El maestro Gustavo Álvarez Gardeazábal (Tuluá, 1945), recibió el Premio Vida y Obra 2023, promovido por la Secretaría de Cultura del Valle, el más grande reconocimiento que entrega la Gobernación del Valle a gestores y creadores que han consagrado su vida a forjar una obra de impacto en la región y la nación. Lea: Gustavo Álvarez Gardeazábal: presentan su nuevo libro de crónicas
Álvarez Gardeazábal, clásico viviente de la literatura colombiana, participó recientemente en Cartagena, en el conversatorio ‘El coraje de un escritor en contravía’, en el Salón Pierre Daguet de Unibac, en el Festival Cartagena Sílaba de Agua Fiesta de la Palabra y las Artes 2023, donde compartió su visión sobre la génesis de la violencia en el país. Antes de la llegada de los españoles, ya las comunidades indígenas vivían una guerra entre ellos mismos, en disputa por el territorio. Lea: Gustavo Álvarez Gardeazábal: magia y vigencia de un patriarca
Su autor produjo antes de sus 30 años clásicos literarios como ‘La boda y el buda’ (1973), ‘Dabeiba’ (finalista en el Premio Nadal de Novela en 1972), ‘El bazar de los idiotas’ (1974), entre otras. El escritor presentó, en Cartagena, su Biblioteca Gardeazábal, con 13 de sus novelas reeditadas en 2023, por Intermedio Editores, Casa El Tiempo y Círculo de Lectores. Hubo entrada libre.
Su icónica novela sobre la violencia en Colombia: ‘Cóndores no entierran todos los días’ (1971), ganó el Premio Manacor en España, cuyo jurado fue el Premio Nobel de Literatura guatemalteco, Miguel Ángel Asturias. Publicada hace 52 años, Cóndores... es una novela visionaria que retrata el horror de la violencia de los años 50 del siglo XX, violencia que aún no cesa, y se repite con nuevos actores en el territorio natal del escritor y en el mapa del país. Su autor es un agudo analista de la realidad social, política y cultural de Colombia y el mundo.
En la Biblioteca Gardeazábal se reeditaron ‘Las guerras de Tuluá’, ‘Comandante paraíso’, ‘Las mujeres de la muerte’, ‘Pepe Botellas’, ‘Dabeiba’, ‘El titiritero’, ‘Los sordos ya no hablan’, ‘El papagayo tocaba violín’, ‘El último gamonal’, ‘El divino’ y ‘Los míos’. Álvarez Gardeazábal, testigo de su tiempo, es memoria viviente de una tierra sangrante, cuyos horrores aún no cesan.
Dice lo que piensa y siente, y no deja pasar una escena del panorama nacional para analizarlo y confrontarlo con su agudeza controversial, que no se arrodilla ante nada ni nadie. No ha dejado de escribir en más de 60 años de vocación literaria.
Siente que, pese al paso del tiempo, él seguirá siendo aquel niño curioso que se asomó a las rendijas de la ventana de su casa de Tuluá y “se quedó mirando para siempre el mundo que le rodeaba”.
Sabe que ya ha escrito una obra perdurable e insoslayable en las letras nacionales e intuye que las nuevas generaciones seguirán pasando, sin cesar, por sus páginas, viendo el retrato quebrado de nuestras atrocidades, el retrato de una violencia con nuevos actores, bajo el ala de nuevos cóndores.