Por Juan Carlos Guardela
El pasado sábado 29 de abril quedó grabado en la memoria de los asistentes a la tarima Colacho Mendoza del Parque de la Leyenda Consuelo Araujo Noguera. El ambiente estaba a reventar por la expectación. Lea: Antes de Bizarrap, la historia de una tiradera que respondió Óscar D’León
Wendy Paola Corzo Carmona, una joven de 24 años, subió con algo de timidez y miedo a semejante escenario del folclor en el mundo.
Había participado en ese escenario en tres ocasiones distintas y la suerte le había sido esquiva. La primera vez se quedaron sin micrófono en la mitad de la canción, ese gnomo electrónico (que aparece en momentos de infortunio de artistas) le jugó una mala pasada.
La segunda vez se rompió la correa de su acordeón y para ella fue muy difícil sostenerlo echando al traste su presentación.
En la tercera se rompió el cuero de la caja, cosa que muy rara vez ocurre.
No obstante, en ésta, su cuarta participación, asumió con gallardía el reto. Apareció vestida de plateado y la acompañó el cajero Luis Fonseca Madarriaga y la virtuosa guacharaquera Victoria Suárez. Se miraron los tres y ella enfrentó la cosa ayudándose de la brisa de la noche de Valledupar, soltó su cabello liso y brillante. Y se dedicó a los suyo, el acordeón.
La frustración acumulada de los fracasos anteriores se disipó de inmediato y propició la magia de una ejecución de excelencia. Su corazón palpitó, aunque se sabía de memoria el repertorio: primero tenía que ser el paseo ‘Marta Elena’, para el cual se necesita altísima concentración; luego el merengue ‘El pique’. Estas dos piezas son de Luis Enrique Martínez y ambas de difícil ejecución por los movimientos de los dedos en el acordeón y, sobre todo por los bajos.
Acto seguido, el son ‘Levántate María’, de Pacho Rada, ejecución también difícil que ya en el año 2019, y en el mismo escenario, le había costado sangre, sudor y lágrimas a finalista Maribel Cortina. Lea: Las Diosas del Vallenato, una romántica tradición que trasciende
Wendy terminó su presentación con una puya de su autoría denominada ‘No llegan ni a mis talones’. Durante toda esa lid tocó su acordeón con los ojos cerrados.
Se había prometido a sí misma disfrutar de su propia presentación. Sabía en su interior que los acordes, las pisadas, cada uno de sus movimientos era vigilado por los jurados, que, por cierto, eran todos hombres. Este jurado estaba conformado por Pablo López, Julián Mojica (Rey Vallenato boyacense), Carlos Mario Zuluaga (del Club Deportivo La Equidad), David Racero (presidente de la Cámara de Representantes) y José Carreño (acordeonero y folclorista).
El reto
Esos ojos estarían sobre su rostro, sobre sus dedos, pero, sobre todo, los oídos de esos jurados escudriñaban los arpegios.
También sabía que había otro juro más implacable, el conformado por miles de personas en semejante concurrencia del folclor en la versión 56 del Festival Vallenato. Lea: Javier Matta Correa se corona rey del Festival de la Leyenda Vallenata
Allí, en plena ejecución pudo sentir el pálpito de cultura y la presencia del folclor que lleva en la sangre, pues Wendy pertenece a la etnia kankuamo, un grupo indígena que habita desde tiempos remotos la Sierra Nevada de Santa Marta, y que comparte la inmensa extensión de historia ancestral con koguis, arhuacos y wiwas.
A quien se vio en tarima fue a una mujer que desde sus trece años aprendió a tocar ese instrumento venido de Alemania. Una niña, crecida en las laderas de la Sierra que jamás dejó de tener el sueño de defender la inmensa e implacable fuerza de su ancestralidad.
Cantar en la Sierra no es lo mismo que entonar un canto en una playa. El peso atávico de un canto de “arriba”, como se dice, tiene milenios de gestación. El canto en la Sierra no es de obediente naturaleza, es un compendio de saberes. Si escucháramos hablar a la sierra sin dudas, nuestro mundo fuera distinto. Lea: Patricia Teherán: Mire aquí algunos momentos de la Diosa del vallenato
Wendy puso el alma en cada nota. Ni cuenta se dio cuando concluyó su ejecución. Estaba en su Sierra y de repente el estruendo del aplauso la devolvió a la tarima ‘Colacho Mendoza’. El aplauso fue ensordecedor. Con timidez hizo la venia ante semejante enormidad.
