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Cultural

En medio del cáncer, el amor prevaleció: la historia de Diego Guauque

La lucha contra el cáncer del periodista Diego Guauque Peña conmovió a Colombia. Su historia, como la de muchos, es una en la que el amor prevalece.

En medio del cáncer, el amor prevaleció: la historia de Diego Guauque

Diego Guauque y su esposa Alejandra Rodríguez. // Foto: Cortesía - Diego Guauque.

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Al igual que las vueltas que dio Alejandra para contarle a los padres de Diego y a su hija la llegada del cáncer, me pregunté cómo comenzar esta historia, tan cruda y real, que los pelos se ponen de punta tras leer cada palabra del libro ‘El amor contra el cáncer: la valiente e inspiradora historia de un paciente y su cuidadora’. Lea: Kelly Howell, la cartagenera que renace como águila

En el pasar de los minutos y en búsqueda de líneas impactantes como las del libro, encuentro una frase que resume lo conversado con Diego en las instalaciones de El Universal: “No hay vida sin dolor, no hay juego sin obstáculos y no hay amor sin ti”.

La historia de Diego Guauque y Alejandra Rodríguez es una novela romántica en su máxima expresión. Escrita a dos manos y en donde testifican con sus vidas que “el matrimonio ideal no sucede por casualidad, requiere de esfuerzo y compromiso”. Una historia tan desgarradora como esperanzadora.

A él lo conocemos por su trabajo en el programa Séptimo Día, de Caracol TV, pero al compartir su lucha contra el maligno cáncer a través de videos en redes sociales, las personas comenzaron a pedir más y aunque en los videos no se ve todo lo vivido desde el minuto 0, la idea de escribir un libro con cada detalle de su realidad era una meta palpable que le permitía soñar con salir de aquella fría cama y gritarle al mundo aquellos aprendizajes, las lecciones que le dejó esta batalla. Enseñarle al mundo sus heridas de guerra. Como él expone, el primer tiempo de su vida duró 43 años, pero el juez de línea le informó que su tiempo extra era hasta el 31 de diciembre de 2022.

Aunque Guauque hace analogías con el fútbol y asegura que está jugando el segundo tiempo, para esta servidora, él sudó los 90 minutos y anotó el gol de la victoria el 29 de mayo de 2023, cuando los doctores, con cabeza alta y las manos en sus caderas como superhéroes, le informaron que el despreciable huésped había sido retirado: Diego 2 - sarcoma 1. Y es que no hay nada más hermoso que gritar gol en el último minuto del encuentro. Un segundo tiempo que duró 255 días y noches, dos grandes cirugías, largas, arriesgadas y complejas, y otras seis a lo largo del proceso, 34 radioterapias, decenas de exámenes, incalculables lágrimas de él y sus familiares. Lea: “Los milagros sí existen”: Diego Guauque salió con éxito de la cirugía

“Los colombianos están sedientos de conocer historias que reanimen su fe. Historias bonitas que endulcen sus almas, que los saquen de la dura realidad nacional y que hagan palpitar sus corazones de ilusión”, escribe Diego en su libro. Ese mismo Diego que escribe está jugando el siguiente partido, y aunque deberá someterse cada tanto a chequeos, en este partido que empezó no tiene, hasta el momento, alguna posibilidad de escuchar el pitazo final sino que durará tanto que verá crecer a sus nietos, todavía imaginarios, Dieguito y Paloma.

Hasta Cartagena de Indias llegó el periodista que narra ante el mundo su noticia más taquillera y de mayor rating, la que más curiosidad ha despertado entre los colombianos. Aquella bitácora la comenzó a escribir en su teléfono en las tediosas noches en vela, y cuando regresó a casa, sacó su computador y le dio forma a la narración desde la perspectiva de quien padeció un sarcoma muy agresivo en el retroperitoneo, de quien pasó noches retorciéndose de dolor entre el abdomen y la espalda en un hospital, perdiendo la paciencia con el pito de las máquinas que te recuerdan que eres un prisionero de la enfermedad. El relato de aquel que no entendía por qué en su organismo había surgido una masa que comprometió cuatro órganos vitales y complejos: riñón, páncreas, duodeno y vena cava. La crónica de un hombre que se aferró a tres vidas, la suya, la de su esposa y la de su hija.

