Alessandro Basile (Cartagena, 1971), nombrado director del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI), dice que el festival fue desde siempre en su casa, desde que era un niño, la conversación habitual. Ese festival en el que su padre, Salvo Basile, fue un aliado permanente de su visionario y fundador Víctor Nieto Núñez, y uno de los más persistentes guardianes de su destino.
Él se ha sentido unido de muchas formas al festival cinematográfico más antiguo de América, a través de su padre y los amigos que llegaban a casa a seguir inventando sueños en torno a Cartagena. Lea: ¿Cómo hacer que el cine y Cartagena se enamoren?
La primera vez que estuvo muy cerca fue como gerente de producción de RCN, especialmente, en la ceremonia de los Premios India Catalina. Y más recientemente, en la versión 59, cuando fue llamado por su director artístico, Felipe Aljure, para que integrara el equipo de doce curadores de la selección del festival. Eso en verdad es un doble privilegio, porque en la curaduría de más de tres mil películas hay grandes alegrías y también frustraciones.
También esa experiencia de construcción de opiniones es un ejercicio colectivo, pasar de la efervescencia de defender una película y entrar en los consensos sobre qué ocurrirá con ese filme dentro de una muestra determinada, y más tarde confirmar o comprobar una reacción humana, colectiva de los espectadores sobre los aciertos y dudas sobre una elección.
Puede ocurrir que la menos pensada sea imprevisiblemente la que tenga un éxito en el público. El curador privilegia valores, calidades, riesgos. “En mi caso, me detengo en que el guión sea sólido y contundente. Calificar es algo hiper subjetivo, pero a partir de allí, soy capaz de perdonar y suspender el juicio, si el filme cuida y protege su propia verdad, la voz legítima de sus creadores, su vínculo honesto con los realizadores. Un filme no está en una sola persona, es obra de una colectividad”.
Alessandro reconoce que es un desafío mantener y continuar la bandera que ondeó durante dieciseis años la directora y gestora Lina Rodríguez en el horizonte del cine de Cartagena y el mundo. Y la misión que lideró Felipe Aljure. Lo que sigue es “atender al gremio cartagenero, a los creadores audiovisuales en general, para fortalecer y hacer visible la producción local. La sección ‘De Indias’ ha abierto ese camino a los realizadores cartageneros en el largometraje, cortometraje y documentales. El gremio local se ha visto representado en la agenda académica, en la comisión fílmica, en las convocatorias del IPCC, en las convocatorias para los nuevos realizadores. El propósito es que los realizadores locales participen en esas convocatorias, ganen más premios, tengan mejores herramientas y accedan a los espacios internacionales, de los festivales de Cannes o Berlín. El objetivo es aportar al esfuerzo colectivo tras la esperanza en la producción, porque producir cine es costoso”.
Ahora él vive y sueña en modo Festival de Cine de Cartagena, el reto de dirigir la edición 63 que se realizará del 23 al 28 de abril de 2024. Al comentarle la reacción positiva que ha tenido su nombramiento, se acordó de una discusión muy cartagenera planteada y grabada por el director Luis Ospina en un documental en 1976, en la que en una plena fiesta de celebración del festival en uno de los yates en la Bahía de las Ánimas, se escucha la pregunta de un cartagenero: “Y si los cartageneros no hacen su festival de cine, ¿quién lo va a hacer?”. Y esa pregunta involucra otra pregunta: “¿será que lo hacen los cachacos?”.
Alessandro se ríe de la ocurrencia de este documental salvado de la memoria y reflexiona sobre la incredulidad de algunos cartageneros sobre su propio festival, quienes aún se preguntan si es gratuito. “El festival de cine es de Cartagena y tiene un ADN cartagenero. No hay duda. Aunque exista una constelación de actitudes, una de ellas, la auto exclusión de quien dice que el festival no lo representa, etcétera. La prueba de que el festival sigue manteniendo el arraigo popular es el programa ‘Cine en los Barrios’. Es un programa de orgullo”. Lea: ¿Es importante el cine en Cartagena?, esto nos dice Felipe Aljure
El ahijado de Obregón
Alessandro Basile, amante de la navegación y ahijado del maestro Alejandro Obregón, ha visto crecer los sueños del festival en su propia casa.
En 1999 dirigió el mediometraje ‘Zapping’, ganador estímulo distrital Bogotá en el Umbral para el largometraje futurista: ‘Bogotá 2016’ y en el 2000 dirigió el filme ‘El Cielo’.
Fue director asistente en las transmisiones en directo Concurso Nacional de Belleza. En 1995, asistente de producción del largometraje ‘La Deuda’, dirigido por Manuel José Álvarez y Nicolás Buenaventura. En 1996, asistente de dirección del largometraje ‘Golpe de Estadio’, dirigido por Sergio Cabrera.
De Salvo, su padre, admira su enorme sensibilidad artística y social, su creatividad que le permite sentir que lo imposible es posible. A sus 83 años, Salvo impulsa la Fundación Corazón Contento en las barriadas marginales de Cartagena. De Jackeline Lemaitre, su madre, celebra su cartageneidad, su alegría, su carcajada, su disciplina. De los seres que han pasado por su casa recuerda a Werner Herzog, quien le enseñó desde niño un tatuaje en su cuerpo de una calavera sosteniendo un cubo luminoso.
El objetivo de Alessandro es unir e integrar a las Cartagenas dispersas a través de la fiesta del Festival Internacional de Cine, desvanecer el estigma del balde de cangrejos en el que nadie puede avanzar ni ascender, ir a la profunda periferia a sembrar con amorosa devoción la aventura del cine, como quien siembra las semillas de un bosque.