Para ella eso fue suficiente. Sintió que había cumplido. Bajó de la tarima con el corazón henchido al saber que había arrancado de un público exigente, semejante estruendo. La gente la felicitó y vitorear su nombre durante más de diez minutos.

Ese fue el comienzo de su reinado, pues allí se ganó el premio como Acordeonera Mayor y ahí, junto a sus seres queridos, lloró con una mezcla de alegría y de nostalgia pues recordó a su abuelo ya fallecido quien vivía orgulloso de su etnia y quien siente que la ilumina siempre.
La vida de Wendy no ha sido fácil. Nació en una familia humilde pero trabajadora. Unos lustros atrás su padre había tenido la fortuna de ganarse un chance de la lotería. Y él no dudó en comprarle a ella un acordeón, instrumento que se convirtió en su compañero inseparable: “Esto que estoy viviendo es un premio a la perseverancia, a la persistencia, a la entrega y a la fe que tengo de saber que con trabajo duro puedes lograr lo que te propongas”, dice notablemente emocionada.
Wendy, para llegar a este momento de su vida artística estudió con los grandes, uno de ellos fue José María “Chema” Ramos, otro fue Andrés “El turco” Gil, y Almes Granados, quien fue proclamado Rey de Reyes en la interpretación del acordeón.
Las Musas
Hoy, ésta ya graduada ingeniera ambiental y sanitaria, a sus escasos 24 años, hace parte de Las Musas del Vallenato. Agrupación que inicia dentro de pocas semanas una gira internacional en los Estados Unidos.
Para Bertha Ceballos Paccini, cantante de Las Musas y conocida artísticamente como Danny, tener en sus filas a la Reina Vallenata es garantía de saber que para pertenecer a su grupo han sido muy exigentes al seleccionar a cada una de sus integrantes comenzando con su ejemplo: Danny lleva 31 de los 35 años que tiene la agrupación. Comenzó tocando la guacharaca y la caja y terminó siendo la voz de su agrupación por sus sobrados méritos como vocalista. Es la compositora de “Declaración de amor” que se convirtió en el mayor éxito de esta agrupación musical compuesta en su mayoría por mujeres pues el único hombre es Alejandro Hidalgo Quishpe, quien es su pianista y director musical.
Alejandro Hidalgo es ecuatoriano y es licenciado en Artes Musical y Sonora por la Universidad de las Artes. Ha pertenecido a otras grandes agrupaciones exponentes del folclor vallenato con lo que tiene sobrados méritos y aptitudes para dirigir la agrupación.

Yineth de Jesús Navarro Silvera, es la baterista. Atlanticense ella, nacida en Palmar de Varela, comenzó tocando saxofón y congas, luego complementó su formación con danza, pintura y artes plásticas. Su experiencia le ha permitido innumerables reconocimientos gracias a su talento.
Daniela Puello Ceballos es corista y primera voz. Esta cartagenera se perfila como una de las grandes voces que tiene el Caribe colombiano. Actualmente cursa su formación musical en la Institución Universitaria Bellas Artes de Cartagena, UNIBAC. El timbre de su voz único y su cálida interpretación de las notas vallenatas le auguran un buen camino en la interpretación.
Lady Johana Rodríguez Prieto es la guarachera y lleva 10 años en la agrupación. Se ha mantenido con profesionalismo, dedicación y entrega en lo que hace. Desde niña ha estado dedicada a la música y con su talento ha recorrido varios países haciendo del vallenato una forma de vida.
Carolina Hernández Fernández, la guitarrista/bajista, es licenciada en educación musical de la Universidad del Atlántico y tiene un magíster en Ciencias de la educación del College at Buffalo. Lleva 2 años con Las Musas del Vallenato. Es una intérprete de conservatorio, pero con profunda inclinación con folclore del Caribe y se ha desempeñado por 18 años de manera profesional.
Darly Michell Mateus Niño es la conguera. Hace 14 años que se desempeña como músico profesional y lleva 2 años con la agrupación.
Hoy esta agrupación de Las Musas del Vallenato emprende una nueva gira al país del norte en el cual los públicos las solicitan en los escenarios.
Danny, su voz líder, sabe que, así como conquistaron el Poliedro de Caracas, en Venezuela y los distintos escenarios en México, España y EE. UU. Junto con Wendy lograrán momentos históricos en la interpretación del vallenato en el mundo.