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Cultural

Huellas de Ernesto Cortissoz: una memoria que vuela

Jaime Cortissoz evoca a su abuelo, el célebre Ernesto Cortissoz, pionero de la aviación en Colombia, fallecido hace 100 años, Un viaje en el tiempo.

Huellas de Ernesto Cortissoz: una memoria que vuela

Jaime Cortissoz, nieto menor del pionero de la aviación en Colombia. //Foto: Luis Eduardo Herrán - El Universal.

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Esta memoria podría empezar hace cien años, en la mañana trágica del 8 de junio de 1924, en que el hidroavión Tolima, se estrelló con seis ocupantes en Bocas de Ceniza, entre ellos, Ernesto Cortissoz, de 39 años, pionero de la aviación en Colombia, fundador de la Compañía Colombo Alemana de Navegación Aérea-SCADTA- considerado el más grande y joven empresario de Barranquilla y gestor de incontables empresas. Pero esta crónica empezará por su nieto menor: Jaime Cortissoz, nacido el 9 de septiembre de 1957, en Barranquilla y residente en Cartagena, acaba de llegar de su ciudad natal, en donde compartió con sus hermanos y familiares los honores tributados por las autoridades del municipio y el departamento, con motivo del centenario de su abuelo visionario en el Monumento a los Mártires de la Aviación. Jaime Cortissoz, alto, de barbas blancas y cabellera recogida en una cola, parece un monje feliz, y hoy luce un suéter que tiene grabado el nombre de Scatda. Su historia se remonta a más de cuatro siglos, cuando los Cortissoz, descendientes de la migración de hebreos sefarditas, expulsados de Portugal en 1497, se establecieron durante dos siglos en Holanda, Ámsterdam, para luego llegar a Curazao, y de Curazao hacia Venezuela y Colombia.

Jacob Cortissoz, padre de Ernesto Cortissoz llegó a Barranquilla por el puerto de Sabanilla en 1872. “De mi abuelo se han recuperado tres reliquias”, cuenta Jaime. Un reloj de péndulo que su hermano Ernesto heredó y su hermano Jorge aún conserva en Bucaramanga. El reloj del pionero de la aviación sigue funcionando y las manecillas siguen marcando el rastro del tiempo, como si aún estuviéramos oyendo y leyendo las noticias de la tragedia de junio de 1924. Lea aquí: Un hombre flaco, vestido de blanco, que escribió poemas

En Barranquilla tenía que esperar que llegara el Carnaval para ver tanta gente de todo el mundo, pero en Cartagena veo a todo el mundo cada día”.

 Jaime Cortissoz.

Otro hallazgo es el diario personal de Cortissoz, escrito en letra cursiva. Y una tercera reliquia son unas cajitas de madera marcadas con su nombre, en donde guardaba los tabacos que le gustaba fumar. La cuarta reliquia improbable es que un vendedor de anticuarios en Barranquilla se ufanó al encontrar los lentes de oro que usaba Cortissoz. Lo que parece una casualidad es una forma del destino, porque pocos meses antes de morir Ernesto, su padre Jacob, le sugirió que comprara un seguro de vida. Luego de su muerte, el Banco de Crédito Mercantil que gerenció la familia durante treinta años, tuvo que cerrarse. Y con ese seguro, la viuda construyó cuatro casas que le permitió vivir del arrendamiento. El seguro la salvó. Ernesto Cortissoz era en su tiempo el más versátil creador de empresas. Jacobo Cortissoz, su padre, dirigió la Compañía Colombiana de Transportes, accionista y administrador del Banco de Barranquilla, el primero en la ciudad; presidente de la empresa del acueducto, socio fundador del Crédito Mercantil, accionista de la Compañía Unida de Fósforos, Compañía de Molienda de Granos para Aceites y Féculas, Compañía de Préstamos y Construcciones, Cervecería Barranquilla. Esa información fue compartida por Hilda Strauss Cortissoz y Miguel García Bustamante, para la biografía Ernesto Cortissoz: Conquistador de utopías, publicado en 1994, con prólogo de Alfredo de la Espriella.

