Canadá tiene la cuarta ciudad francófona más poblada del mundo. //Foto: Cortesía. Si usted escribe en algún buscador “¿cuál es el mejor país para estudiar?”, en los primeros puestos encontrará una palabra con seis letras: ‘Canadá’. Diversos blogs aseguran que es el lugar idóneo para ampliar conocimientos y tener una mejor vida, pues ofrece un abanico de oportunidades laborales. A diferencia de su país latinoamericano. Carol Alvis Alzamora es una psicóloga clínica que vive junto a su esposo Carlos Cabrera, en Hamilton, Ontario, Canadá. Cuenta que la decisión de emigrar la tomaron por una implacable búsqueda de tranquilidad, que por más que deseaba sentirla en su amada Cartagena, se cansó de esperar un cambio y empacaron una parte de sus vidas en el corazón y en tres maletas. Lea aquí: ¿Por qué los papás sí son claves en la crianza de los hijos?Estudiar, aunque es la vía más costosa para legalizar la estadía en el país con el mayor desarrollo humano del mundo, según el índice de las Naciones Unidas (IDH), es la más fácil. Así que ahorraron lo más que pudieron, vendieron todos sus bienes y pagaron cada dólar que costó pertenecer a la académica canadiense. Ella eligió una carrera semejante a la psicología: ‘Manejo de la salud mental y la discapacidad’. Terminar los estudios le dio un permiso para trabajar de manera legal y le abrirá las puertas para poder desempeñarse como psicoterapeuta, como lo hacía en Cartagena. Para eso, se enfrentará a un largo y denso proceso de acreditaciones. Ella se prometió realizar todo lo que tenga que hacer para algún día ser lo que tanto ama. “Elegimos Canadá por el estilo de vida, la tranquilidad, seguridad, la estabilidad laboral, mejores salarios. Si realizas una carrera en un College, que dura entre uno a dos años, tienes garantizado un trabajo con un buen sueldo que te permite llevar una buena vida a diferencia de Colombia”, cuenta Alvis. Lea aquí: Pedro ‘Ramayá’ Beltrán Rey de la Flauta de Millo en el Caribe Es contundente cuando asegura que el nivel académico es promedio y no está por encima de la educación impartida en países latinoamericanos y no es superior a la colombiana. Ratifica que lo que más destaca es que en Canadá todos los docentes de educación superior tienen, por lo menos, un doctorado, lo que permite que la enseñanza también sea de conocimientos adquiridos por los propios profesores a partir de sus investigaciones. Por otro lado, está Daniel Redondo, profesional en negocios internacionales, que tuvo la oportunidad de probar nuevos horizontes en el país del hockey antes de obtener su título profesional. Pisó tierras de Montreal con los ideales impuestos por las sociedades. Si bien, como dice Daniel, es verdad que las oportunidades abundan, el tema cultural y social influyen en la decisión de quedarse o regresar. Una ciudad muy europea, ensimismada e individualista, el joven sí se desilusionó, pues pensaba que por estar cerca de Estados Unidos iba a ser similar a su experiencia de vida en el país con la primera economía del mundo. Tan fría como las relaciones interpersonales. Aquella ciudad, que es denominada como la cuarta francófona (población de habla francesa como lengua dominante) más poblada del mundo, lo condujo por el amplio debate de cuánto influye la manera de vivir de la sociedad que nos rodea en nuestro bienestar integral y cuánto puede llegar a influenciar en nuestra salud mental. Arribó con la idea de asentarse, mentalizado en afrontar, de la mejor manera, la inmersión de la lengua madre de Voltaire, maestro de la ironía, con el curso intensivo de francés equivalente a sus prácticas profesionales. Lea aquí: Esta es la historia de Gerardo Varela, el Lancero de la Independencia 2023En Montreal el nivel de exigencia fue alto, de estudiar y realizar todo con excelencia, aunque se dio cuenta de que la asistencia no era una camisa de fuerza: “Era importante asistir, porque si no cómo aprendes. Pero si no lo hacías, avisabas y listo. Los docentes