Por: Orlando Díaz Atehortúa.
En México se escucha el tema “La penca del maguey”. En nuestro país se escucha “El higuerón” del maestro Abel Antonio Villa. Uno de sus estribillos dice: “Debajo, debajo del higuerón, debajo del higuerón, debajo del higuerón hay dos ramos de claveles. Debes de cuidar mi amor sino lo cuidas lo pierdes (bis); dice un adagio de amor que el que no cela no quiere, debajo del higuerón hay dos ramos de claveles”, toda una poesía. Lea: Juan José Nieto: la fascinante historia del único presidente negro de Colombia
Ahora bien todavía nos asalta una duda que está sin resolver, y es si el parto de Juan José Nieto se dio a la sombra de un árbol de higuerón o debajo de un palo de matarratón. Lo cierto es, según cuenta la historia, que doña Benedicta Gil (negra y descendiente de esclavos negros) dio a luz a ese portento de hombre, que luego fue presidente de Colombia, auxiliada en el parto por su marido, el español Tomás Nicolás Nieto, quien, fuera de ser agricultor, fabricaba mechas de algodón para las lámparas con la que los nativos alumbraban sus oscuranas.
Juan José nació en la Loma del Muerto en Sibarco, un corregimiento del municipio de Baranoa, en la antigua provincia de Cartagena.
El homenaje
Soñemos que se inventó una máquina para realizar viajes a través del tiempo, su inventor contactó a Benedicta y a Tomás para realizar ese periplo, con dos condiciones: la primera, que solamente serían los días 23 y 24 de junio del año 2023 y, la segunda, en la ciudad de Cartagena. Se imaginan la sorpresa de esta pareja al llegar nuevamente a su amado Corralito de Piedra y conocer de cerca cuáles fueron las últimas vivencias de su querido hijo y el lugar donde quedó enterrado. Lea: Los tres presidentes cartageneros que ha tenido Colombia
Pues bien, la máquina paró esa mañana del 23 junio en el cementerio de Manga. Benedicta y Tomás observaron a más de treinta masones con sus arreos, espadas, collarines, sus mandiles, guayaberas de un blanco inmaculado, al igual que el color de sus guantes; estaba todo el personal reunido al frente de una tumba que decía “La Asamblea Legislativa del Estado soberano de Bolívar al republicano Juan José Nieto”.
Observaban que los invitados le ponían, en forma delicada, ofrendas florales en el mármol y ramilletes de hojas de laurel (en la simbología masónica, las hojas de laurel significan la inmortalidad, se utilizan para honrar a los héroes y a los valientes).

No todo es hermoso. También miraron el grave deterioro en que se encuentra dicho campo santo y que el mausoleo de su querido hijo se encuentra en la mitad de otras tumbas, pertenecientes a familias de renombre y personalidades famosos de nuestro terruño, como son los mármoles de la familia de los Porto, los Román, los Lequerica, los Espriella, entre otros.
Se preguntaba Tomás el por qué de esta augusta y hermosa ceremonia, él no sabía que Juan José Nieto había sido en vida masón, obteniendo el grado 33 de la masonería (Soberano gran Inspector de la Orden, del rito Escocés antiguo y aceptado de mucha jerarquía en la hermandad).
Al día siguiente, el 24 de junio, tuvo lugar el desfile en conmemoración al natalicio del expresidente.
Juan José y los masones
Pero, ¿quién fue Juan José Nieto para merecer tanto elogio? y ¿quiénes son los masones? Juan José Nieto fue autodidacta. Así se libró de los regaños de las profesoras, arrancó como monaguillo y luego sacristán. El cura que era su tutor ‘pilló’ el “avispamiento” del niño y le enseñó el alfabeto y las operaciones matemáticas. Un comerciante español, José Palacio, observó lo aventajado del párvulo y su vivacidad y lo contrató como su dependiente y escribiente. Le prestaba sus libros que lo introducen en los campos de la humanística y en temas como la libertad, la fraternidad y la solidaridad. Estudió a pensadores franceses como a Montesquieu, Voltaire y Diderot.

Amiguero, dicharachero, pintoso, fornido, con unos ojos verdes soñadores, a veces, y otras de tigre aguerrido, no pasó desapercibido entre las damas. Se granjeó la amistad con el exgobernador de Bolívar, José María Obando, con el que chicaneaba, iniciándolo en el campo de la política; el negro era bastante “espabilado”. Al son del vallenato y la música cubana cautivó el amor de Josefa Teresa, perteneciente a una familia de estrato seis en Baranoa. Lea: Juan José Nieto y la abolición de la esclavitud en Cartagena
Así se catapultó “El negro” ya de mejor familia. Un amigo liberal y vicepresidente de la República lo designó en la jefatura política del Catón en Cartagena. Bajo un pensamiento demócrata y liberal se dirige a la guerra de los supremos (1840) al lado de la causa federalista, cuyo líder era el general Carmona. Luchando en el combate de Tescuat, “El negro” cae prisionero.
La amante de Tomás Cipriano de Mosquera, una mulata antioqueña llamada Susana Llamas, interviene ante el decreto de muerte que pendía encima de la cabeza de Juan José Nieto. Acto seguido, es perdonado y enviado al ostracismo a Jamaica; en esta bella isla escribió tres novelas monumentales “Los Moriscos”, “Rosina” e “Ingermina o La hija de Calamar”.
En dicho lugar, también fue acogido con mucho amor y fraternidad por la confraternidad masónica. Se presentó una amnistía, y al retornar a nuestro país, entró a las filas del otro masón, el general Mosquera, que estaba en rebeldía en contra el conservador Mariano Ospina Rodríguez. Así las cosas, Tomás Cipriano se dirigió con sus tropas al Sur, en contra de los contradictores que estaban respaldando al conservador, Sergio Arboleda (jefe del Ejército, en la campaña del Cauca y secretario de gobierno de Pasto 1871) mientras, “El negro”, ante ese temporal vacío de poder, se proclamó primer mandatario provisional de los Estados Unidos de la Nueva Granada, óigase bien, en Cartagena, ejerciendo el mando 180 días, hasta que volvió Tomás Cipriano a ejercer sus labores como primer mandatario.
El expresidente murió en Cartagena un 16 julio del año 1866, y gracias al historiador Orlando Fals Borda y otros, su pintura plasmada en un cuadro fue rescatada de un sótano en ruinas del museo de la Inquisición. Y, lo peor, lo pintaron “blanco”, así que fue necesario hacer una minuciosa labor pictórica para que Juan José Nieto quedara con su color de piel original “negro”. Hoy su imagen se exhibe al lado de los “blanquitos” en la Casa de Nariño.
Ser masón es ser un ser excepcional, que debe obediencia a la orden masónica y a las leyes de su país, que vive honrada y honorablemente, practica la justicia, ama a su prójimo, trabaja incesantemente en la consecución de una verdadera felicidad para la humanidad y de plenitud social para todos los seres humanos a emanciparse de la esclavitud, de la pasión y la ignorancia. A la masonería ingresan hombres de bien y de buenas costumbres (de mil que entren, solamente dos no cumplen con las expectativas de la orden).
Juan José Nieto se inició en la logia Hospitalidad Granadina No. 1 (ya casi centenaria) en 1839, llegando a ser su venerable maestro de 1856 a 1859. Soberano gran comendador del Supremo Consejo Neogranadino del grado 33, con sede en Cartagena de Indias de 1849 a 1850 y de 1860 a 1865. La masonería no está en contra de ninguna religión, solamente se practica el amor al prójimo y la filantropía, teniendo como máxima inspiración espiritual al Gran Arquitecto del Universo (GADU).