitada, experta en el sonar arrollador de la guitarra clásica. Cuenta que cuando pasó a la final sintió gratitud por saber que lo que hace para vivir y sostener su familia es un trabajo de alta calidad y codiciado por los músicos que viven el arte. Lea también: Nadie mejor que Simone Biles en los Juegos Olímpicos París 2024
Aquella guitarra estaba compuesta por palo santo de la india, pino abeto europeo, caoba, ébano africano y comino crespo que con sus visos de oro dejaron hipnotizado el oído a los jueces y al público en el Centro ‘Federico García Lorca’ de la Ciudad Capital Literaria de la Unesco.
“El primer día ponen todas las guitarras en el escenario. Un artista las toca a puerta cerrada, y ante exigentes y minuciosos jueces es rigurosamente examinada”, manifiesta y asegura que se sintió intimidado cuando veía cómo sus contrincantes hablaban con propiedad de los procesos del concurso y se movían con tanta propiedad en el recinto. Por eso, cuando anunciaron que integraba el grupo de las siete mejores guitarras, no se lo podía creer, pero nunca dejó de soñar que con el sonar de las cuerdas de su instrumento iba a escribir su nombre en el libro de respetados luthiers en el mundo. Lea también: Alonso Doria, el cartagenero que investiga para servir a su comunidad
“Para mí, llegar a los siete mejores ya era un logro que me daba credibilidad a nivel nacional e internacional, porque el mundo de la creación de guitarras clásicas es muy complicado y pequeño. Muchos crecen y aprenden a tocar con guitarras comerciales porque son más económicas y de fácil acceso, pero la diferencia es grande”. Esa diferencia de la que habla Eduardo Bossa la descubrió cuando un amigo lo convenció de comprar su primera guitarra hecha por un artesano. Aunque le tocó ahorrar bastante dinero, para él valió la pena porque fue descubrir un mundo totalmente encantador y atrapante.

Un amor que heredó
No hay nada más bonito que heredar un amor de los padres o los abuelos, nada más gratificante que transmitir esa pasión a los hijos. Lea también: La historia detrás de la periodista que quiere comprar al Real Cartagena
“Mi padre era músico. En mi casa crecimos alrededor de las artes y yo crecí rodeado de instrumentos. Él me enseñó a amar la música, pero cuando dije que me quería dedicar a la guitarra clásica que, además, estudié en Bellas Artes, mis padres fueron contundentes de que necesitaba una carrera profesional, así que estudié Ingeniera Química y por muchos años la ejercí”, recuerda.
Determinante fue adquirir su primera guitarra clásica, porque lo impulsó a transitar al mundo de la música en Holanda, pero se dio cuenta de que su talento no era para ser guitarrista profesional. Lea también: La historia de la familia antioqueña que le dice “sí” a Cartagena
Mientras la vida pasaba, Alberto Paredes pasó y le contó que se había mudado a Cartagena de Indias. Aquel hombre, que es considerado una inminencia en la creación de guitarras en Colombia, fue su maestro.

“Le dije que a Alberto quería hacer una guitarra y me invitó a su casa, donde tenía un pequeño taller. Bastó hacer mi primer instrumento para dejar mi carrera profesional y dedicarme al noble oficio de luthier”. Lea también: La metamorfosis de Daniela Ledesma, una cartagenera que trabaja por las mujeres
Estudió guitarra clásica en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena y también en Holanda.
Pero empezó a rodar por la cabeza de Eduardo la incertidumbre que nace cuando alguien está decidido a seguir su corazón. Así lo hizo, porque siguió la voz de su esposa que lo impulsó a que su familia dependiera de un noble artesano a quien aman profundamente. Lea también: Eliana Solano salta por la libertad de las mujeres de Cartagena y Colombia
La historia continuará, pues su exitoso paso por Granada reafirmó que en sus manos está la magia de la guitarra clásica, el grito de júbilo de quien sueña con contarle al mundo que en Cartagena de Indias hay un artesano que añora que sus instrumentos lleguen a artistas que vivan en carne propia la música y que su sonar transforme vidas y sorprendan a la humanidad, porque el sonido de una guitarra clásica es puro, limpio, sin manchas y con alma propia. Las guitarras de Eduardo Bossa suenan a Caribe colombiano.