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Cultural

Crónica: Macondo en la mejor biblioteca del mundo

La mejor del mundo es la Biblioteca Gabriel García Márquez en Barcelona. Crónica de hilos que viajan desde Cartagena, Sincé, Aracataca y Barcelona.

Crónica: Macondo en la mejor biblioteca del mundo

Biblioteca Gabriel García Márquez en Barcelona. //Foto: El Nacional de Cataluña.

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Los caminos impredecibles de la ruta de Macondo viajan a Barcelona, en donde se erigió la mejor biblioteca del mundo con el nombre de Gabriel García Márquez, en cuatro mil metros cuadrados en el corazón de la ciudad. Lea: Colombia conmemora un siglo del nacimiento de Álvaro Mutis

La biblioteca contiene el tesoro de cuarenta mil documentos en una sala, con una colección bibliográfica que funciona como una sola unidad de más de 2 millones de documentos, según contó su directora Neus Castellano Tudela a El Universal. Esta cifra puede parecer pequeña para los más de 3.300 metros útiles que tiene la biblioteca, y no lo es, explica Neus, si pensamos que cualquier usuario de la Biblioteca Gabriel García Márquez “puede pedir que se le sirva en la biblioteca cualquier libro u otro documento de las 39 bibliotecas públicas de la ciudad de Barcelona”.

La Biblioteca GGM es la mejor no solo por su bella y estratégica arquitectura funcional que irrumpe en el paisaje y establece un diálogo con los transeúntes y con los viajeros que pasan por Barcelona, sino también por los tesoros que contiene: la literatura especializada en América Latina, muchos de ellos, escritores del histórico fenómeno literario y editorial que estalló como una bomba con nuevos ímpetus renovadores, nuevas ideas y nuevas maneras de contar las realidades del continente.

Un busto a Barcelona

Pocos meses antes de inaugurarse la Biblioteca GGM, surgió en Cartagena la iniciativa de donar un busto con la efigie sonriente del escritor, que años antes había realizado el escultor cartagenero Óscar Noriega en fibra de vidrio, un busto que reposa en la sala de redacción del diario El Universal. La iniciativa proponía que se fundiera en bronce y se donara a la mejor biblioteca del mundo.

El escultor tocó todas las puertas posibles para ese propósito, conversando desde 2020 con las autoridades de Bolívar, Sucre y Magdalena, en un tiempo complejo bajo pandemia y después en ley de garantías, deseando que el busto pudiera llegar antes de la inauguración. Y se logró fundir en bronce. La obra pesó más de 50 kilos y se envió desde Cartagena a Barcelona, con el apoyo de varios aliados que provenían precisamente de los pueblos de la ruta macondiana que tienen que ver con los orígenes del escritor. Lea: Una hija, el secreto mejor guardado de Gabriel García Márquez

De Sincé, Sucre, la tierra natal de Gabriel Eligio García Martínez, padre del escritor, y de sus ancestros paternos, surgió el interés de que ese busto llegara a Barcelona: del sinceano Héctor Olimpo Espinosa, gobernador de Sucre, y del sinceano Luis Miguel Acosta de la Ossa, alcalde de Sincé, tierra donde el autor de ‘Cien años de soledad’ estudió un año de su primaria, y donde se conserva intacta y bella la casa donde vivieron sus padres.

En el cementerio de Sincé está enterrada la abuela paterna de García Márquez: Argemira García. Antes de fundirlo, el busto tuvo el visto bueno del biógrafo Dasso Saldívar, autor de la mejor biografía de Gabo: ‘El viaje a la semilla’. El sueño de donar un busto de García Márquez a España, se engendró en un viaje a Madrid en 2019, cuando el cronista vio el busto más pequeño del escritor en uno de los escenarios culturales relevantes de España en Madrid.

Sincé, Cartagena y Aracataca sueñan con iniciar una agenda binacional con la mejor biblioteca del mundo: la Biblioteca Gabriel García Márquez.