“Si le he podido mostrar el diente a esta enfermedad es en gran parte al incondicional amor de Alejandra”.

Más allá del trabajo y del dinero, lo primordial en la vida es un tridente conformado por Dios, salud y familia. Esos tres tesoros hay que protegerlos y cultivarlos a diario”.

Diego Guauque

Aleja, la superheroina que se convirtió en cuidadora

Aleja, la superheroína que se convirtió en cuidadora

Alejandra Rodríguez Camacho es periodista, consultora y estratega de comunicaciones. Cuando trabajaba en Séptimo Día conoció a Diego, se enamoraron, se casaron y vivían la vida de una familia normal. Once años son más que suficientes para conocer a tu pareja como la palma de la mano. Tan bien que en medio de la dificultad pueda envolver, aceptar, admitir, entender, reconocer y respetar a la pareja.

“Envuelvo en mi cariño a Diego, que hoy afronta sus peores días. Acepto que a veces no me conteste mis preguntas y no hile una conversación duradera. Admito con paciencia que retuerza su cuerpo para evadirme. Entiendo que cualquier contacto le genera dolor físico. Su desdén es una manera de fragilidad que reconozco y respeto”, escribe Alejandra, coautora del libro.

Su mundo se detuvo, pero para Diego no estaba en pausa. Su abnegado amor le permitió gatear, caminar, trotar y correr con su esposo hasta la meta final, cuando los médicos salvaron su mundo y transformaron ese dolor que sobrepasaba el 10 para empezar experimentar el alivio y la gratitud.

Su tenacidad la llevó a librar una batalla espiritual y emocional que le enseñó a pelear por sus milagros y a verlos materializados: “Si algo tuve claro durante ese tiempo de batalla fue que el cáncer no iba a volver trizas la relación que tanto había salvaguardado”. También se permitió ser vulnerable, sentir miedo, dolor, rabia, a llorar en los pasillos y luchar contra todo pronóstico: “A mi esposo: Me hubiera gustado despojarte de ese dolor que sentías, amor mío, pero lo tenías en todas partes”, escribe Rodríguez.

“A mi esposo: Me hubiera gustado despojarte de ese dolor que sentías, amor mío, pero lo tenías en todas partes”.

Alejandra Rodríguez.

¡Cuidado con su cuidado!

“Si a usted le detectaran una enfermedad como la mía o si mañana sufriera un accidente o le diera un infarto, ¿quién lo cuidaría? ¿Sus ancianos padres? ¿Sus hermanos que están casados o que tienen obligaciones? ¿Su mejor amigo? O, ¿una enfermera que se presentó en su habitación hace diez minutos?”.

Tres recomendaciones de un sobreviviente para usted y para la familia:

1. Fuerza mental.

2. Buena alimentación. Coma sano, no se prive del deleite gastronómico, pero cuide lo que come.

3. Ejercite su cuerpo. Todos los días.

Bonus: no fume; no tome.

Para el cuidador solo le tiene una advertencia: ¡Cuídese! Téngase como prioridad.

El libro

-Puede ser “Mi batalla contra el cáncer” -le respondo con el pecho inflado como pavo real.

-Ok, puede ser.

Menos mal mi cerebro acostumbra a meditar mejor las cosas en las noches y en la ducha: “¿De verdad Diego piensas que ese nombre le hace justicia a lo que has atravesado? ¿Sinceramente crees que hoy estás de pie por ti solo?”, me cuestioné sobresaltado.

-Oye, Gabriela. Creo que cambié de opinión respecto al nombre del libro.

-¿Y por qué?, ¿se te ocurrió uno mejor?

-Sí, “El amor contra el cáncer”. Ese es el que me gustaría.

-Me gusta. Diego, me gusta. Finalmente, este libro también es una novela de amor, la novela de amor de los dos. La columna vertebral es tu cáncer, pero se les convirtió en una historia de amor.

La historia está en todas las librerías del país. Hágase un favor, permítese sumergirse en un mar de emociones. Devore las letras del libro y sea consciente y empático de lo que es ser un paciente y la labor del cuidador, sobre todo del cuidador. Gracias Aleja por desnudar tu alma y no medir las consecuencias al amar.

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