terminan siendo muy comprensivos”. La diferencia más grande entre la educación en Colombia y la canadiense es la forma de enseñar que tienen los docentes. En el país de la arepa e’ huevo, los maestros tienen metodologías establecidas de años, que llevan a los estudiantes a aprender desde el ritmo de ellos y no tienen en cuenta los diferentes modelos de aprendizaje. En Canadá son más didácticos y buscan los medios para adaptarse a los ritmos de aprendizaje de los estudiantes, que cada uno logre absorber la mayor cantidad de conocimientos posibles sin sentir imposición, sino un placer. Para Daniel, parte del concepto idealizado que le da al país de las cuatro estaciones ser uno de los mejores lugares para emigrar es cierto, pues Canadá sí necesita gente y sí hay oportunidades de estudio y laborales, pero como todo en la vida se presentan desafíos que hay que enfrentar para lograr una buena adaptación y estabilidad. Lea aquí: El músico detrás de una de las misiones más ambiciosas de la humanidadLo que más le emociona a las personas es la idea de estudiar y ganar dinero, todo al mismo tiempo. Pero ahí es donde entra una de las principales luchas que muchos no tienen en cuenta: cuando se gana en dólares canadienses, se gasta en dólares canadienses.Hay ciudades costosas que le arrebatan el derecho y el privilegio de descansar, de tener tiempo para recuperar energías y seguir. Las personas se cargan con más trabajo de lo que deberían para alcanzar una “buena calidad de vida”. La experiencia para aquel hombre fue agridulce. Si bien la ciudad le brindó un buen nivel de conocimientos, la vida en Canadá no encajó con su personalidad. Dice que el tema económico es para tirar cabeza, puesto que es, para muchos migrantes, asfixiante. Largas horas laborales para alcanzar la decencia. Acceder a una buena educación se puede con plata y si no tienes mucho, debes aplicar a una universidad pública. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Cartagena en Canadá 🍁🇨🇦 (@cartagenaencanada) Carolina y su esposo sí encajaron con Canadá y aunque haga algunas críticas a la educación del país que le abrió las puertas, no se arrepiente de salir y vivir. Lea aquí: Kelly Howell, la cartagenera que renace como águilaEstaban cansados del maltrato laboral al que se sobrevive en Colombia, que después de cinco años en la universidad, se sale a mendigar salarios que no te dan ni el mínimo para tener una vida digna o pensar en construir una autónoma e independiente, pues se habita en la preocupación constante por cada centavo y cada peso. Aunque en Canadá no es del todo económica, se puede tener un trabajo decente y una vida modesta, con algunos lujos, y no pasar los días, minutos y horas con el peso alcanzado. Ella extraña con sus entrañas al vendedor de aguacate, la tienda de la esquina, la sabrosura de la vida caribeña, la simpleza y la cercanía de las relaciones, sobre todo a su familia, que es un tema un poco complicado de tocar. No cambia la tranquilidad que respira por nada del mundo. Espera y anhela que los cartageneros no tengan que vivir con la zozobra de que todo estará bien cuando andan por las calles de La Heroica. Y le recomienda a todo aquel que desea emigrar que lo haga con una red de apoyo, con un psicólogo que lo ayude en el proceso de adaptación porque “pega duro”. Priorizar la salud mental te da herramientas para salir bien de cada aventura o desafío al que te enfrentarás. Lea aquí: El bullerengue en las buenas manos de Pabla Flores“Canadá tiene una ventaja muy grande y es la multicultural. Venir acá es como estar en 10 países al tiempo. La cultura que adquieres por estar con tanta gente es una vaina chévere. Ha sido una experiencia chévere y siempre lo diré, sentirse seguro para mí no tiene precio”, dice y asegura que ella es la más cartagenera donde va, no pierde su acento ni la jerga que nos caracteriza de los demás caribeño. “Mis hijos van a hablar 3 idiomas: costeñol, español e inglés”. ¡Carol se queda!