Macondo va a España

Más allá de esta historia, los donantes del busto a Barcelona, han manifestado su deseo de ir a esta ciudad para establecer una alianza con la mejor biblioteca del mundo y las bibliotecas de las rutas macondianas del Caribe colombiano: Aracataca, la ciudad natal del escritor, Cartagena, Barranquilla, Sucre, Sincelejo, Sincé, escenarios significativos de su vida y su obra.

Neus Castellano Tudela ha logrado ambientar el entorno de la biblioteca GGM con hamacas y artesanías que evocan el universo macondiano. Los niños, jóvenes y adultos en general, entran a la biblioteca seducidos por la sonrisa del escritor. La peregrinación a la biblioteca no cesa desde su inauguración en 2022. Lea: Priscilla Gómez, la costeña que brilló en el Royal Opera House

Macondo sueña con ir a Barcelona. No solo a conocer la biblioteca en la ciudad donde vivió ocho años el escritor, hace 55 años cuando escribió su novela ‘El otoño del patriarca’. Más que una visita protocolaria y diplomática a Barcelona, han explicado Héctor Olimpo Espinosa y Luis Miguel Acosta de la Ossa, desean que el viaje a Barcelona sea el inicio de una agenda cultural binacional entre España y Colombia. Es curioso que exista desde Barcelona y sus bibliotecas una activa colaboración de intercambio con América Latina y en Colombia, con el club de lectura de Medellín, pero no existe esa comunicación con el Caribe colombiano. Con la llegada de la biblioteca GGM se activarán esas alianzas, según ha anunciado Neus. Y se desarrollarán “eventos que tengan en común las bibliotecas de ambas orillas dedicadas al conocimiento y difusión de la vida y la obra de Gabo”.

El milagro de estas alianzas en el Caribe parece salir de las entrañas del realismo mágico y de la imaginación amorosa del escritor por su región. Prueba de ello, es que Sincé y Aracataca, han establecido una hermandad de ciudades hermanas en la ruta macondiana.

Luis Emilio Correa Guerrero, alcalde de Aracataca, nació tres meses después de la aparición de ‘Cien años de soledad’, el 12 de agosto de 1967, en Aracataca. Es sobrino de Luis Carmelo Correa, uno de los amigos de infancia de Gabo.

Sincé y Aracataca, hipnotizados con la imán de la memoria, se buscan como parientes en el tiempo. Luis Emilio Correa va y viene de Aracataca a Sincé. Y Luis Miguel Acosta va y viene de Sincé a Aracataca. Hace poco Luis Emilio estuvo en Sincé en la inauguración monumental de las obras del Parque de Bolívar, en la que se rindió homenaje con una escultura en bronce a García Márquez, sentado en una de las bancas del parque. La escultura de Óscar Noriega es tan real, que a veces la gente cree que es el mismo Gabo que está sentado allí, y no se percata que es una escultura en tamaño real, como si Gabo hubiera regresado al pueblo de su padre, como si hubiera resucitado, muy cerca de la casa donde vivió nueve meses de su infancia. Los dos alcaldes, el de Aracataca y Sincé, bordan el camino común de la travesía macondiana. García Márquez se oponía a que su pueblo natal se llamara como el pueblo de su novela célebre: Macondo, trazando límites a la desmesura de la realidad en la que Macondo después del desmantelamiento de la United Fruit Company creada en 1899 y disuelta en 1970, quedara a la intemperie como en la novela en la vieja finca bananera convertida en un pequeño caserío de veinte casas y cuyos habitantes que aún no han leído ‘Cien años de soledad’ cuando se les pregunta cómo se llama el caserío dicen con una convicción sobrenatural: “Este es Macondo”.

Tuvo que vivirlo el italiano

Nuccio Ordine deslumbrado por los espejismos de la realidad le preguntó a un niño que estaba comiendo mangos, ¿Cómo se llama este pueblo? y el niño sin parpadear le dijo: Macondo. Ordine no resistió tantos deslumbramientos en su viaje al Caribe, acompañado de Eduardo Pertuz que lo guió por el mapa de las rutas secretas de Macondo, y estuvo a punto de morirse de felicidad al conocer Macondo. Y al regresar poco después a Italia, como quien regresa del paraíso, se murió evocando a Macondo.

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