“Tal vez el aspecto menos abordado en este centenario de mi abuelo es que no solamente es el pionero de la aviación en Colombia, quien trajo a Cartagena los primeros hidroaviones que acuatizaron en el Muelle de los Pegasos. Él participó en la creación de la Cervecería Barranquilla en 1913. Ya Cartagena tenía la Cervecería Bolívar, en 1905. Fue activo militante de la Liga Costeña en 1919. El presidente de esa Liga era Henrique H. Román y vicepresidente Ernesto Cortissoz. Una asamblea se hizo en enero y julio de 1919, en Barranquilla y Cartagena. Dos puntos esenciales de la Liga Costeña eran el Canal del Dique y Bocas de Ceniza. Batalló tanto por estos ideales que unían a Barranquilla con Cartagena, que murió en Bocas de Ceniza”, dice Jaime Cortissoz. Lea aquí: La sátira y la poesía conviven en la obra de Jorge García Usta

Jaime Cortissoz, nieto menor del pionero de la aviación en Colombia. //Foto: Luis Eduardo Herrán - El Universal.
Jaime Cortissoz, nieto menor del pionero de la aviación en Colombia. //Foto: Luis Eduardo Herrán - El Universal.

Vivir en Cartagena de Indias

Durante los últimos diez años, Jaime Cortissoz venía a Cartagena, pero fue en diciembre de 2021 en que decidió quedarse a vivir en la ciudad, luego de su jubilación. Arquitecto de la Universidad Piloto de Colombia en Bogotá, fue director ejecutivo de la Sociedad de Arquitectos de Barranquilla, estuvo vinculado a la docencia, participó activamente en diversas campañas cívicas por la ciudad, fue columnista del diario El Heraldo. Pinta clandestinamente.

Desde hace más de un año, desde agosto de 2022, sostiene diariamente de manera virtual la Agenda Cultural de Cartagena, con 370 miembros activos, una agenda que contiene la más activa, vertiginosa y dinámica agenda del quehacer cultural local. Lo increíble es que allí aparece lo que ocurre en la mañana, tarde y noche en la ciudad, y Jaime intenta tener el don de la ubicuidad asistiendo a cada uno de los eventos, grabándolos y enviándolos simultáneamente. “Es así como yo mato mi tiempo de pensionado en esa Agenda”, confiesa Jaime. A veces le preguntan extrañados: ¿Quién es usted que lo veo en todas partes? Y él con una sonrisa en los labios solo se considera un divulgador sin ínfulas. Lea aquí: La historia de Óscar Vargas, el trabajador más antiguo de El Universal

De mi abuelo se han recuperado tres reliquias: Un reloj de péndulo que aún marca el tiempo, un diario personal y una caja de madera donde guardaba tabacos”.

 Jaime Cortissoz.

Llegó a Cartagena porque quería llevar una vida austera y anónima, sin prisas. “En Barranquilla tenía que esperar que llegara el Carnaval para ver tanta gente de todo el mundo, pero en Cartagena veo a todo el mundo cada día”. Aquí ha encarnado a Moisés en las Fiestas de Independencia y al Rey Jahim. Y en los intersticios del día, suele sentarse al mediodía o al final de la tarde en las bancas del Parque de Bolívar, a contemplar la figura del general Bolívar en su caballo que está a punto de galopar. Cuando habla de Bolívar dice: “hay otras historias que contaré. Es que por mi ancestros hay sangre de Cartagena y Mompox”. Lea aquí: Néstor Torres, un flautista prodigioso de paso por Cartagena

Antes de irse me revela este secreto: En la ceremonia realizada el 6 de junio de 2024, en el Cementerio Central de Barranquilla donde está enterrado Cortissoz, junto a muchos hebreos que murieron en la ciudad, ocurrió algo excepcional. Llegó un rabino a orar por el alma de Cortissoz, nacido en Barranquilla, el 30 de diciembre de 1884, pero requería que cerca a su tumba estuvieran diez miembros judíos de su comunidad, y solo habían ocho. No habían empezado a caer las primeras gotas de lluvia, cuando la sobrina Beatriz Helena, suspiró al decir: “El cielo derrama lágrimas por Ernesto Cortissoz”. En ese instante llegaron los dos judíos restantes para iniciar el rezo ceremonial.

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